Cáñamo y cannabis medicinal: potencial exportador por US$ 1.000 millones para superar a soja, arroz y lácteos

El cultivo es una de las vedette del agro, pero tiene algunos escollos regulatorios que le impiden su “explosión” a corto plazo, según CPA Ferrere

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11 de septiembre de 2020 a las 05:04

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Es uno de los cultivos de moda en Uruguay y en el mundo. El cáñamo avanza a pasos de gigante en varios países con uso que va desde la medicina hasta la alimentación.

A principios de agosto, el gobierno emitió dos decretos orientados a impulsar el desarrollo de la industria del cáñamo y del cannabis medicinal. La nueva regulación produce “un cambio radical” ya que abarca al cáñamo industrial dentro de las posibilidades de exportación, que hasta entonces se limitaban únicamente al cannabis medicinal, dijo el socio regional del estudio CPA Ferrere, Leonardo Isoardi. 

De todas formas, el experto considera que este paso es “insuficiente” para “catapultar” un boom del sector en el corto plazo en Uruguay, ya que los potenciales y actuales inversores están esperando “más certezas” para instalar sus proyectos.

Lo que se hizo y su potencial 

Uno de los decretos del Ejecutivo de Lacalle Pou autoriza la exportación de los volúmenes de cannabis psicoactivo de uso medicinal cosechados en las zafras 2018, 2019 y 2020, el otro hace lo propio para el cannabis no psicoactivo (cáñamo). A partir de ahora las empresas podrán vender cáñamo con fines industriales, como la fabricación de cosméticos, alimentos o bebidas. 

Según Isoardi, el potencial de esta actividad comercial “es incalculable. En poco tiempo, este mercado va a estar exportando más de US$ 100 millones y tenemos clientes que están pensando en exportar de acá al año que viene US$ 50 millones, un tercio de lo que exporta un frigorífico”, comentó. 

Pixabay

Ese mismo mercado está proyectando que en 2022 va a estar exportando US$ 500 millones, de acá a tres o cuatro años, más de US$ 1.000 millones, comentó el socio de CPA Ferrere.

Así este sector podría colarse de forma repentina en el top de los principales rubros de exportación de bienes y superar a rubros como la soja, lácteos o arroz, que exportaron US$ 1.002 millones, US$ 649 millones y US$ 372 millones, respectivamente, en 2019. Si esas previsiones se cumplen solamente la carne y la celulosa superarían el potencial del cáñamo y el cannabis medicinal. 

De todas formas, Isoardi considera que esa cifra de US$ 1.000 millones de ventas el exterior puede ser considerado conservador y su potencial es mayor. Por ejemplo, Colombia prevé exportar US$ 2.800 millones para el 2025 y Perú ha cuantificado su exportación en US$ 1.000 por hectárea. Además, otros países de la región como Paraguay están a punto de liberar su cultivo para el sector privado, tras un plan piloto de 300 ha que realizó el Estado. 

Una demanda pujante 

Entre los potenciales mercados de exportación, se destacan Italia, Alemania, Israel, Australia y Suiza. El ejecutivo indicó que hay interés de nuevos inversores canadienses, brasileños, argentinos y holandeses, por citar algunos orígenes, que continuamente están consultando las condiciones para producir cáñamo en Uruguay.

“Eso no es mucha novedad. El tema es que están pidiendo por reglas claras para invertir y hoy no están”, lamentó. Esto porque muchos fondos que cotizan en bolsa que si no tienen el retorno previsto para su capital optan por levantar su inversión. Si bien el Ejecutivo legisló sobre las cosechas de 2019 y 2020, no se sabe qué puede pasar con la producción de cáñamo desde 2021 en adelante. 

En Uruguay hay 42 empresas vinculadas o con negocios atados al cáñamo o cannabis medicinal. De ese grupo, hay varias empresas que se instalaron en 2013 y todavía no han logrado exportar nada de su producción, producto de la falta de regulación para ese mercado. 

Dependiendo del porcentaje de cannabidiol (CBD) -una sustancia no psicoactiva a diferencia del THC-, la tonelada de cáñamo para uso industrial se paga en el mercado internacional entre US$ 4.000 y US$ 5.000 por tonelada (una tonelada de soja vale US$ 360). Su uso industrial crece día tras día y se utiliza en cervezas hasta barritas de cereales. 

Según el socio de CPA, el grueso de la industria apunta a ir hacia el cannabis medicinal porque ahí se puede vender la tonelada desde un piso de US$ 8.000 o más según su pureza. 

En Uruguay se maneja un potencial de plantación de unas 2.000 ha en la zona norte del país. Esto porque se trata de un cultivo que requiere especial cuidado y no es a cielo abierto, además de que requiere riego. La zona de Salto se considera ideal porque ya cuenta con ese tipo de ambiente. También existen emprendimientos en San José, Colonia, Montevideo y Canelones.

“A diferencia de otros sectores, a estos inversores no les importa el costo para producir. Solo quieren tener certeza jurídica de cuál será el marco legal para su producción”, señaló Isoardi. Agregó que en general las empresas suelen “asociarse” con algún productor hortícola o agrícola para compartir el negocio y sus riesgos asociados. 

“Es muy importante que el gobierno uruguayo comience a dar señales más claras, porque los decretos fueron un gran oxígeno para el sector, pero hoy por la dilación en este cambio varias empresas han decidido abandonar el país y otras han perdido negocios”, alertó Isoardi. 

El mercado global está en constante crecimiento, específicamente en cáñamo con destino industrial y alimentación. En este sentido, actualmente Alemania tiene una demanda superior a toda la producción de Europa. “Por esto es necesario que el gobierno uruguayo priorice abrir mercados”, apuntó. 

El rubro podría ser también de gran relevancia para la generación de empleo, puesto que se estima que se podría llegar a 10 mil puestos de trabajo directos, indicó el socio de CPA.

Para hacerle frente a esta nueva realidad, y poder competir dentro de un mercado que ha crecido exponencialmente a nivel mundial, el especialista considera que las empresas deberán adaptar sus industrias. “Si realmente se lo propone, Uruguay podría ser el líder del sector a nivel mundial, porque tiene varias ventajas respecto a otros países: tierra, muy buen clima, mano de obra y especialización en cultivos”, aseguró. 

Por último, Isoardi destacó el potencial que tiene para el país la formación de semillas aprobadas por el Instituto Nacional de Semillas (Inase), que se empezarán a comercializar en octubre.

“Este mercado podría llegar a generar una revolución, porque en muchos países no es posible ‘generar’ su propia semilla, pero permiten importarla. “Hoy estamos ante la oportunidad de generar la materia prima, promover una industria que extraiga el CBD y potenciar la especialización científica. Todos los actores deben entender que este es un negocio de tiempo, si no logramos ser que el sector despegue rápidamente otro lo hará”, concluyó el socio de CPA.

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