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22 de julio 2025 - 5:00hs

Enviado a Chile

La de este lunes en Santiago de Chile fue una intensa agenda para remover la mística en un autoproclamado progresismo que no vive sus mejores días. Con las acciones a la baja en algunos de los cinco gobiernos que llegaron para la cumbre "Democracia Siempre", cada presidente marcó su impronta y el uruguayo Yamandú Orsi, que insiste en despojarse de los "baldes ideológicos", volvió a ser el menos confrontativo.

El español Pedro Sánchez habló de "pasar a la ofensiva" contra la "internacional reaccionaria" de la "coalición de intereses entre oligarcas y la ultraderecha", y el colombiano Gustavo Petro, convencido de un "colapso del capitalismo", rompió con la lógica de cuestionar al adversario sin nombrarlo.

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"Pude ir a una (reunión del Foro de Davos). A la segunda invitaron a Milei y lo pusieron de rey de la reunión. Entonces a la tercera me dio vaina y ya no volví. Porque si Milei es el que dirige intelectualmente a los ricos del mundo...", sostuvo ante la ovación de un auditorio del Centro Cultural Matucana colmado de representantes de organizaciones civiles, think tanks progresistas, dirigentes y militantes.

Orsi usó al presidente argentino como argumento para desligar a Uruguay de un supuesto club de gobiernos aliados por ideología. "Hace no más de un mes estuve un rato largo reunido con Milei. Y en agosto nos encontraremos con (Daniel) Noboa, de Ecuador. Uruguay, por su vocación, tiene que establecer vínculos con todos esos gobiernos que hayan llegado por elecciones en sus países", dijo en una rueda de prensa de la que participó El Observador.

"Creo que es filosófico, más que ideológico", justificó Orsi, quien negó que hubiera surgido crítica alguna a Donald Trump, aún cuando medios de todo el mundo interpretan en los discursos de Lula, Boric y Sánchez mensajes velados a los anuncios arancelarios de Estados Unidos, que por estas horas mantienen en vilo a Brasil y a la Unión Europea.

"Democracia Siempre", con Chile como anfitrión, continuó el impulso dado por Lula y Pedro Sánchez en setiembre del 2024 para generar un espacio "en defensa de la democracia" y "contra los extremismos" al margen de la 79ª Asamblea General de la ONU en Nueva York. Pese a que la convocatoria era más amplia, los cinco presidentes progresistas quedaron en juntarse tras una reunión por videoconferencia en febrero de este año, cuando Lula y Sánchez invitaron personalmente a Orsi pocas horas antes de que asumiera como presidente.

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Los presidentes, que declararon a favor de presentar una "iniciativa global en defensa de la democracia, los derechos humanos y la justicia social", saben de las debilidades de Naciones Unidas -así lo ha criticado el propio Orsi- para que prosperen los consensos por la paz. Es por eso que Lula, tal vez el de mayor influencia internacional entre los cinco, transmitió a los mandatarios su voluntad de comprometer también al secretario general de la ONU, António Guterres.

Pero en el entorno de Orsi también ven con optimismo que la declaración emitida por los mandatarios refiera a pasos concretos a dar en conjunto, y no se limite solo a una manifestación de principios.

Ahora España será anfitriona de una nueva cumbre el año que viene, al tiempo que Boric anunció que de cara a la siguiente Asamblea General en Nueva York, prevista para el 23 y 24 de setiembre, se plegarán los jefes de Estado de México (Claudia Sheinbaum), Francia (Emmanuel Macron), Honduras (Xiomara Castro), Reino Unido (Keir Starmer), Canadá (Mark Carney), Dinamarca (Mette Frederiksen), Australia (Anthony Albanese) y Sudáfrica (Cyril Ramaphosa).

Ahí sí que no todos los gobiernos serían de símil signo.

En su discurso de bienvenida a los cuatro colegas al iniciar el encuentro a puertas cerradas en La Moneda, el anfitrión Boric contó que tanto la mexicana Sheinbaum como el canadiense Carney les "hubiese encantado participar", pero que "por motivos propios" de sus países y su "ubicación geográfica", no pudieron estar.

Otra crítica indirecta a la incertidumbre de Trump.

¿Cumbre progresista?

En el Palacio de La Moneda, aquel desde el que un asediado Salvador Allende prometió en 1973 que volverían a abrirse "las grandes alamedas" para el "hombre libre", Boric invitó a los presidentes a conocer el despacho del trágico mártir socialista. En el centro Matucana, abrazados por ovaciones compañeras, escucharon a un coro de niños con Inti Illimani, símbolo para la cultura chilena de resistencia contra la dictadura de Augusto Pinochet.

Esta vez fueron todos progresistas, pero confían en ganar más aliados, bajo la convicción de que también la centroderecha -en especial en Europa- teme el ascenso de los más extremistas. “Cada vez es más evidente que la derecha tradicional, con la que compartíamos consensos básicos, ha sucumbido al discurso de la ultraderecha”, dijo, por ejemplo, Pedro Sánchez.

En el debate interno entre los mandatarios, Orsi habló de "ser autocríticos" a la hora de discutir la conexión entre política y sociedad. El uruguayo propuso analizar el papel de las redes, las plataformas y la desinformación, al tiempo que pidió cooperar en esa materia y adentrarse en la experiencia de regulación europea.

Orsi también llamó a repensar la "seguridad desde una perspectiva progresista", en línea con su discurso de campaña de que a la izquierda no deben dolerle prendas para hablar de represión y garantizar seguridad a la población. El propio Petro devolvió que él ha vivido en carne propia que sus adversarios usan el tema para perjudicarlo políticamente, según reconstruyó El Observador.

Los cinco presidentes llegaron este lunes con cuestionamientos opositores en sus países de origen: por sesgar la discusión y no representar a toda la sociedad, por desatender asuntos internos, y en algunos casos por ya encontrarse en soledad -en especial al español Sánchez- o en retirada.

Yamandú Orsi en Chile

En el caso uruguayo, los nacionalistas Álvaro Delgado -presidente del Directorio blanco- y el diputado Juan Martín Rodríguez firmaron una declaración en El Mercurio en que acusaron a los protagonistas de la cumbre "Democracia Siempre" de haber "contribuido a debilitar y no a fortalecer los fundamentos esenciales de la vida democrática".

"La convocatoria agrupa a autoridades que en su mayoría han degradado la institucionalidad, evadido controles constitucionales, persiguiendo al disenso político, relativizado los derechos humanos por conveniencia ideológica y que enfrentan en varios casos investigaciones por corrupción (...). Lejos de promover el fortalecimiento de la democracia, esta cumbre aparece como un intento de dar legitimidad política a quienes hoy enfrentan profundas crisis de credibilidad en sus propios países", sostiene esta declaración firmada también por dirigentes de otros países.

Para que no quede en agua de borrajas, los gobiernos reunidos este lunes en Chile trazaron una "hoja de ruta" para concretar su "agenda compartida, sostenida en el tiempo y articulada en defensa de la democracia y frente al extremismo".

Los uruguayos

En representación del gobierno uruguayo viajaron el presidente Orsi, el secretario de la Presidencia, Alejandro Sánchez, el canciller Mario Lubetkin y los asesores Álvaro Padrón y Camilo Cejas.

La cumbre de mandatarios declaró este lunes su "compromiso con la consolidación de una red de países y sociedad civil para impulsar mecanismos participativos que favorezcan el aprendizaje mutuo y la construcción colectiva de una democracia más abierta, inclusiva y conectada con las realidades ciudadanas". En esa línea, cada país tuvo representantes por organizaciones vinculadas al progresismo.

En el caso uruguayo, estaban la Fundación Líber Seregni (representada por el sociólogo Agustín Canzani), Siembra (con el diputado del MPP, Joaquín Sequeira) y Observacom (Gustavo Gómez), cada una seleccionada por su respectiva expertise en los ejes vinculados a la cumbre.

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