Mundo > El presidente aymara

Auge, esperanza y caída de Evo Morales: un legado en examen

Entre 2006 y 2015 logró reducir la pobreza de 37% a 17% pero al momento de su renuncia el déficit fiscal es del 8% del PIB anual
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16 de noviembre de 2019 a las 05:01

Un campesino criador de llamas llegaría a la Presidencia de Bolivia! ¡Quién iba a pensar que todo su liderazgo virara hacia un fuerte deseo de aferrarse poder! ¡Quién lo viera en un palacio presidencial de lujo que mandó construir y años después tirado en el suelo, en una carpa improvisada, huyendo de su país!

Evo Morales llegó al poder en enero de 2006 con un apoyo impresionante (54% de los votos), con la bandera de defender a los indígenas y a los pobres. Fue el primer presidente de origen indígena, pero fue desencantando a gran parte de sus seguidores, sobre todo de las nuevas generaciones a las que subestimó, hasta que los militares le solicitaron su renuncia tras una crisis política que precipitó su caída y asilo en México.

Hay quienes dicen que Evo (como lo llaman amigos y opositores) desperdició la oportunidad de convertirse en un “Nelson Mandela andino”, en cuanto líder nacional que trató de reivindicar los derechos de sectores desprotegidos y unificar un país. Seguramente Evo no tuvo la visión y menos aún la admiración universal de Mandela en su lucha contra el racismo, pero sí luchó por poner fin a cinco siglos de opresión contra los pueblos indígenas de Bolivia y redujo las tasas de pobreza de su país casi a la mitad. 

En 2017 Bolivia llegó a ser uno de los países con mayor crecimiento económico en América del Sur. La pobreza extrema disminuyó de 37% a 17% entre 2006 y 2015. 

Evo Morales llegó a construir una economía próspera, pero lamentablemente a expensas de derechos democráticos en los últimos tiempos.

En 2008, la revista Time lo nombró como una de las cien personas más influyentes del mundo. También se lo ha comparado con el líder turco Mustafa Kemal Ataturk de Turquía, fundador de una nación. 

Pero los tiempos han cambiado y ahora su legado es un país complicado desde el punto de vista político y económico. 

https://www.elobservador.com.uy/nota/jefe-de-diplomacia-de-la-ue-apoya-a-jeanine-anez-y-llama-a-preservar-exitos-de-evo-morales-20191113174712

Lo cierto es que este hombre de 60 años de edad, de 1,75 metros de altura, rostro adusto, de pocas palabras, orgulloso de su origen indígena, apasionado por el fútbol y el cultivo de coca, estuvo al mando de Bolivia durante casi 14 años (2006-2019); su invencibilidad se desvaneció al inclinarse hacia la autocracia, ante intensas protestas con muertos y heridos que detonaron sus ambiciones políticas.

De la nada al todo

Si algo caracteriza a Evo Morales, es haber emergido de una familia rural muy pobre, y escalado a punta de deseos de reivindicación social. Fue campesino y pastor de llamas desde los 5 años durante toda su niñez; una etapa de sacrificios. 

Trabajó de ladrillero, panadero, trompetista y se las ingeniaba para jugar al fútbol, deporte que más tarde lo llevó a ocupar su primer cargo sindical como Secretario de Deportes de su comunidad. 

Posteriormente fue nombrado secretario ejecutivo de la Federación del Trópico y siempre se resistió a cualquier plan de erradicación del cultivo de la hoja de coca, al considerarla parte de la cultura ancestral de los indígenas. Poco a poco, difundió sus puntos de vista más allá de fronteras, en defensa del cultivo de la coca.

En 1997 fue elegido diputado por Cochabamba, y en 2002, con el Movimiento al Socialismo (MAS), elaboró un programa de gobierno que incluía una nueva política de hidrocarburos, “lejos de los intereses de los imperialistas”, dijo. En 2006, cuando alcanzó el sillón presidencial, declaró la estatización del sector de hidrocarburos.

Algunas de las resoluciones de su gobierno fueron: reducción de los salarios de funcionarios de gobierno y de la administración pública (incluyendo el suyo);  campaña de alfabetización en las lenguas locales aymara y quechua; declaración del Estado independiente de la religión;  ley de Telecomunicaciones (con la que el gobierno acaparó los medios de comunicación);  ley contra el racismo; la entrega de títulos de propiedad de tierras estatales a campesinos pobres: estatización de latifundios y empresas como la telefónica Entel, la cementera Fancesa y las minas de Huanuni y Coquiri.

También incrementó el presupuesto asignado a la salud en 173% entre 2007 y 2014, lo que convirtió a Bolivia en uno de los países sudamericanos más comprometidos con la prioridad sanitaria, según la OMS. 

“Ya no somos un país de mendigos”, solía repetir Morales. De hecho, durante su primera legislatura, el precio de los minerales y gas exportables creció 120% y se multiplicaron los ingresos del Estado, así como la disponibilidad de divisas. 

El PIB alcanzó un pico de crecimiento de 6,2% en 2008, según datos del FMI. 

A lo largo de sus distintos períodos presidenciales, el  financiamiento de programas sociales, los aumentos de salarios y las ayudas a familias indigentes se logró fundamentalmente por los altos precios internacionales del gas y de los minerales y los planes de expansión de las industrias extractivas.

El deterioro comenzó en el año 2010 como consecuencia de la crisis económica mundial, a lo que se sumó el lapidario decreto de Morales de la eliminación de los subsidios a los combustibles, que luego dejó sin efecto pero sin poder frenar la ola de protestas que se desencadenaron en todo el país. El alza de precios de los productos de la canasta básica y la inflación en general se desató, así como el descontento popular.

Un emperador incansable

Bajo la mentoría de los gobiernos de Castro en Cuba y Chávez en Venezuela, Evo difundió su ideología de izquierda, clamando por la igualdad y la justicia social con un estilo populista. 

Se relacionó mano a mano con todos y cada uno de sus seguidores, se mostró encantador aunque con una veta autoritaria que, según los periodistas que lo acompañaron en sus giras y campañas, se fue acentuando al punto de sentirse emperador. Le llegó a pedir a uno de sus acompañantes políticos que le atara los cordones de los zapatos, tal como se aprecia en un video que mucho circuló en redes sociales.

El periodista de Financial Times Andrés Schipani da cuenta, en un reciente artículo, de cómo el mandatario, de una gran voracidad, solía moverse de pueblo en pueblo con gran entusiasmo, en el avión presidencial, en helicóptero o en automóviles por carretera, pagando en las casetas de peaje con dinero de su bolsillo, recibiendo ponchos, sombreros y hojas de coca de la gente al pasar, siempre incansable. 

Morales llamó la atención mundial desde sus inicios como presidente al vestirse con chompas de lana de alpaca, aún en eventos oficiales, y también túnicas dignas de un emperador, tomar sopas de pollo en sus giras por el país en bandejas de plástico y alojarse en carpas, o caminar por los poblados con ampollas sangrantes en sus pies sin detenerse. 

Esta faceta populista y cercana la alternó más adelante con un ego fuera de control, según sus críticos, lo que se reflejó en la construcción de un nuevo palacio presidencial de 25 pisos en La Paz y un museo en su lugar de nacimiento para honrarlo, además de otros proyectos faraónicos, canchas de fútbol en pueblos donde no hay escuelas ni hospitales, un avión de lujo y satélites chinos de dudosa operatividad, entre otras excentricidades. 

Pero los precios altos de los commodities cayeron, los bolivianos sintieron el cambio de la economía en sus bolsillos y muchos campesinos indígenas ya no se sintieron representados por él.

El declive

Uno de los grandes reveses de Evo se dio en 2016 cuando perdió un referéndum que le permitiría su reelección indefinida. A pesar de eso,  los magistrados concluyeron que Morales tenía el derecho a ser elegido igual, basándose en la Convención Americana de los Derechos Humanos, según dijeron. Evo continuó así en el poder, aunque esto le costó caro ya que muchos votantes se sintieron engañados y no se lo perdonaron. 

El 20 de octubre de 2019 hubo un cambio en los resultados de las elecciones generales en favor de la candidatura oficialista (que iba por su cuarto mandato), lo que volvió a encender la indignación en una parte de la ciudadanía, en especial de los jóvenes que ven en el mandatario su falta de legitimidad e interpretan que su liderazgo ya forma parte del establishment. Todo esto desencadenado por una economía que ha dejado de ser próspera.

¿Qué deja Evo Morales como legado? En octubre, la calificadora Fitch Rating revisó la perspectiva para Bolivia de estable a negativo. El déficit fiscal del Ejecutivo se sitúa en alrededor del 8% del PIB anual.

Una semana antes de las elecciones de octubre, el FMI proyectó un crecimiento de 3,9% al cierre de este año, pero solo las dos semanas de paro que se dieron posteriormente representaron pérdidas de casi US$ 170 millones.

Ahora, desde México, tuitea sobre la política boliviana y escribe: “volveré”. Una promesa para muchos, una amenaza para otros. Pero lo hace desde muy lejos de La Paz. 

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