Mientras en Brasil “se recicla el 50% del plástico producido, en Uruguay solo alcanzamos el 20%”, explicó Alvaro Queijo, Director General de Cristapet, una unidad del Grupo Cristalerías.
Fundada en 1994 como parte de Cristalerías del Uruguay, Cristalpet cuenta con tres centros de producción: uno en Uruguay y dos en Brasil.
La empresa, líder en la fabricación de preformas y botellas PET por inyección mediante el proceso de soplado, exporta el 80% a países del Mercosur y otros mercados. Entre sus clientes destacan multinacionales del área de bebidas y alimentos, como Coca-Cola, Danone e Ambev.
La principal empresa de fabricación y exportación de plástico en Uruguay, con una participación del 95% del mercado, desarrolla acciones de responsabilidad ambiental por medio de la empresa Ecopet, que recicla el 20% del plástico que produce Cristalpet.
Ecopet comenzó su actividad industrial en 2002 en el área de reciclajes de envases PET. Así, se convirtió en la primera planta de este tipo en el país y el único proyecto que integra todas las etapas, desde la recolección de envases post-consumo, hasta la comercialización de escamas para uso industrial.
En 2018, con la venta de la companía uruguaya especializada en preformas y envases PET al grupo mexicano Envases Universales, la empresa ganó “know-how y más posibilidades de crecimiento. Tanto que estamos abriendo la mayor planta de reciclaje de PET del mundo en México el año próximo, por eso nuestro objetivo por responsabilidad social es aumentar el porcentaje de recolección y reciclaje”, explicó Álvaro Queijo, Director General de Cristalpet
Actualmente, Ecopet alcanza un volumen de 200 toneladas mensuales de envases recolectados de PET, pero cuenta con una capacidad para 600 toneladas, según él.
En 2004 “recogíamos más envases plásticos que ahora en toneladas a pesar de que hoy se consume mucho más, eso se debe a que había más cantidad de clasificadores en esa época, que hacían una buena gestión; ahora hay menos gente dispuesta a hacer esa función, por eso retrocedimos en la recolección”.
Además, agregó: “las plantas de selección y clasificación de residuos, entendemos no están funcionando eficientemente, porque las intendencias han enfocado sus esfuerzos en comprimir los residuos y no en su posible reutilización”.
En ese sentido, la empresa - a través de Ecopet- recibe las botellas, las lava, muele, separa las etiquetas y obtiene las escamas de plástico. A partir de esas escamas se fabrican desde hilado para la elaboración de fibra, a productos termoformados, bandejas, potes y pinturas.
Sin embargo, hoy Ecopet exporta toda su producción de escamas porque no cuenta con la maquinaria necesaria para convertir ese producto en preformas. “Para poder invertir en una máquina que convierta los chips en preformas necesitamos el triple del volumen de recolección actual”, explicó.
Las ventajas del plástico, particularmente el PET, sobre el vidrio son muchas, pero poco conocidas, la principal es que es más amigable con el medioambiente.
“El PET es un plástico muy noble, es 100% reciclable y tiene una menor huella de carbono que el vidrio porque en el proceso de reciclaje el vidrio necesita 1.500 grados para fundirse y el plástico solo 200, para lo cual consume más combustible”, sostuvo Queijo.
A esto se suma que, “a nivel del transporte un camión puede cargar los mismos litros en PET que cuatro camiones en vidrio y el PET no consume agua o ningún recurso natural para reciclarse”.
Sin duda, el PET “ha servido mucho para tener ahorros importantes en el precio final al consumidor, pero nos tenemos que acostumbrar a tener un lugar cercano donde dejarlo y a llevarlo a ese lugar, necesitamos la infraestructura y la educación”, dijo.
Otra ventaja es que no es peligroso y se reutiliza en otros rubros, como vestimenta, asfalto, carreteras, etc.
En la última década, Cristalpet instaló dos plantas de fabricación de envases plásticos en Brasil, con una inversión de US$ 6.000.000 y otra de US$15.000.000, respectivamente. A esto se suman seis plantas de soplado de envases que están ubicadas dentro de otras industrias.
Queijo destacó este logro de poder desarrollarse en Brasil y "crecer pese a ser una empresa uruguaya y chica, algo que normalmente puede ser al revés, eso lo hicimos antes de la absorción por parte del grupo mexicano, por eso ahora estamos preparados para dar el siguiente paso”, sostuvo.
La compra les permitió “tener otra visión del negocio, porque ahora lo que buscamos es fabricar la botella en la casa del cliente”, explicó.
Desde el año pasado, en todas las fábricas de Coca-Cola del sur de Brasil, en Rio Grande do Sul, Santa Caterina, Paraná y y una parte de Sao Paulo, funciona una planta dentro de sus fábricas con unos 50 empleados.
“La idea es seguir desarrollando este tipo de modelo”, concluyó.
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