Por un lado, Montevideo aparece el 19 de marzo posicionada en el ranking de The Economist como la segunda ciudad más cara para vivir de la región, seguida por México. Con unos pocos días de diferencia, un estudio elaborado por la consultora Mercer la ubicó en el primer puesto como la ciudad con mejor calidad de vida de Latinoamérica. ¿Cómo puede ser que la capital uruguaya sea la más cara y la mejor para vivir al mismo tiempo?
Un artículo de El País de Madrid de la corresponsal uruguaya Magdalena Martínez, explicó que "entre esas dos clasificaciones transcurre la verdadera vida montevideana, con sus miserias y su loco encanto decadente". Dice que se trata de una "sutileza" que ni la consultora de recursos humanos ni The Economist "pueden ni quieren captar".
La periodista explica que el ranking de Mercer, basado en la visión de empleados de multinacionales, evalúa la seguridad y estabilidad jurídica, acceso a servicios bancarios y médicos, oferta educativa y servicios públicos.
Según el diario español, la diferencia de 78 puestos entre la mejor ciudad para vivir del mundo (Viena) y Montevideo, representa "todo lo que separa un país rico de uno de renta media como Uruguay, que además está rodeado de gigantes como Brasil y Argentina, con altas tasas de criminalidad, debilidad institucional y crisis económica". En ese sentido, la corresponsal uruguaya dice que Uruguay resalta no solo por sus propias cualidades (como la calidad de su democracia), sino que también por la comparación con su entorno.
En tanto, The Economist brinda su visión desde los costos para una Montevideo en donde lo "realmente caro" son los bienes de consumo.
La periodista describe a los uruguayos como "sufridos y austeros", y a su criterio "soportan la falta de glamour de una sociedad de consumo prohibitiva, como soportan también los rigores de vivir en la capital más austral de América, con inviernos cortos y crueles". Y destaca que en los valores que aprecian los inmigrantes que hoy llegan a Uruguay puede también ensayarse una explicación: ciudad poco poblada, "un patrimonio histórico mal conservado, pero de una irresistible belleza decadente", la amabilidad y tranquilidad de la gente ("esos camareros que tardan 20 minutos en traerte un café y otros 20 en cobrártelo, obligándote a no hacer nada 40 minutos al día"). "Y, sobre todo, Montevideo te enseña a comprar menos cosas y a disfrutar de lugares como la rambla", escribe.
Concluye que Montevideo es una de las mejores ciudades y, a la vez de las más caras, "porque los montevideanos han hecho todo lo posible para quedarse en la primera mitad del siglo XX, con un instinto natural para frenar la modernidad y su estrés".
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