Inés Guimaraens

Cosse, la pandemia y el despegue de las pseudoideologías

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11 de diciembre de 2020 a las 23:04

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Dicen los politólogos que los verdaderos liderazgos se forjan en las crisis. Claro que hay crisis que destruyen y otras que construyen o que, al menos, tienen el potencial de solidificar una figura política. Las “plagas” que azotaron a Uruguay durante el gobierno de Jorge Batlle (aftosa, crisis económica rabiosa, minicorralitos incluidos) no le hicieron nada bien al presidente uruguayo, aunque su liderazgo a nivel partidario estaba consolidado desde hacía mucho tiempo. Todavía es muy pronto para afirmar que esta crisis pandémica forjará la figura que Luis Lacalle Pou heredará para los libros de historia, pero hay muchas chances de que así sea. Y también hay un potencial importante para que algo similar suceda con Carolina Cosse, recién asumida intendenta de Montevideo.

Cosse llegó a la intendencia capitalina a los tropezones, porque la competencia política que se generó en su partido por ese puesto fue intensa y relativamente agresiva, si bien no entre los candidatos, sí entre los sectores. Contra lo que podían ser los primeros pronósticos, la expresidenta de Antel y exministra de Industrias venció al anterior intendente y candidato a presidente, Daniel Martínez, y al recién llegado Alvaro Villar, apoyado por Mujica y compañía, que le habían dado la espalda a la candidata luego de posicionarla por un tiempo como su niña mimada.

Luego de ganar, la nueva intendenta habló relativamente poco, pero pronto dio señales muy claras de que tenía un plan de gobierno afinado de antemano; logró anunciar su gabinete sin filtraciones y con algunas sorpresas que no siguieron las alineaciones que suele respetar el Frente Amplio (FA) en materia de representatividad de sectores.

Lo que tal vez no se esperaba es que también tuviera un plan afinado para darle combate a la pandemia, algo que ya preocupaba sobremanera a Cosse desde principios de año. Cuando Lacalle Pou anunció que no obligaría a los uruguayos a hacer cuarentena, una parte del FA criticó la decisión, entre ellos su líder entonces, Tabaré Vázquez. La ahora intendenta no habló sobre la cuarentena pero en esos primeros meses estaba en desacuerdo con la forma en que el gobierno manejaba la crisis, sobre todo porque consideraba que faltaba diálogo, en particular con la oposición. Cosse, ingeniera de profesión y defensora de los criterios técnicos y científicos, creía firmemente que ella y otros referentes de su partido tenían mucho para aportar a la hora de hacer propuestas y pensar soluciones para contener la pandemia y enfrentar su efecto en la economía. Pero no percibía voluntad del gobierno de involucrarlos.

Parte de su posición queda expuesta en un hilo de tuits en el que acordó con la forma en que Vázquez había definido las prioridades para luchar con la pandemia y al mismo tiempo sobrevivir a ella y no solo en lo sanitario. “Planteo de múltiples escenarios y propuestas acordes, instando como siempre a un gran diálogo nacional y a poder desarrollar una política de Estado”, escribió la entonces candidata a la intendencia.

Así se gestó lo que luego serían las primeras ideas que volcó en su gobierno municipal, apenas asumió. La mayoría de las decisiones que Cosse tomó referidas a la pandemia no son populares y no lo son sobre todo para sus votantes de izquierda: cancelación de desfiles de Carnaval y Llamadas, llamado a no realizar concentraciones públicas de ningún tipo, cancelación de espectáculos municipales, así como cierre de museos, casinos y Planetario, además de la revisión de permisos para hacer actividades y espectáculos que necesiten habilitación de la IMM. También dijo que analizará "medidas más fuertes" contra fiestas clandestinas.

Cosse no dudó, pero supo comunicar estas acciones con la suficiente empatía como para sumar la aprobación de buena parte de los montevideanos que veían como el departamento se teñía de naranja por la cantidad de casos.

La intendenta anunció luego que comenzaba a operar una camioneta para hacer tests de covid-19 en los barrios, un tipo de testeo masivo que hasta el momento el Ministerio de Salud Pública no ha hecho, salvo en ciertos casos en los que ya se habían detectado focos. Habrá que evaluar en el futuro cercano si esta medida da buenos resultados, pero de arranque parece una idea acertada que además de testear lleva conciencia a los barrios.

Todo esto lo hizo antes de que Lacalle Pou anunciara las nuevas medidas. No se trata de una carrera al más rápido, pero el virus no espera y las primeras impresiones, como las que consiguió el propio presidente con su veloz y bien comunicada reacción en marzo, siempre suman puntos a la hora de construir una personalidad pública que logre generar simpatía, incluso entre quienes no los votaron.

La intendenta vino con todo su arsenal bien planificado y pronto para desplegar, pero no olvidó su discurso y su actitud, partes fundamentales de la comunicación política que, sin embargo, no todos los líderes manejan adecuadamente. Esta semana se reunió con Lacalle Pou, dio una conferencia de prensa con el secretario de la Presidencia, Álvaro Delgado, y le habló a los montevideanos/uruguayos en más de una oportunidad: no vayan a las ferias o al shopping a pasear, vayan a hacer mandados. No se junten a mirar partidos o a hacer un asado. En resumidas cuentas, hagan una pausa hasta el 18 (para empezar).

Además, luego de una campaña en que criticó duramente al gobierno por diversos temas, terminó sumando y no restando a la hora de zanjar una polémica que venía de hace tiempo sobre la gobernanza de la Unidad Agroalimentaria Metropolitana (UAM). El mismo día que fue electa, consultada por la prensa sobre el programa del FA que establece que desde la IMM se enfrentarán los embates del gobierno de derecha, dijo que “el programa de gobierno no se cumple oración por oración”. “Tiene 53 páginas llenas de propuestas, encima de las cuales hicimos más propuestas. Vamos a hacer un esfuerzo constante para resolver los problemas de la ciudadanía, para eso nos abriremos a colaborar y cooperar con todos. Vamos a enfrentar el retroceso, pero en constante búsqueda de articulación con todos los actores. Tengo confianza en esa articulación por las conversaciones con el presidente y la vicepresidenta”, agregó.

Con sus decisiones más su actitud, Cosse es ahora protagonista al mismo nivel que un jerarca nacional de primera línea. En la conferencia con Delgado se robó el protagonismo con sus explicaciones matemáticas y lo hizo en un tono conciliador bien distinto al que supo utilizar innumerables veces cuando formaba parte de gobiernos frenteamplistas y se enfrentaba duramente a la oposición, incluyendo el Antel-Arenagate, que generó innumerables rispideces. Ahora, en cambio, hizo varias propuestas que implican cooperación y coordinación constante entre su gobierno departamental y el nacional.

Si logrará o no mantener esta posición –sobre todo es fundamental hacia la interna de su propio partido, que no se la jugó demasiado por ella–, dependerá de sus propias acciones pero también de un sinfín de variables que son imposibles de aquilatar de antemano. Pero esta Carolina Cosse que propone y hace, que negocia y dialoga, que sonríe al lado de la oposición, como debe hacer cualquier jerarca interesado en el bienestar de su pueblo más que en los votos a corto plazo, tiene altas chances de salir muy bien parada de una situación infeliz como lo es una pandemia. Claro que tal vez salgamos de este atolladero en 2021. Y hasta 2025 falta mucho.

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