Jesús Noel Alzugaray en la actualidad, ataviado con los colores de Nacional

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Alzugaray, el puntero que llegó a Nacional y vivió en Los Céspedes porque extrañaba el campo

Se retiró a los 28 años después de siete temporadas en el Recreativo de Huelva y vive actualmente en Salto, haciendo changas
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29 de mayo de 2021 a las 05:01

El paso de Jesús Noel Alzugaray por el fútbol profesional transcurrió a toda velocidad. Un día llegó a Nacional desde Quebracho y viajó a Arabia. De domar caballos a subirse a un avión por primera vez en su vida para cruzar el mundo. Regresó y enseguida partió en una gira con la selección. Volvió y se fue a jugar al Recreativo de Huelva. Todo el mismo año: 1985. Puro vértigo. Ni siquiera tuvo tiempo para conocer Montevideo. Y de pronto, cuando tenía 28 años, se rompió el tendón de Aquiles y no quiso jugar más. Regresó de España, pasó de largo por la capital uruguaya y se instaló en Salto, donde vive actualmente a los 58 años de edad.

Habla breve y con el repertorio del hombre de campaña. “De a ratos juego al fútbol con los veteranos. A mi edad no aguantan mucho las chuecas” dijo a Referí refiriéndose a las piernas. “A los 58 no es para andar en la vuelta, ahora hay que mirar y disfrutar más de afuera” agregó.

Alzugaray, la camiseta de Huelva y el trofeo que ganó por ser goleador en la Segunda de España

Trabaja en una distribuidora, pero “con esto del covid se trancó todo y ando changueando. Tengo conocidos que me consiguen algo y si no manso, esperando a ver si pasa esto”. Los siete años en Europa le alcanzaron para comprarse la casa en Salto y poco más. Todo se termina, también el dinero: “Tuve poco, no era como ahora, pero no me quejo porque en ese tiempo anduve y recuperé lo que había que recuperar. Desde el 92 no soy profesional, compré la casa y estoy tranquilo, siempre luchándola”.

El seguimiento de Espárrago

Quebracho es una villa en Paysandú. En 1963 tenía 1.268 habitantes. Ese año nació Alzugaray, el noveno hermano de la familia. De niño era vago para estudiar. Iba a la escuela y se quedaba jugando al fútbol en cualquier campito. Creció con la pelota y los caballos. Su padre y sus tíos eran domadores. Y él se no se quedaba atrás. Se fue a vivir con su abuela, alejado de la zona poblada. Jugó al baby fútbol en Oriental y Huracán. Después en Boston River local. De la selección de Quebracho pasó a la de Paysandú, donde estuvo dos años. Ahí lo vio Víctor Espárrago, técnico de Nacional.

Dos años me anduvo siguiendo Espárrago en el campeonato del Litoral. Jugábamos en Artigas, en Fray Bentos, Rivera. El primer año no pude ir a Nacional, pero el segundo sí” contó el hombre al que bautizaron Pitufo en la capital sanducera. Un apodo a su altura: 1,69 metros.

Atrás de Alzugaray se ve a Carlos Aguilera

En 1985 pidió pase de Wanderers de Paysandú para los tricolores. “Fue un cruce que hice por ahí. Un escalón lindo para mi, desde mi Quebracho natal a Montevideo. Llegué de Paysandú y a los cinco días salimos de gira. Volvimos y volví a salir con la selección uruguaya. Si te digo que estuve 28 días en Montevideo es mucho porque al regresar con la selección Espárrago había arreglado con el Huelva y me llevó para España junto con Luzardo”.

Una historia increíble del hombre que pasó de futuro domador a jugar en Nacional y en la selección uruguaya que dirigía Omar Borras y se preparaba para el Mundial de México 1986, al que ya había clasificado. “Los caballos me gustaban mucho. Yo andaba con mi padre y mis tíos en los ruedos en Salto y Paysandú cuando tenía 18 o 19 años. Capaz que si no hubiera seguido en el fútbol hubiera sido domador”.

El cambio de vida

Pero el fútbol era su destino: “Me acuerdo que fui a Montevideo y me vine y me volvieron a llevar. El fútbol era para mi, fui tocado por la varita y tuve que arrancar” recordó.

De Quebracho a vivir en el Parque Central, en el medio de la ciudad. Un cambio brutal que Alzugaray no resistió. “Me llevaron al Parque, pero yo no estaba acostumbrado a estar encerrado, entonces me llevaron a Los Céspedes. Allá si, quedé tranquilo, en el campo, ahí me fui acostumbrando, pero pasé de viaje”.

Echó de menos la calma. “¡Había que andar en Montevideo, yo no estaba acostumbrado!”. Ya había extrañado el cambio cuando se fue de Quebracho a Paysandú, a 83 kilómetros de distancia. “En Montevideo no conocía nada, no salía del Parque los primeros días. Mi tía me iba a buscar para dar unos paseítos, pero nada más”.

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Entonces, entre gira y gira pidió traslado. Se fue a vivir al complejo de entrenamiento, en las afueras de Montevideo, junto al casero y su esposa: “Tenía una bruta amistad con el cuidador, un veterano. Pasábamos lindo, me gustó un montón. Tenía que madrugar para agarrar el ómnibus para ir a entrenar en el Parque Central. A veces pasaba algún compañero y me llevaba, sino me iba en el ómnibus. Pero eso era lo de menos, a mi me gustaba estar en el campo. Después me quedaba en el Parque y volvía de noche”.

Recorrió muy poco de Montevideo y lo hizo caminando, porque no tuvo auto mientras vivió en la capital. “Me gustaba andar a pie para conocer más, pero no me dio el tiempo. Salía de 8 de Octubre, recorría la principal (18 de Julio) hasta la agencia de Onda o hasta la de Agencia Central”.

Debut y viajes

En la cancha voló. No le costó nada adaptarse a jugar en Primera división. “Ni yo me lo creía. Aparte me gustaba Nacional y llegar de Paysandú y salir jugando. Estás loco. Fui directo a Primera división. Era rápido y aguantaba, porque en el Litoral había que aguantar para jugar, mirá que la gente te tiraba piedras desde afuera de la cancha”.

Debutó el 13 de marzo de 1985 en Lima, en un amistoso contra la selección de Perú. El partido terminó 2-2 y Alzugaray marcó un gol. Los dos de los peruanos los hizo José Velásquez. Unos meses después fueron compañeros en un clásico.

Jugó dos de los partidos contra Peñarol por la Copa de Oro de los grandes. Ahí, dice que lo atendieron de lo lindo los volantes de Peñarol. “Tuve de contrarios a Saralegui y a Bossio, y había que aguantar. No me olvido de los choques de los delanteros nuestros con los defensores de ellos. Era increíble. En uno de esos partidos le hice un gol a Fernando Alvez”.

Alzugaray en Nacional; jugó en 1985

En otro jugó el peruano Velásquez, porque se podían invitar a jugadores extranjeros. “Era tan grande que tuvimos que amontonarle dos camas para que durmiera cómodo”, recordó Alzugaray.

No había cumplido ni una semana en Montevideo cuando el equipo viajó al exterior. “Nunca me había subido a un avión. Al principio tenía un poco de miedo, pero pagué los platos rotos con mis compañeros que me tomaban el pelo. Me hacían de todo. Imaginate, no sé cuántas horas anduvimos arriba”.

Viajó a Arabia Saudita y también a Japón con la selección uruguaya para disputar la Copa Kirin. “Anduvimos por todos lados. Salí 23 días con Nacional y 20 con la selección”.

Con la celesta debutó el 23 de abril, también frente a Perú en Lima. Entró por Juan Ramón Carrasco. Luego jugó contra Colombia en el Campín de Bogotá y el tercer y último partido, con gol incluido, fue ante Malasia en Osaka.

“Era buena aquella selección. Viajamos bastante para jugar los amistosos antes del Mundial. Yo estaba en el grupo de Borrás, pero justo me fui a Huelva que estaban en la B de España y no se acordaron más de mi. Mientras estuve en Uruguay jugué”, contó el exdelantero.

Se fue con libreta

En agosto de 1985 jugó por última vez con la camiseta de Nacional y pasó al Recreativo de Huelva. Antes de irse sacó la libreta de conducir con el auto del golero José Luis Sosa. “En la campaña yo manejaba, me tenía que sacar el miedo de andar en la ciudad”.

Extrañó durante el primer mes en España. Especialmente las amistades y la escasez de yerba para el mate, hasta que conoció un lugar en Sevilla donde la vendían. Junto a Víctor Espárrago, Arsenio Luzardo y Ruben Beninca, los uruguayos que pasaron por el club en esa época, recorrían los 93 kilómetros de distancia para comprarla. Casi como ir de Quebracho a Paysandú. “Ellos estaban con sus respectivas familias y yo estaba solo. Me costó al principio, pero después me adapté. La gente de allá es increíble”.

Un recuerdo de los hinchas del Huelva

Si bien el Huelva estaba en Segunda división, en la Copa del Rey enfrentó a los grandes del fútbol español. “En los ocho años que estuve conocí casi todos los estadios, jugué en todos, contra Real Madrid, Barcelona, Atlético de Madrid. Anduve lindo todos esos años, pero lo mio quedó allá”.

El 13 de octubre de 1985, pocos días después de su estreno con la camiseta blanquiazul, Alzugaray marcó cuatro goles en la victoria 6-1 de su equipo ante Athletic Bilbao. Ahí empezó a sellar su idolatría. En total disputó 244 partidos y marcó 115 goles.

Fue tanto el furor que generó el futbolista sanducero, que los hinchas del Recrativo inauguraron una peña en su honor: “Peña Cultural Recreativista Alzugaray”.

Cuando regresaba a Uruguay de vacaciones se iba directo a Salto, donde vivían sus padres. “Tenía 20 o 22 días de vacaciones y trataba de juntarlos a todos”. Eran los nueve hermanos y una banda de sobrinos. Dos días antes de volver a España pasaba por Montevideo para visitar a su tía y primos.

El final, a los 28 años

Desde que dejó el club en 1992 no regresó más a España. Ese año se rompió el tendón de Aquiles y justo se le había terminado el contrato. Tenía apenas 28 años. “Había que esperar y dije, me voy. Me vine y no volví más. Hice la recuperación de un año y me quedé jugando en Salto”.

En 2019 Recreativo de Huelva lo invitó para los 130 años del club, pero no pudo ir. “Estaba sin pasaporte, hice el trámite urgente, pero agarré una huelga del correo y no me lo trajeron. Se trancó en Montevideo y no me dio el tiempo para viajar. Luzardo fue, pasaron re bien. Tengo contacto con casi todos ellos, me siguen esperando allá y voy a ver cuándo se puede ir”.

Alzugaray en la actualidad sigue a Nacional por la televisión

De Nacional recibe saludos en las redes sociales: “A veces me ven en Facebook y me saludan. Algunos se acuerdan, los veteranos. Me dicen, ‘vos sos el paisano que jugó en Nacional’. Es tan poco lo que estuve que solo los más viejos se acuerdan”.

De su recorrido de ocho años por el fútbol profesional le quedaron momentos, imágenes: “El fútbol te hace conocer un montón de cosas, ciudades, países, estadios y gente. Tanto que anduvimos por ahí, hemos estado con presidentes, con los árabes, y quién iba a pensar yo que iba a conocer todo eso, una alegría enorme”.

Afincado en Salto

Después de recuperarse de la rotura del tendón de Aquiles continuó jugando al fútbol en algunos equipos de Salto.

También montó algún caballo, para no perder la costumbre: “En España no me dejaban. El contrato decía que no podía andar en moto y mucho menos montar a caballo. Cuando volví a Salto anduve un tiempito a caballo, pero para andar arriba de esos nenes si no tenés agilidad, marchás”.

Cuando abandonó el fútbol dirigió a algunos equipos de varones y de mujeres, pero ya dejó todo. A veces se tienta con hacer el curso de entrenador, pero  aún no se decide. Mira fútbol por televisión: “El fútbol local está flojo, pero la selección está bien. Hay una renovación de jugadores y creo que va a seguir arriba por varios años”.

También sigue a Nacional: “Tiene jugadores jóvenes, con dos o tres veteranos mechados. Está trabajando bien en inferiores, le está dando oportunidades y eso es bueno. Les dan ganas extras a los juveniles porque saben que en cualquier momento le puede tocar la campanita para subir”.

A él le tocó, aunque llegó directamente para jugar en Primera división. Una ráfaga que pasó por Nacional, por la selección y por el fútbol español. Con la misma rapidez con la que jugaba.

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