Silvia Facal estaba a punto de jubilarse cuando la convencieron de hacerse cargo del Registro Civil. Se encontró con “funcionarios desmotivados” o que no eran escuchados, una institución que “lleva 30 años invisibilizada”, y unos 28.000 expedientes de extranjeros trancados.
Imagínese una fila de más de 560 ómnibus repletos de inmigrantes recientes (o no tan recientes, porque el retraso supera los 13 meses). Esa es la magnitud de nacidos en el extranjero que estaban a la espera de conseguir sus partidas, registrar la documentación que trajeron del exterior para luego tramitar la residencia legal, la ciudadanía, la cédula convencional (no provisoria), cobros jubilatorios y un largo etcétera de derechos civiles.
Fue entonces que empezó lo que llaman una “revolución”: hubo una capacitación sobre digitalización, Ceibal prestó notebooks, las Corte Electoral cedió los escáneres, se firmaron acuerdos internacionales, OIM cedió becario, enviaron correos electrónicos a miles de quienes estaban en trámite para detalle los pasos a seguir y, en menos de cuatro meses, se redujo un 20% de esa “herencia de expedientes trancados”.
Para decirlo en números más claros: unos 6.000, o el equivalente a 120 ómnibus repletos, ya tienen los documentos al día.
“Al asumir vimos que urgía explicarle a cada persona qué les estaba faltando o cómo ayudarlos a destrabar su caso: mandamos mails y el resto irá recibiendo en las próximas semanas”, explica Facal, a quien el ministro de Educación y Cultura, José Carlos Mahía, define como “una máquina de gestión”.
Esa máquina no está sola basada en digitalización, sino, sobre todo, en un reacomodo de las tareas y motivaciones de los funcionarios. Porque como dice Facal, “el atraso no es solo con los extranjeros, sino también con los uruguayos”.
Refiere a que, por ejemplo, tuvieron que tramitar unos 200 cambios de género por mes; porque ese trámite administrativo también pasaba por un cuello de botella. O que las partidas se entreguen en siete días en vez de 60. O que se inicie la confección de un índice de partidas a escala nacional.
El Registro en Uruguay no tiene ningún tipo de índice, la información no está centralizada y mucho menos digitalizada. Entonces se están firmando acuerdo de operatividad con todas las intendencias, de manera tal de que sea más sencillo y seguro la búsqueda de un registro de determinada localidad, de tal persona, de tal año.
Como por ahora no es posible contribuir ese índice histórico, porque se requeriría de demasiados funcionarios y tiempo, “se va a empezar con actualizar desde 2007 hasta la fecha”. ¿Por qué esa fecha? Son los que tienen que sacar por primera vez la credencial cívica.
El ministro Mahía reconoce que esta puesta a punto del Registro Civil va a implicar la actualización de una batería de leyes que en Uruguay quedaron obsoletas, así como un código que tiene más de un siglo.
Refiere a, por ejemplo, la posibilidad de que en el caso de niños con dos mamás que no están casadas entre sí, igual se permita la combinación de apellidos (como sí lo permite el carné del nacido vivo).