En la cancha se escucha el grito “Dale campeón” y uno de los jugadores es levantado en andas. “La revancha cuando quieran”, le dicen los ganadores a los perdedores de ese partido amistoso. En la práctica de ese martes en el Complejo de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) se puede ver una imagen que los fines de semana no existe: la de un árbitro alegrándose por el resultado de un partido.
Sobre el césped sintético del gimnasio del complejo de la AUF se mezclan los árbitros internacionales con los de primera y segunda categoría, los de fútbol playa, fútbol femenino, formativas y fútbol sala. Hay muchos hombres –adultos y jóvenes– y pocas mujeres. Están los que tienen sus propias camisetas deportivas, los que visten una de FIFA o los que entrenan con las de AUF.
Los 180 jueces del fútbol uruguayo tienen dos entrenamientos obligatorios por semana en los que ejercitan fuerza y resistencia y uno opcional. Durante el día hay tres turnos para entrenar –de mañana, de tarde y de noche– y cada árbitro elige según su horario según le conviene.
Las prácticas son en general en la cancha sintética, la única techada del complejo, porque tiene luz artificial, aunque los entrenamientos matutinos pueden desarrollarse en una abierta, esas que en la preparación del combinado absoluto de Uruguay utilizan Edison Cavani, Luis Suárez, Federico Valverde y todas las estrellas de la selección uruguaya mayor.
Ese martes uno de los cuatro preparadores físicos que guían los entrenamientos estuvo más flexible y les permitió jugar al fútbol entre ellos a los del turno de la tarde y por eso los gritos de gol y festejos. Quienes llegaron para el siguiente turno no eran más de 20 jóvenes.
“Hagan tres minutitos acá, en ese raya”, indica el preparador físico. Sus dirigidos se quejan y hacen los mismos comentarios que se pueden escuchar en un entrenamiento de jugadores de fútbol. Aunque ese día en que Referí observó el entrenamiento de los jueces, estos protagonistas del fútbol tenían un tema de conversación distinto: al día siguiente se jugaba la final del Clausura entre Nacional y Peñarol y el VAR se iba a utilizar por primera vez en el fútbol uruguayo. Entre ellos debaten sobre esta novedad hasta que el profe los corta y les pide un progresivo hasta la mitad de la cancha.
Los árbitros ahora tienen una cancha techada para entrenar, vestuarios cómodos, frutas y agua a su disposición. Esta realidad es diferente a la que vivieron hasta hace algunos año, cuando muchas veces se tenían que arreglar corriendo por alguna avenida de la capital.
Este fue el año que más entrenamientos tuvieron porque el tiempo no los afectó. Cada vez que llovía podían entrenar bajo techo y en una cancha que no quedaba blanda por el agua.
Hace 25 años, cuando Fernando Falce comenzó a arbitrar, la rutina era salir a correr por la calle Veracierto. Luego, recuerda, pasaron al Complejo Militar de Bulevar Artigas y Garibaldi. Allí estuvieron durante 10 años. También entrenaron en el estadio Charrúa y en la pista oficial de atletismo del Parque Batlle. “Pasamos por muchos lugares, después estuvimos de nuevo en la calle”, contó a Referí.
El Complejo de la AUF lo utilizan desde julio. Antes se preparaban en el estadio Nasazzi.
Ese lugar “estaba notable”, define Falce, que es juez de Primera hace 20 años y tiene 43. “Nunca teníamos problemas y el canchero siempre estaba a disposición. Los días de lluvia podíamos entrenar en pasto, solo que cuando había tormenta eléctrica o lluvias intensas teníamos que suspender”, dijo.
Pero en la cancha de Bella Vista tuvieron problemas con las duchas porque no les alcanzaba el agua o porque se tenían que bañar con agua fría, contó a Referí el árbitro de primera categoría Federico Modernell. Esto era un problema mayor para aquellos jueces que después del entrenamiento tenían que ir a trabajar. “Hablamos y no se arregló, entonces decidimos buscar otro lugar y ahí fue cuando surgió el Complejo de la AUF”, comentó.
Falce cree que faltan algunos elementos para estar en una situación ideal. Por ejemplo, tener una pista de atletismo para correr y tener ropa de entrenamiento porque cada árbitro, dice, entrena con lo que tiene.
A su vez, entrenar en una cancha dura como la de césped sintético les puede generar a los árbitros sobrecargas musculares que les pueden derivar en lesiones. “Se va a pedir entrenar en otras de la canchas del Complejo, no solo en césped sintético”, dijo a Referí el presidente de la Asociación Uruguaya de Árbitro de Fútbol (Audaf), Marcelo de León.
“Lo que necesitamos es tener una mixtura de una cancha natural y utilizar el sintético cuando hay mal tiempo o como entrenamiento específico”, resumió De León.
Pese a estas carencias, la realidad es distinta a la de algunos años atrás. Los jueces del fútbol uruguayo pasaron por lugares que estaban en malas condiciones, que se inundaban, que no tenían agua.
En 2014, por ejemplo, los árbitros dejaron de entrenar en el Centro Militar y fueron a hacerlo en CAFO, en el Parque Batlle. En aquella oportunidad, según la crónica de Referí, los jueces del turno vespertino y nocturno no tenían vestuarios para cambiarse.
En el Complejo Militar de bulevar Artigas tuvieron una serie de inconvenientes, según relató el juez Christian Ferreyra en ese año, porque surgió una diferencia con otros atletas que llegaron a entrenar. Además, se apagaba la luz a las 21, una hora después de comenzar el entrenamiento.
En 2018 seguían los problemas. Los árbitros entrenaban en el Nasazzi, pero dejaron de hacerlo allí porque el estadio de Bella Vista se comenzó a resembrar. Los jueces recibían por mail una rutina, pero no era lo mismo que hacerlo con un profesional cerca. “El ejercicio lo puede hacer o no, de pronto no me exijo o lo hago mal y me termino rompiendo", reveló en ese momento el juez Javier Bentancur a Referí.
Los preparadores físicos –que eran tres y ahora son cuatro– mandaban una rutina de entrenamiento y entre los árbitros se las arreglaban para cumplirlas, algunos en grupo, otros solos.
Carlos Roca (35) llegó al Complejo con camisa y pantalón. Lleva ocho años como juez y está en segunda categoría. Prefiere el turno de la noche porque tiene que adecuar sus horarios no solo a este entrenamiento, sino también a las dos carreras que estudia, a su trabajo en la empresa Toyota y a la actividad gremial en Audaf.
Hace un año empezó a estudiar la licenciatura en Historia y desde hace tres Ciencias Políticas. Este 2019 fue un boom para sus estudios universitarios porque, al ser un año de elecciones, tenían ejemplos prácticos para poder analizar.
Uno de los árbitros con los que suele charlar Roca todos los días es Modernell, pero nunca habían hablado de la carrera que estudiaba cada uno. Al punto que un día se cruzaron en el salón de clases de la Facultad de Humanidades y se dieron cuenta de que también son compañeros en la Universidad de la República.
“Fue de casualidad. Cuando entro y lo veo ahí... fue cómico”, comentó.
Modernell tiene 32 años y, al igual que Roca, es árbitro de AUF desde hace ocho. Terminó el liceo hace dos años y en 2019 empezó la licenciatura en Historia, donde aprobó cuatro materias y le quedan “un par” para terminar el primer año.
Modernell fue jugador de fútbol antes de su rol actual, jugó en la Liga de Canelones y pasó por la Primera división de Villa Teresa. Su padre también es árbitro y le insistía para que, cuando dejara de ser jugador, se dedicara a impartir justicia en las canchas. “Quise probar y me encantó. Me di cuenta que me gustaba mucho”, definió.
En el momento de tomar la decisión no pensó que los árbitros tiene que tolerar insultos en las canchas y soportar a los hinchas que van a descargarse. Modernell empezó a notar estas situaciones que padecen con el correr de los partidos y se dio cuenta que es algo que se toma como normal. “Es algo naturalizado y los que ingresamos en esto ya sabemos cómo son las reglas”, lamentó.
Para el juez y exfutbolista es difícil coordinar todas las actividad porque, además, trabaja en el Ministerio de Desarrollo Social (Mides) y tiene dos hijos, una de 12 y uno de seis. Por ahora la lleva bien: “El arbitraje, estudiar historia y trabajar en el Mides son cosas que me gustan y así es mucho más fácil organizarse”, destacó.
Cada uno de los 180 árbitros se hace un lugar en su rutina para ir a entrenar al menos dos veces por semana. Esto forma parte del convenio que asegura a los jueces tener un ingreso fijo mínimo base durante todo el año.
En el Complejo de la AUF se los puede ver sin la presión de las tribunas de los estadios y de las cámaras de televisión que analizarán al detalle las polémicas. Y también se los puede ver festejando el resultado al final de un partido cuando en cambio, los fines de semana, levantan los brazos y señalan al círculo central con la expresión más neutral posible.
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