Leonardo Carreño

Alerta: la oposición enfrenta un escenario que nunca esperó

Análisis de la campaña electoral a menos de 10 días de las elecciones internas

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21 de junio de 2019 a las 14:23

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Si empezaste a leer esta nota es porque ya conocés a Juan Sartori –a esta altura quién no lo conoce– o porque no sabés quién es –sería una rareza– y querés enterarte acerca de qué cosas esconde ese nombre, o te interesa qué hará el sistema político frente a esta novel precandidatura que buena parte de los precandidatos consideran una mala nueva.

Soy Leonardo Pereyra, editor de El Observador, y te voy a contar las vicisitudes que enfrenta particularmente el Partido Nacional, y también una oposición al gobierno que no ha sido unánime en su reacción pública ante las sospechosas promesas del recién llegado y su aparente relación con campañas sucias nunca antes vistas por estas costas.

Pero serán los votos los que, en definitiva, resuelvan si el hombre de la constante sonrisa deja huella en la historia política uruguaya o si es puro humo, apenas un callcenter comunicando hasta el hartazgo que finalmente se callará para convertirse en una mera anécdota.

Como sea, en las siguientes líneas vamos a pasearnos por este escenario político cascoteado por las fake news e invadido por la incertidumbre.

¿Hay vida en la oposición después del escándalo Sartori?

“Los blancos se muestran como la esperanza opositora ante el oficialismo frenteamplista y los colorados no paran de desangrarse. A fuerza de golpes, la consigna del escudo partidario (Somos idea, la unión nos hará fuerza) parece haber calado en el comportamiento de sus principales dirigentes. Pero, se sabe, los blancos tienen fama de imprevisibles y el siglo es largo”.

Así finalizaba una crónica que escribí en El Observador el 9 de julio de 2017 que, tras analizar las luchas intestinas que dividieron al Partido Nacional desde su nacimiento simbólico en la batalla de Carpintería, llegaba a esa última línea acaso un poco exagerada, ya que no fue necesario que el siglo avanzara tanto para que la interna blanca se convirtiera en un escándalo.

Y lo que se viene es imposible de adivinar aunque ya se sabe que el nombre de Juan Sartori estará entreverado no solo en la suerte del Partido Nacional sino también en la de toda la oposición, que se prepara para un escenario que meses atrás parecía inconcebible.

Con su asesor venezolano experto en campañas sucias, sus ataques furibundos al resto de los candidatos blancos y el criticado procedimiento de distribuir la tarjeta MedicFarma que supuestamente será válida si gana, el multimillonario ya es protagonista de una realidad política que retrotrajo a los blancos a sus peores años.

Lejos quedaron aquellos tiempos de mitad del siglo XX cuando los blancos votaban en lemas separados –unos en el Partido Nacional, otros en el Partido Nacional Independiente–,y en los que Luis Alberto de Herrera llamaba “comadreja colorada” a su exaliado Benito Nardone, o le aconsejaba “miserable histrión, las charcas te reclaman” a Eduardo Víctor Haedo.

Más cerca está la pelea de la década de los ‘90 entre Luis Alberto Lacalle Herrera y Juan Andrés Ramírez por acusaciones de corrupción en contra del primero. Tibio estaba el clima de unidad que lograron después Luis Lacalle Pou y Jorge Larrañaga. Y entonces llegó Sartori con los ademanes y las estrategias que casi todos los uruguayos conocen gracias a una publicidad machacona e invasiva.

Una ruleta

Diego Battiste

Este domingo los blancos reaccionaron cada cual a su manera contra el intruso y los puentes quedaron, si no dinamitados, apuntalados por unos pocos pilotes. En un editorial difundido en sus redes, Larrañaga lo mencionó con nombre y apellido y lo hizo sin piedad. “Juan Sartori se dice blanco pero no se comporta como tal. Ni el partido ni el país son mesas de ruleta para su diversión”, dijo y lo acusó de utilizar “una publicidad mentirosa y abusiva” y de poner en marcha “una mecánica corrupta de hacer política”.

Ese día, la presidenta de los blancos, Beatriz Argimón, aprovechó un homenaje a Wilson Ferreira Aldunate para lanzar una frase sin ninguna mención en particular pero que todos entendieron que estaba dirigida a Sartori. “Con Wilson aprendimos que es mentira que en política todo vale, que hay una ética que los dirigentes debemos tener”, dijo mientras en primera fila el diputado Pablo Iturralde (Grupo de los Intendentes) pugnaba por un lugar empujando sin miramientos al millonario que no paraba de sonreír y a Lacalle Pou se le demudaba el rostro al ver la escena.

Cuando terminó el acto, el diputado Pablo Abdala (Alianza Nacional) aceptó estrecharle la mano a Sartori para soltarle luego: “Realmente me da mucha lástima todo lo que está haciendo porque está comprometiendo la suerte del partido”, le dijo mientras el imputado mantenía su mejor sonrisa.

Desde el sector de Lacalle Pou las críticas al millonario acostumbran a ser innominadas. “¡Lo que van a ser estos 14 días! El 'Sr Noticias Falsas' ahora puso a circular un audio adulterado con mi voz. Que poco respeto por nuestra democracia!”, escribió por estos días el líder de Todos en su cuenta de Twitter.

A medida que pasaban las horas y la campaña sucia en su contra arreciaba, Lacalle Pou fue juntando presión aunque siguió eludiendo mencionar a Sartori. “Esto es lo que están mandando por mail junto con el audio. Muy burdo, además de cobarde. No pasarán!”, tuiteó más tarde adjuntando un texto que lo acusaba de estar negociando una alianza con el Frente Amplio a cambio de dinero.

Si a esto se suma que Sartori trató a sus correligionarios de ignorantes y de vivir en una burbuja, es claro que el Partido Nacional se ha convertido en un polvorín.

Sin embargo, recién en la noche del 30 de junio se sabrá si habrá un estallido y cuán grande será la explosión. Por ahora, son las encuestas las que están alimentando el pavor. La mayoría de ellas da a Lacalle Pou primero, con un Sartori que ya pasó a Larrañaga en intención de voto y que tiene tendencia a seguir subiendo como un cohete.

Casi nadie en el Partido Nacional considera posible que el millonario gane la elección. “No lo quiero ni imaginar”, dijo un dirigente lacallista. Pero ese no querer no es lo mismo que haber pensado en un eventual escenario y haberlo descartado por imposible. El riesgo existe y, en ese caso, aventurar cuál será el futuro del nacionalismo no sería propio de periodistas sino de escritores de ficción. Para un analista, la tentación de bucear en esa alternativa es mucha y cuesta pensar en otra cosa que no sea en una implosión nacionalista y en imágenes de dirigentes blancos intentando escapar de la catástrofe sin saber cómo.

Listas de larrañaguistas y lacallistas con el rostro del hombre al que detestan, tribunas en las que el empresario lanzará su arenga sin la compañía de los otros líderes, y los otros líderes convocando a votar al Partido Nacional evitando nombrar a su candidato a presidente. Esos y otros infiernitos es posible imaginar si Sartori gana la interna.

Por eso, desde el grupo de los intendentes lanzaron la idea de definir la candidatura blanca en la convención nacional para, que en caso de que se dé el peor de los resultados, los que perdieron en la cancha puedan ganarle en la liga. En definitiva, un escenario espantoso para todos.

Los otros

La situación pre 30 de junio, ha llevado a los blancos de los sectores tradicionales a sostener que en realidad el partido permanece unido ya que están “todos juntos contra Sartori”.

El argumento será válido si el empresario obtiene una magra votación en las internas porque, de lo contrario, la dimensión de ese “todos” menguará hasta que el pronombre pierda sentido.

Porque si Sartori sale segundo, ya sea detrás de Lacalle Pou o de Larrañaga, no habrá forma de ignorarlo. Y, después de todo lo dicho, la campaña electoral hacia octubre se convertirá en un calvario para los nacionalistas, con la oposición señalando al intruso y destacando el peso que puede llegar a tener en un eventual gobierno blanco.

Las cosas cambian si Sartori sale tercero. De esa forma, el bacalao lo volverán a cortar Lacalle Pou y Larrañaga y serán ellos los que negociarán la vicepresidencia y otros asuntos de entrecasa.

Como a Sartori los sectores tradicionales del nacionalismo no le creen nada, tampoco le creen su anuncio de que permanecerá haciendo política en Uruguay aunque no le vaya bien en la interna. Por eso ya conjeturan con su partida apresurada desde el aeropuerto de Carrasco para seguir haciendo negocios desde vaya a saber qué país del mundo.

Sin embargo, esto ya no es asunto sólo de los blancos. La difícil situación interna nacionalista puede beneficiar electoralmente a los colorados que se muestran como un partido más confiable en su fortaleza, aunque el asunto es más complejo que unos cuantos votos más o menos en octubre.

El colorado Ernesto Talvi ya dijo a El País que no quiere saber nada con apoyar en un balotaje a “este personaje que es de lo peor, que no va a respetar ni la Constitución, ni las leyes, ni la Justicia”. “Con el Partido Nacional sí, con Sartori no”, tuiteó por si quedaban dudas luego de llamarlo “tramposo” y “demagogo”.

También Pablo Mieres (Partido Independiente) dijo que le resultaría muy difícil acordar con Sartori.

Julio Sanguinetti no quiere ni pensar en el asunto aun a costa de incurrir en una paradoja. “Sartori no va a ganar, no hagamos más futurología”, dijo el expresidente a El Observador formulando su propio vaticinio.

La hipótesis de Sartori candidato presidencial en octubre es probable. La idea de verlo disputando un balotaje con cierta chance, parece más difícil dado que, como fue dicho, uno de los principales candidatos colorados y el Partido Independiente descartaron darle su apoyo.

Eso sí, la posibilidad de que las listas de Sartori consigan meter en el Palacio Legislativo a sus senadores y diputados obligará a un eventual presidente blanco o colorado a negociar con un elemento imprevisible.

Así, al bloque opositor, que ya tenía problemas para pactar un acuerdo amplio que le permitiera gobernar con alguna comodidad parlamentaria en caso de llegar al poder, se le enredó aún más la piola con la llegada de este hombre casado en la isla de Skorpios con una multimillonaria rusa.

Pero, en definitiva, el peso de Sartori en el mapa político uruguayo se medirá en votos. Más allá del despliegue de dinero y publicidad, y la roncha que ya ha hecho en esta campaña electoral, será la magnitud del triunfo o del fracaso del 30 de junio –y eventualmente de octubre– la que determinará si el hombre de la constante sonrisa deja huella en la historia política uruguaya o si es puro humo, apenas un callcenter comunicando hasta el hartazgo que finalmente se callará para convertirse en una anécdota.

Y los colorados se mueven

Camilo dos Santos

Mientras los blancos lidian con Sartori, la interna de los colorados se abrió imprevistamente y lo que parecía una segura victoria del expresidente Julio María Sanguinetti mutó en un cabeza a cabeza con Ernesto Talvi. Es más, la última encuesta de la empresa Cifra marcó que Talvi tiene un 50% de intención de voto contra el 40% de Sanguinetti, lo que representa una brusco descenso del veterano líder.

Talvi encaró esta última arremetida de la mano del asesor Francisco “Pancho” Vernazza quien, entre otras cosas, le recomendó a Talvi que destacara su condición de economista y que cambiara los colores de su campaña dotándola de un colorado que antes escaseaba.

Vernazza había asesorado a Sanguinetti en el último tramo de la campaña electoral de 1994, trocando las imágenes bucólicas de sus primeros spots por otras más potentes en las que el líder desplegaba todo su histrionismo. En el programa Crónicas de campañas que se emite por TV Ciudad, Vernazza dijo estar disgustado porque Sanguinetti nunca reconoció la importancia de su aporte al triunfo electoral que lo llevó por segunda vez a la presidencia.

Las vueltas de la política arrastraron a Vernazza a la orilla opuesta a la de Sanguinetti y, al parecer, sus consejos son bien recibidos y están impactando benéficamente en la suerte política de Talvi quien, además, supo aprovechar su debate con el frenteamplista Óscar Andrade para que aquellos que aún no lo conocían se pusieran al día.

Por otra parte, en estas cosas de la unidad partidaria, la taba de la historia parece estar cayendo otra vez del lado de los batllistas quien, como no sucedía hace años, pueden celebrar que su calma interna destaca frente a los nervios que han atacado a los nacionalistas.

Habrá que ver si esto alcanza para que, en octubre primero y en noviembre después, los batllistas consigan imponerse al Partido Nacional y al Frente Amplio, y así puedan volver a entonar que el Partido Colorado victoriosamente va.

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