EFE

China está llevando su lucha ideológica al extranjero

El objetivo es imponerle un alto precio a cualquiera que se oponga al poder del Partido Comunista

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16 de enero de 2020 a las 16:00

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Por Jamil Anderlini

De los anuncios oficiales publicados en el sitio web de la embajada de China en Suecia durante el año pasado, casi dos tercios son vituperiosos ataques en contra de periodistas, políticos y otras figuras públicas suecas.

"Algunas personas en Suecia no deberían esperar sentirse a gusto después de herir los sentimientos del pueblo chino y perjudicar los intereses de China", fue uno de los típicos ataques.

La embajada en Suecia ha sido el ejemplo más agresivo de la nueva "diplomacia combativa y amenazante" de China durante el último año. Pero está lejos de ser el único.

La clave para comprender esta beligerancia reside en las políticas y prioridades que conforman el "pensamiento de Xi Jinping". En numerosos discursos y documentos oficiales, el presidente chino describe una amarga lucha entre el "socialismo con características chinas" y las "fuerzas anti-China occidentales" con sus ideas "extremadamente maliciosas" de libertad, de democracia y de derechos humanos.

En la década de 1950, Nikita Khrushchev  declaró que la Unión Soviética "enterraría" a las democracias capitalistas occidentales. Desde 2013, Xi lo ha explicado de la siguiente manera: "El capitalismo está inevitablemente muriendo y el socialismo está inevitablemente ganando. Ésta es una irreversible tendencia general en el desarrollo de la historia".

Ésta es más una lucha por perpetuar el gobierno autoritario en China que una campaña ideológica pura como lo fue la de la Guerra Fría, y  se está librando en suelo chino. Pero la lucha también está exportándose cada vez más, conforme Pekín se esfuerza por hacer que el mundo sea seguro para la autocracia china. La meta es imponer un precio lo más alto posible a cualquier persona, en cualquier lugar, que se oponga al poder o a los objetivos del partido. Las democracias liberales occidentales son los principales objetivos.

Este impulso en el extranjero comenzó porque la diáspora china, estimada en unos 60 millones de personas, ha crecido mucho durante los últimos años, y se considera una amenaza potencial para la continuidad del control gubernamental por parte del partido en China. La historia de la revolución a menudo se desarrolla entre las comunidades de la diáspora como las que apoyaron a Vladimir Lenin en Suiza, a Sun Yat-sen en Japón, y a Deng Xiaoping y Ho Chi Minh en París. Pero los intentos de promover la influencia de China y el control de las narrativas globales van mucho más allá de la diplomacia pública y llegan mucho más allá de la esfera de la diáspora.

En noviembre, la principal agencia de espionaje de Australia indicó que estaba investigando "perturbadoras acusaciones" de que Pekín había intentado infiltrar un agente en el parlamento federal de Australia. Al agente se le encontró muerto poco después de que reportó el plan, y la policía no ha podido determinar su causa de muerte.

AFP

En la vecina Nueva Zelanda, algunos de los mayores donantes de los principales partidos políticos son empresarios con sede en China que tienen estrechos vínculos con el Partido Comunista. La legislación de financiamiento de campañas vista de forma apresurada por el parlamento el mes pasado ha hecho poco por acabar con las lagunas que permiten este tipo de compra de influencia.

Sorprendentemente, un hombre que pasó al menos 15 años trabajando para el aparato de inteligencia militar chino sigue siendo un miembro electo del parlamento, incluso después de admitir que el partido le había ordenado ocultar su pasado en su solicitud de inmigración de Nueva Zelanda.

La pequeña Nueva Zelanda puede parecer un extraño objetivo para la infiltración del partido comunista, pero el país le es atractivo a Pekín como el punto débil del acuerdo de intercambio de inteligencia de los "Cinco Ojos" que incluye a Australia, a Canadá, al Reino Unido y, lo más importante, a EEUU. Un alto funcionario de inteligencia de uno de estos países le describió a Nueva Zelanda al Financial Times como "al borde de la viabilidad como miembro" de la agrupación, debido a su actitud "pasiva" hacia China y hacia su "comprometido sistema político".

China es el mayor destino de las exportaciones de Nueva Zelanda. Es presumible que por temor a que Pekín respondiera con sanciones económicas, Jacinda Ardern, la primera ministra de Nueva Zelanda, ha hecho todo lo posible por evitar mencionar el tema de la interferencia política china.

La respuesta de Australia ha sido mucho más robusta. China ha advertido que Australia sufrirá consecuencias económicas debido a su imprudencia, aunque en su mayoría han resultado ser amenazas vanas.

Incluso cuando algunos en Canberra estaban preocupados por el mal estado de la relación el año pasado, los envíos australianos a China alcanzaron un récord, representando casi el 40 por ciento de todas las exportaciones. Los embargos políticos a menudo son ineficaces, ya que tienden a perjudicar tanto a los importadores como a los exportadores, aumentando los precios y perturbando las cadenas de suministro.

Existen justificadas preocupaciones en algunos países acerca del aumento de la xenofobia y del enfoque en cualquier persona que sea étnicamente china como si fueran "comunistas infiltrados". El mundo debe protegerse en contra de tal racismo, sobre todo porque sería perverso castigar a las mismas personas que se han mudado a las democracias occidentales para alejarse de un represivo sistema.

Pero ignorar el intimidante comportamiento de China sería una forma muy notoria de racismo hacia los compatriotas étnicamente chinos, ya que ellos son los objetivos principales de las operaciones de intimidación y de influencia de Pekín en el extranjero.

AFP

También sería una insensatez. Tal como lo expresó en noviembre Duncan Lewis, el recién retirado director general de la principal agencia de espionaje de Australia, el Partido Comunista de China ha sido muy hábil en explotar la apertura de los sistemas democráticos occidentales. Los "efectos pudieran no presentarse durante décadas y, para entonces, ya sería demasiado tarde", él dijo. "Te despiertas un día y encuentras que se han tomado decisiones en nuestro país que no benefician a nuestro país".

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