Hija de un pastor y de una enfermera, Dotie Joseph nació en Haití y se crió en Miami. Se mudó con su familia al sur de Florida cuando era una niña. Se recibió de abogada y litigó en casos de discriminación laboral en todo Estados Unidos. En la Cámara de Representantes de Florida se encuentra en franca minoría, ante el dominio republicano que alcanzó el gobernador Ron DeSantis en ambas cámaras estatales.
El ex presidente y su candidato a vice han decidido señalar a los haitianos. Para ellos, los haitianos no son inmigrantes deseables, y no han sido tímidos al respecto. Han dejado muy claro que su objetivo es la deportación masiva y acabar con la ciudadanía por nacimiento. Trump incluso ha prometido firmar una orden ejecutiva para detener la ciudadanía automática de los hijos de inmigrantes indocumentados, lo que afectaría a haitianos, pero también a cubanos, venezolanos, y prácticamente a todos los que no provienen de países predominantemente blancos o europeos. No hay distinción entre Haití, Cuba, Venezuela o cualquier otro lugar para ellos. En su discurso, todo se reduce a una cuestión racial.
JD Vance, por otro lado, a pesar de tener una educación en Yale, ha optado por una estrategia cínica y oportunista. En lugar de abordar los problemas económicos reales causados por las grandes corporaciones y la falta de inversión en las comunidades, ha decidido culpar a los inmigrantes. Es más fácil usar a los inmigrantes como chivo expiatorio para desviar la atención de los problemas estructurales profundos, que en su mayoría han sido causados por políticas económicas que él mismo apoya.
¿Por qué cree que ese ataque contra los inmigrantes funciona en ciertas partes del país?
No estoy segura de que funcione del todo, pero definitivamente tiene un impacto en ciertos sectores. El discurso antiinmigrante resuena con algunos segmentos de la población, especialmente con aquellos que ya tienen predisposiciones racistas o miedos a perder su "lugar" en la sociedad. Pero la verdad es que muchas personas también ven los ataques por lo que realmente son: una distracción.
Es más fácil usar a los inmigrantes como chivo expiatorio para desviar la atención de los problemas estructurales profundos Es más fácil usar a los inmigrantes como chivo expiatorio para desviar la atención de los problemas estructurales profundos
Hay una campaña masiva de desinformación sobre los inmigrantes haitianos, financiada con millones de dólares por grupos interesados en mantener el status quo. Esto está comenzando a afectar la opinión pública, aunque también ha generado una contrarreacción. La comunidad haitiana está más activa políticamente que nunca. Saben que su contribución a la economía local es significativa, y están decididos a demostrar que son una parte vital de la comunidad.
¿Cómo quedó la convivencia de los haitianos en Springfield con el resto de la comunidad tras los dichos de Trump?
La situación es muy tensa. Muchos haitianos están asustados y no quieren hablar públicamente por miedo a represalias. Ha habido amenazas de bomba, cierres de escuelas y marchas de grupos supremacistas blancos como el KKK y Proud Boys, todo alentado por el discurso incendiario de Trump. Los niños haitianos están siendo acosados en las escuelas, y algunos inmigrantes han sido directamente amenazados. Afortunadamente, algunas organizaciones locales están interviniendo para brindar apoyo, pero es una lucha constante.
La gente está aterrorizada de ser deportada o atacada. Incluso aquellos que son ciudadanos naturalizados sienten el miedo porque el discurso de Trump ha sido tan abiertamente racista. Pero también he visto un aumento en la organización comunitaria. Los haitianos están comenzando a organizarse, a formar coaliciones con otros grupos de inmigrantes y a pelear por su lugar en la sociedad.
¿Qué harán los votantes haitianos en EEUU, en un contexto donde la apatía es uno de los principales obstáculos para participar?
Creo que, debido a los ataques constantes de personas como Trump y Vance, la comunidad haitiana ha sido impulsada a votar de manera mucho más activa este ciclo electoral. Antes, algunos podían haber estado indecisos, pero ahora hay una determinación clara. Diría que entre el 90% y el 95% de los haitianos que tienen derecho a voto no votarán por Trump, y es muy probable que apoyen a Kamala Harris. Ya había entusiasmo por ella, pero eso ha crecido con el tiempo.
Dicho esto, dentro de todas las comunidades de inmigrantes, no solo la haitiana, hay personas que aún caen en ciertas narrativas. Por ejemplo, las cuestiones del aborto o los derechos de los homosexuales a veces influyen en algunos votantes para que apoyen a los republicanos, lo cual es desconcertante, porque las políticas de los republicanos en realidad no ayudan a los pobres o a los inmigrantes. En cambio, criminalizan a las personas vulnerables. Las leyes que han impulsado, como las que limitan la ayuda alimentaria, están afectando desproporcionadamente a las familias inmigrantes. Si tienes tres hijos, puede que solo te den cupones de alimentos para uno o dos. Estas políticas no reflejan los valores de cuidar a los demás.
El aborto es uno de los temas que se debate en esta campaña. ¿Cómo puede impactar entre los inmigrantes de América Latina, que en muchos casos son católicos y conservadores en esa agenda?
Creo que los republicanos han trivializado lo que realmente significa el aborto. No es solo un procedimiento que se toma a la ligera. Es una intervención médica que a veces es necesaria, especialmente en casos donde la salud de la madre está en riesgo. Conozco historias de mujeres que han tenido que enfrentar complicaciones devastadoras porque no se les permitió realizarse un aborto. Y ahora estamos viendo casos de mujeres que mueren como resultado de estas políticas restrictivas.
Desde mi perspectiva, como alguien profundamente arraigada en mi fe cristiana, si Dios mismo permitió a una mujer como María elegir si aceptar o no un embarazo, ¿quiénes somos nosotros para interferir? El aborto o no debe ser una decisión entre esa mujer, su pareja, su fe y su médico. No debería ser algo en lo que intervengan funcionarios del gobierno.
¿Cómo se dio su entrada a la política de EEUU tras nacer en Haití y criarse en Miami?
Nací en Haití en medio de un huracán, así que se podría decir que nací para la tormenta. Cuando tenía tres años, mis padres decidieron huir a Estados Unidos buscando una vida mejor. Crecí en el sur de Florida, asistiendo a escuelas públicas en Miami-Dade, justo en el distrito que ahora represento. Inicialmente, mi pasión era el arte y el diseño de moda, pero más adelante me dirigí hacia las ciencias políticas y los estudios internacionales.
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La congresista charló con El Observador USA durante un acto realizado en un centro comunitario de Little Haiti en Miami.
Tuve la suerte de asistir a la Universidad de Yale, y luego hice una pasantía en el Centro Carter en Atlanta. Trabajar con el ex presidente Jimmy Carter y su esposa Rosalynn restauró mi fe en lo que podría ser el servicio público. Eran personas que hacían cosas increíbles en todo el mundo, desde garantizar el acceso al agua potable hasta monitorear elecciones democráticas.
Luego, pasé un tiempo en La Haya, en un programa de resolución de conflictos. Uno de los momentos que más me marcó fue cuando escuché al general (canadiense Roméo) Dallaire hablar sobre sus frustraciones durante el genocidio de Ruanda. Me hizo reflexionar sobre la importancia de actuar cuando tienes la oportunidad de hacer el bien. Eso realmente me motivó a no quedarme nunca de brazos cruzados.
Más tarde, decidí asistir a la Facultad de Derecho de Georgetown, donde me especialicé en derechos civiles y electorales. Trabajé en el Departamento de Justicia y con organizaciones de derechos humanos, tanto en Estados Unidos como en el extranjero, en lugares como Egipto. Todo esto me llevó a comprometerme más profundamente con la justicia social y la defensa de los derechos de los inmigrantes y las comunidades vulnerables.