Mario Bergara de niño acompañaba a su padre, periodista deportivo, al viejo edificio de La Mañana y El Diario en la calle Bartolomé Mitre. Ahí esperaba que las jornadas laborales, que se extendían hasta después de la medianoche, transcurrieran entre resultados de partidos de básquetbol y el humo de los cigarrillos. Pero su vocación estaba lejos de eso, comenzó a aparecer años más tarde y era una carrera no tan usual en esa época: economista. Ya recibido en la Universidad de la República, y trabajando en el Banco Central (BCU), realizó una maestría en la Universidad de California en Berkeley.
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