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Crónica del silencio; así se vivió el final de un ciclo en los mirasoles

Peñarol se fue del Estadio Centenario sin declaraciones, sin hinchas y sin cantos
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15 de diciembre de 2019 a las 22:58

Guzmán Pereira entra con lágrimas en los ojos enfundado en el buzo de golero con el que terminó defendiendo el arco de Peñarol. En los ojos del volante se expresa el sentimiento de Peñarol. El silencio gobernaba la escena.

Y lentamente empiezan a aparecer los jugadores aurinegros. Uno tras otro. En fila. Sin hablar. Cargando el dolor de la derrota. La vista clavada en el piso de Gastón Rodríguez es elocuente. Acaso el español Xisco es de los pocos que no pierde su porte, o el zaguero Tito Formiliano, siempre con mirada firme.

Pero todos trasladan al camarín del Centenario el mismo sentimiento. La derrota impidió forzar una serie final. Es el fin. De un ciclo, de una ilusión que portaban los carboneros de meter el tercer año consecutivo que les permitiera hacer volar la imaginación con un nuevo quinquenio.

Los jugadores de Peñarol se encierran en el camarín con su entrenador Diego López y hay pocas palabras. No hay ánimo para sermones.

El agua de las duchas intenta devolverle la temperatura normal al cuerpo.

A los pocos minutos empieza el desfile de dirigentes que van a acompañar, a brindar una voz de aliento. El vicepresidente Rodolfo Catino, Marcelo Areco, Alejandro Ruibal, Evaristo González, entre otros.

Y la incertidumbre gobierna la escena del camarín aurinegro. ¿Habla o no habla el técnico Diego López? ¿El entrenador brindará explicaciones tras la derrota? ¿Los jugadores pasarán por la conferencia de prensa?

La improvisada sala está armada. A pocos metros del ingreso una mesa con un micrófono y una bandera de Peñarol de fondo esperan por el técnico aurinegro.

Pero la puerta está cerrada y nadie brinda señales en un camarín donde, curiosamente, hay más personal de seguridad que periodistas.

Enseguida sale el golero de la Tercera, Gastón Guruceaga. Se encamina rumbo a la platea. Afuera llueve con intensidad. Regresa. En eso sale Marcel Novick que saluda  a algunos allegados antes de retirarse.

A los pocos minutos hacen pasar a un muchacho y a la distancia se ve salir al Mota Gargano con muletas. Le aconsejan retirarse por el túnel ciego.

De pronto sorprende la figura del ayudante del técnico Diego López, el italiano Michele Fini. Con una agenda entre las manos se encamina al lugar de la conferencia. Llega a la reja y le entrega la carpeta a dos jóvenes con los que intercambia algunas palabras. “Tenemos para media hora más”, dice el italiano. Lo que aumenta la incertidumbre por saber si el técnico López brindará o no explicaciones tras la derrota clásica.

Acto seguido la mayoría del plantel sale en malón, por el mismo lugar que Gargano (el túnel ciego que va por dentro del Centenario), en procura de subirse al ómnibus que los trasladará a Los Aromos.

Los únicos que deciden salir por la platea y pasar por donde estaban todos los periodistas son  Gastón Rodríguez, Ezequiel Busquets y Giovanni González.

Los tres atraviesan la platea mientras la euforia de los hinchas de Nacional les taladran los oídos. Pasan por el vestuario tricolor y ascienden el bus aurinegro.

El vestuario de Peñarol queda vacío.

De pronto, cuando nadie lo espera, el encargado de prensa del club, Diego Pérez, grita a la distancia: “¡Ya está! No hay declaraciones”. Y por curioso que resulte, así fue el cierre del ciclo. En silencio. Sin declaraciones. Sin darle explicaciones a la gente que toleró la lluvia toda la tarde. Que ni siquiera sabe si Diego López sigue o no en el cargo porque su contrato se vence el 31 de diciembre.

El camino desde el vestuario a la salida se hace esquivando el agua que cae de las tribunas.

A pocos metros de la salida se escuchan los cantos de los jugadores de Nacional en su vestuario.

La banderola abierta permite visualizar al Chory Castro subido arriba de los bancos cantando abrazado del juvenil Santi Rodríguez.

Afuera el ómnibus de Peñarol espera en silencio. Triste y solitario. Una sola mujer era mudo testigo de un momento sin hinchas y sin cantos. Así cierra el aurinegro su tormentoso 2019. 

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