Economía y Empresas > Estudio

Convertirse en empresa: el desafío de la actividad emprendedora en la región

Los números del informe Emprender en Iberoamérica reflejan que hay que fortalecer las condiciones para el crecimiento sostenible
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17 de noviembre de 2017 a las 09:02
En España, por cada 100 emprendimientos en etapa temprana, existen 135 emprendimientos consolidados. En Uruguay, por cada 100 emprendimientos en etapa temprana, hay solo 15 consolidados. Estos datos, que se desprenden del informe Emprender en Iberoamérica, dan cuenta de las diferentes proporciones de la sostenibilidad de los emprendimientos entre los países de la región. Este indicador mide la relación entre cantidad de personas emprendedoras establecidas (EB, por sus siglas en inglés) y tasa de actividad emprendedora (TEA) de cada país. Ese ratio resultó ser el más bajo para Uruguay (0,15) y el más alto para España 1,35), único país de la región que presenta una relación positiva entre EB y TEA.

El informe fue presentado por la Asociación de Jóvenes Empresarios (AJE) y la Secretaría General Iberoamericana el 16 de noviembre en el Piso 40 del World Trade Center. Se elaboró para conocer el impacto de la actividad emprendedora en la región y para ofrecer una visión radiográfica y analítica del sector, identificando actores, instrumentos de apoyo, desafíos y oportunidades.

Los números reflejan que, más allá de focalizar los esfuerzos en desarrollar la cultura y espíritu emprendedor, se deben fortalecer las condiciones para el crecimiento sostenible de los emprendimientos.

Según el estudio, para lograr un aumento del número de empresas creadas que a la vez sean sostenibles, se debería considerar la calidad de los nuevos emprendimientos. Allí se entiende por emprendimientos de calidad a aquellos que tienen componentes innovadores, impacto a nivel local, rápido crecimiento y capacidad de internacionalizarse, entre otras características.

Los números reflejan que, más allá de focalizar los esfuerzos en desarrollar la cultura y espíritu emprendedor, se deben fortalecer las condiciones para el crecimiento sostenible de los emprendimientos.

El país con mayor tasa de actividad emprendedora temprana es Ecuador, mientras que Uruguay se encuentra a mitad de tabla.

El informe a su vez subraya que a nivel mundial, las regiones con un desarrollo económico relativo presentan mayor actividad emprendedora. La TEA es más alta en economías impulsadas por factores y desciende a medida que el Producto Interno Bruto (PIB) aumenta. Esto se explica, en parte, porque niveles más altos de PIB generan más y mejores niveles de empleo.

Respecto a la participación en emprendimientos por género, hay una mayor actividad emprendedora de hombres comparada con la de las mujeres. Todos los países, excepto Perú y El Salvador, presentan tasas de actividad emprendedora masculina superiores a la femenina. La diferencia de tasas es más pronunciada en Uruguay, Colombia y Chile, con 11; 8,6 y 7,6 puntos porcentuales, respectivamente.

En la última década, se ha evidenciado un esfuerzo por parte de los gobiernos nacionales o federales
por otorgar cierta especificidad al emprendedurismo, diferenciándolo de las políticas destinadas a las Pymes, lo que incluye la sanción de instrumentos legales específicos.

Respecto a los aspectos normativos, indica el estudio, en los últimos años se constataron esfuerzos por diseñar instrumentos legales específicos, más allá de los existentes para micro, pequeñas y medianas empresas. Sin embargo, todavía queda mucho por legislar.

Los desafíos

La investigación, que fue realizada a través de entrevistas a expertos, representantes de organizaciones y gobierno, emprendedores y académicos, da cuenta del creciente interés de Iberoamérica por el emprendedurismo, tanto desde las perspectivas vinculadas a la innovación, la creatividad y la incorporación de tecnologías, así como a las posibilidades de inserción laboral y económica, particularmente de las mujeres jóvenes.

A su vez, se plantea como desafíos promover la cultura emprendedora con relación al cambio social; fortalecer a los organismos especializados; atender las brechas de acceso a la educación; promover modelos de negocios globales; apoyar iniciativas productivas, ampliar el vínculo con el mundo académico y generar estrategias de inclusión para grupos en situación de vulnerabilidad. Por otra parte, señala que uno de los grandes problemas que enfrenta el sector es que solo entre el 5 y el 10 por ciento de los micros emprendimientos que se crean, logran convertirse en PYMES. Y advierte: “es necesario trabajar para que esa proporción se amplíe”. Rebeca Grynspan, Secretaria General Iberoamericana, alentó a los estados a propiciar el desarrollo de las condiciones, “no solo para fomentar el nacimiento de nuevas empresas sino para ayudarlas a lograr su sostenibilidad”. Y destacó la necesidad de “apoyar la cultura del emprendimiento”, esto es “apoyar una cultura de generación de empleo joven, con entornos que incentiven la innovación productiva, social y ciudadana”.



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