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Cómo manejar la desobediencia de los niños

Cuáles son los motivos por los que se origina y cuál es la mejor manera de tratarla
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07 de abril de 2016 a las 06:44

En los niños se origina por diversas causas, puede estar relacionada con problemas escolares, estrés familiar o conflictos entre los padres; algunas veces este comportamiento sólo se presenta en casa; en otras, con todas las figuras de autoridad (maestros, abuelos, vecinos). En algunos, la agresividad y el comportamiento desobediente son la respuesta a la violencia que viven con su familia ya que tienen una larga historia de falta de control y diálogo con sus padres, crecen en un ambiente abusivo y muestran su coraje o frustración mediante la agresión física, sus familias recurren al abuso físico como técnica disciplinaria y se establece un círculo vicioso. Estos chicos descartan la autoridad de sus padres, se sienten infelices y a disgusto consigo mismos, su autoestima está enormemente deteriorada, lo cual incrementa su enojo, hostilidad y agresividad dificultando el establecimiento de una sana relación interpersonal con sus figuras de autoridad.

El portal mexicano Crisolplural indica que la desobediencia, de acuerdo a varios autores, se puede definir como la negativa o el rechazo injustificado, a iniciar, mantener o completar, en un plazo determinado de tiempo, una instrucción u orden emitida por una persona que ejerza la función de autoridad.

La desobediencia, berrinches y oposicionismo son algunos de los problemas de conducta más comunes durante la infancia y resultan muy perturbadores para los padres puesto que se convierten en un claro desafío hacia su autoridad y control. Los niños desafían a sus padres ocasionalmente como parte de su desarrollo, por lo que es muy importante que los adultos tengan claro su método de crianza; es decir, la forma en que los educan para poder enfrentarse a situaciones frustrantes. Mientras son pequeños siguen instrucciones sin oponerse; sin embargo, conforme crecen tienden a expresar su individualidad para alcanzar la autonomía retándolos. Aunque las conductas inadecuadas pueden presentarse en determinadas etapas del desarrollo, es importante que, cuando la magnitud, frecuencia o perseverancia se vuelven excesivas, se busque la intervención de un profesional de la salud mental para corregirlas a tiempo.

Algunos niños desobedecen para llamar la atención, muchos padres no comprenden por qué uno de sus hijos tiene mayor necesidad de afecto que otro cuando son tratados y educados de la misma manera, por lo que conviene aclarar que las necesidades afectivas son diferentes en cada persona. La desobediencia también es producto de la falta de coherencia y persistencia en las acciones de los padres; en ocasiones, se impacientan y no esperan a que los hijos terminen de hacer lo que se les había ordenado y acaban haciéndolo ellos mismos, de esta forma los hijos aprenden que no es importante que concluyan sus tareas, que lo harán sus padres. Otro factor que influye son las expectativas desproporcionadas con respecto a los hijos, a veces se les atribuyen responsabilidades para las que no tienen la suficiente madurez.

Los berrinches o rabietas son expresiones agresivas con las que algunos niños muestran su desacuerdo con alguna situación concreta, son un fenómeno normal dentro del período evolutivo del niño alrededor de los dos o tres años y deben remitir completamente hacia los cinco o seis años de edad. Sin embargo, algunos niños descubren que los berrinches suponen una forma rápida y eficaz para alcanzar sus caprichos, ya que sus padres saben que al satisfacer al niño, éste se calmará rápidamente y les evitará el bochorno de la pataleta cuando se produce en algún lugar público. Evidentemente, a la larga, esta manera de actuar de los padres sólo consigue perpetuar el problema. En general, se recomienda hacer caso omiso cuando se produce la rabieta y retirarle la atención inmediatamente. Es importante que los padres, en ese momento, no pierdan la calma y que actúen con firmeza, negando el capricho sin alterarse, sin gritar ni reñir; puede utilizarse la técnica del "tiempo fuera" en la que el niño recibe una consecuencia por su acto (se le aparta por un breve tiempo, por ejemplo, a su habitación). Posteriormente, una vez calmado, se debe hablar con el niño y explicarle que así no va a conseguir nada, al tiempo que se establecen las situaciones en las que sí podrán cumplirse sus demandas (cuando efectúe ciertas tareas o mantenga comportamientos adecuados).

Para profundizar en este tema y conocer alguna forma para manejarlo, conversamos con la psiquiatra infantil Natalia Trenchi.

¿Cómo se trata la desobediencia?

A cada edad se trata de manera diferente, se puede empezar a hablar de obedecer, o no, una vez que el niño entiende lo que se le está pidiendo. Pero se debe tener en cuenta que el significado de la palabra "no" es algo que aprenden incluso antes de adquirir el lenguaje, por lo que desde ese momento ya se puede empezar a trabajar sobre el hacer caso o no hacerlo.

Lo normal no es que los niños obedezcan siempre, si estamos frente a un niño que hace caso a todo es que algo fuera de lo natural está pasando con él, se estima que los chicos normales obedecen un 60% o 70% de las veces que se les indica algo.

¿Cómo se puede hacer para acotar ese margen de desobediencia?

El adulto debe saber cómo plantear las cosas de manera de facilitar que el niño cumpla, y ahí se ve el arte de los padres, porque a veces es más fácil encontrarse con una desobediencia si se les da órdenes a los niños que si se les da las indicaciones de otra manera: solicitar lo mismo pero buscando una respuesta en positivo, por ejemplo en lugar de ordenarle algo decirle "Necesito tu ayuda, mientras yo cocino, ¿podes levantar estas cosas que están tiradas?" de esta manera se está más cerca de que hagan caso a que si se les dice "¡Vení a ordenar tus juguetes!".

¿Qué pueden hacer los padres para poner límites a los hijos?

Los niños tienen que aprender hay un orden y ciertas reglas que se deben cumplir para vivir en sociedad. Algunas de estas resultan fácil de cumplir y otras que no pero que hay que seguirlas de todas maneras, este es el objetivo final de ponerle límites a los niños, se debe buscar la forma de alcanzar este objetivo sin amedrentarlos sino logrando que entiendan el porqué se tienen que hacer ciertas cosas.

Es importante que sepan el porqué de los límites para que a futuro sean seres autónomos, pero el que sepan el motivo de los límites no significa que estén de acuerdo con los mismos y que el estar, o no, de acuerdo no importa para que los niños hagan caso.

¿Algún ejemplo de esta situación?

Pueden entender que no les compres un celular porque se considera que no es necesario, puede que ellos no estén de acuerdo con los motivos por más que los entiendan, pero el resultado es que no van a tener un celular. Entonces en muchos casos, los padres explican el motivo de los límites, no para que los acepten o no sino para que sepan porqué no se puede hacer.

En esos casos, ¿se debe negociar con el niño o imponer el parecer del adulto?

En muchos momentos se deben hacer ambas cosas, se debe negociar e imponer, siempre que sea posible, el adulto va a elegir el camino menos confrontativo porque, sin duda, es lo mejor ya que se que preserva el clima familiar, el vínculo entre el padre y el hijo. Otras veces va a ser necesario imponer el límite, y en esos casos los padres tienen la obligación de ejercer la autoridad democrática que se tiene

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