Camilo dos Santos

13 de marzo de 2020: el día que cambió el gobierno de Lacalle Pou

Al inicio, el presidente apostó a tomar medidas más duras de las que recomendaba la OMS; ahora enfrenta el peor momento de la pandemia

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13 de marzo de 2021 a las 05:00

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Las luces del piso 11 de la Torre Ejecutiva se apagaron tarde el jueves 12 de marzo de 2020. La mayoría de los funcionarios ya se habían ido pero el presidente Luis Lacalle Pou continuaba reunido con el ministro de Salud Pública, Daniel Salinas.

Las balas venían picando cerca desde hacía varios días y la cúpula del gobierno sospechaba que Uruguay ya tenía sus primeros casos de coronavirus.

La confirmación de los cuatro primeros infectados llegó al mediodía siguiente.

Lacalle Pou estaba en Bella Unión inaugurando la cosecha de arroz e inmediatamente voló en helicóptero hacia Montevideo

Hacía calor.

Leonardo Carreño
El presidente reunió al gabinete el 13 de marzo de 2020

En el aire llamó a ministros, subsecretarios y presidentes de los partidos políticos. 

Antes de las cinco de la tarde, los jerarcas entraban apresurados y con cara de circunstancia a la sede de la Presidencia. 

Iban a discutir las medidas a tomar, aunque el presidente y su equipo ya tenían un camino trazado. Planeaban adoptar disposiciones más duras que las que recomendaba la Organización Mundial de la Salud (OMS) para la situación epidemiológica local.

La reunión fue larga –de casi cuatro horas– y se caracterizó por la sorpresa y el desconcierto. Lacalle Pou propuso las medidas y Salinas hizo un informe sanitario. 

El panorama era incierto. 

El mundo estaba entrando en colapso y nadie sabía muy bien qué hacer aunque todos comenzaron a caer en la cuenta de lo que significaba lo que empezaba. 

Sobre las nueve de la noche, Lacalle Pou –escoltado por el gabinete en pleno– anunció en cadena nacional que Uruguay entraba en “emergencia sanitaria”. Fue como empezar a nadar en el medio del océano sin vislumbrar tierra firme.

Hoy –exactamente un año después– la orilla está a la vista, y tras haber permanecido buena parte de los 365 días bajo control, el país transita su peor momento, con récord de casos activos y el virus lejos de dar señales de desaceleración.

El gobierno no prevé mover las perillas para cerrar actividades y confía en mantener el equilibrio hasta la primavera, cuando la mayoría de la población haya sido vacunada.

Tras la jornada del 13, el mandatario se recluyó en Anchorena desde donde dio el ok a la suspensión de las clases. La medida fue anunciada en Durazno por el secretario de la Presidencia, Álvaro Delgado, tras reunirse con los 19 intendentes en la tarde del sábado 14. Hablaron innumerables veces ese fin de semana.

Inés Guimaraens
Las vacunas de Sinovac llegaron a fines de febrero

Las luces de la Torre Ejecutiva volvieron a encenderse el domingo, y solo en la primera semana Lacalle Pou encabezó tres conferencias de prensa, con mensajes sobrios en los que apeló a la cautela, y justificó la progresividad de las medidas tomadas (limitación de vuelos, cierre de fronteras, seguros de paro parciales y medidas económicas). Delgado fue la voz del gobierno el resto de los días.

Las autoridades reconocen hoy que la comunicación de esos días resultó clave. Salinas era quien tenía más baches, se mostraba nervioso y aún no dominaba su estrés.

Las calles se vaciaron por el pánico de la población y los exhortos al teletrabajo. 

Pese a esto, dos palabras comenzaron a sonar con fuerza y ejercieron presión: cuarentena obligatoria.

Impulsada formalmente por el Sindicato Médico del Uruguay (SMU) y el Frente Amplio (FA), la medida encontró eco en el MSP. 

El aumento del aislamiento social fue planteado por Salinas en una reunión de la Junta de Emergencias del jueves 19 de marzo en la que presentó un documento con proyecciones de aumento de casos que justificaban la decisión. Hizo una larga exposición y solicitó al Ejecutivo dictaminar una “mayor rigidez” en el control del tránsito de personas en las calles. 

El planteo no fue respaldado por el resto del gabinete, que se alineó tras lo dispuesto por Lacalle Pou. El mandatario argumentó que el gobierno ya había tomado las “medidas adecuadas”. 

Entre los ministros primó la idea de que era inaplicable o difícil de sostener, salvo que se desatara una represión permanente, un extremo al que nadie estaba dispuesto a llegar.  

La discusión parió la “libertad responsable”, el eslogan de reconocimiento mundial de Lacalle Pou. El presidente ha dicho que esos días fueron los “más difíciles” de su período como gobernante, pero prefiere mantener silencio acerca de lo que ocurrió.

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