Camilo dos Santos

El día que Martínez calificó como "brillante" la gestión de Sendic y su mea culpa hoy

El precandidato se sorprendió al escuchar sus elogios a su sucesor en ANCAP, dijo que sí tiene un "proyecto político" y que prenderá “velitas” para que Curutchet no se vaya a la AUF

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08 de diciembre de 2018 a las 05:04

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Un reducido grupo de un colmado cine Plaza lo aclamaba de pie: “¡Se siente, se siente, Martínez presidente!”. Era 2008 y algunas voces ya visualizaban a Daniel Martínez como una alternativa electoral para el Frente Amplio. El exsindicalista, sin embargo, se llevaría en ese momento un golpe que lo dejaría al borde del nocaut y frustraría no solo una remota posibilidad de ser presidente sino también sus aspiraciones de competir por la Intendencia de Montevideo. Diez años después, Martínez tiene revancha. El Congreso que le cortó la ilusión hace una década lo proclamó el pasado domingo como uno de los cuatro precandidatos a la presidencia para un cuarto gobierno del Frente Amplio. Aunque las encuestas lo dan como favorito en la interna oficialista, insiste en que “los pingos se ven adentro de la cancha” y es cauto a la hora de hablar de los pasados gobiernos de izquierda y sus competidores. Hace diez años se quedó sin la Presidencia y sin la Intendencia. Ahora recibe a El Observador en su despacho del gobierno municipal y habla de lo que haría si mudara su escritorio a la Torre Ejecutiva. 

Después de varios golpes e intentos fallidos, ¿qué sintió el pasado domingo cuando el Congreso lo proclamó precandidato del Frente Amplio?

Uno siente una conmoción en el cuerpo. Este nunca fue el objetivo de mi vida. Cuando estaba en el Secretariado del PIT-CNT había decidido que eso no era para mí. Era demasiado realista y yo era demasiado utópico. Estuve doce años en la actividad privada y en 2005 Tabaré Vázquez me pidió que integrara el directorio de ANCAP. Ahí acepté y empezó todo un proceso que fue generando otras condiciones. Después se dio aquello de la candidatura a la presidencia que después terminó no siendo. Ya en la campaña electoral con Mujica empezó a aparecer en los barrios y en la calle el pedido de una candidatura a intendente, y ahí a uno se le mueven cosas, especialmente dos: uno el ego, que siempre existe, y por otra parte la voluntad de servicio. La combinación entre ambas determinó que uno fuera aceptando los desafíos.

¿Cómo vivió sus candidaturas fallidas?

Me costó. Me preguntaba por qué, y era porque tenía el ego herido. Estuve como seis o nueve meses para recuperarme bien y ser el de siempre. En su momento pensé también en largar todo. Dije: “Me encanta la ingeniería, me iba espectacular económicamente como ingeniero. ¿Qué hago yo acá? ¿Para qué? Ya está, vuelvo a ser lo que había sido durante los 12 años en la gestión privada, militando en un núcleo del Partido Socialista y en mi comité de base”.

Ahora que sí se le abre la ventana, justo es en las elecciones más reñidas en más de 20 años. ¿Cómo ve el panorama? 

Está complicado. Sigo creyendo en el instrumento del FA, por encima de mis discrepancias y cuestionamientos en un montón de temas. Hubo errores propios, a veces no entender una sociedad cambiante. Las comunicaciones cambian, los intereses cambian, los jóvenes exponen sus preocupaciones y la izquierda siempre las ha mirado desde un rol paternalista.  

Camilo dos Santos

¿En qué áreas, tras 14 años de gobiernos frenteamplistas, cree que se avanzó menos?

En el tema social se han hecho cosas muy valiosas, pero hay que dar un salto en calidad. Sobre todo en cuanto a empoderar a la gente. Hubo un tiempo en que había que sacar a la gente del hambre. Había 4% de indigencia; era muchísimo. Gente que vivía fuera de todo, y había que tener políticas de shock. Ahora con la Intendencia buscamos dar oportunidades a quienes no tienen oportunidad de acceder al emprendedurismo. Lo mismo planteo que hay que hacer con determinadas cadenas de valor tecnológicas y en valor agregado. Ayudarlos desde el Estado, con políticas microeconómicas, para que logren generar las condiciones para sacar músculo y ahí sí competir por sí solas en el mundo.  

¿Por qué subsisten los problemas sociales?

La carencia de Uruguay es la falta de transversalidad. Se ataca todo por separado. Hay gente que hace años estaba en la exclusión y la pobreza y hoy en su casa entran $ 40 o $ 50 mil. Quizá les dio para cambiar parte de la casa, algunos muebles, el techado, o poner ventanas en lugar de bolsas de nylon. Sin embargo, es esa gente que fue expulsada de otros barrios que tenían servicios y se fueron al traste del mundo. Ahora hay que abordarlo globalmente. Pasa lo mismo en la seguridad y por eso defiendo tanto estas operaciones que estamos haciendo en algunos barrios. Por eso la IMM ha puesto tanto, inclusive más de US$ 1 millón, en colaborar con el Ministerio del Interior, junto a otros ministerios, para focalizar el ataque a la delincuencia y a su vez recrear trama urbana. Ahí estamos, al fin, trabajando transversalmente.

Lo que dicen muchos votantes es: “Ustedes están hace 13 años. ¿Por qué prometen todo esto ahora?”

Ah, no pasa nada. Los otros tuvieron 90 años y dejaron al país después de una de las peores crisis de la historia. La pobreza bajó de 32% a 7,8%. La indigencia de 4,5% a 0,4%. Eso nunca había pasado. Y mirá que reconozco errores. Es muy fácil hablar ahora. Como les digo a algunos de mis amigos de derecha o votantes de otros partidos: ¡Vos criticás lo que nunca hiciste! Primero reconocé lo que ha pasado en estos años.

Es el FA el que reconoce lo que no se ha hecho. Por algo lo están proponiendo hacer. 

Lo que sí hicimos es el período de crecimiento más largo de la historia, con solo tres años de viento de cola. Claro que me animo a discutir, y digo que falta. Pero hay algunos que tienen que limpiarse la boca antes. Cuando algo se hace bien, que se diga. Estas políticas (de intervenciones urbanas) son el ejemplo de lo que deberíamos haber hecho en seguridad. Son políticas que han logrado transversalizar y focalizar.

Camilo dos Santos

¿Qué opina de que haya muerto un preso en la cárcel a manos de un guardia, que el Ministerio haya brindado información errónea y que después haya ocultado durante semanas la verdadera?

Es espantoso, pero esperemos la investigación para ver exactamente. No sé si es una versión oficial…

Es la versión del comisionado parlamentario, que es una figura institucional.

Estoy de acuerdo y no digo que no haya pasado. Veamos la investigación. Si hay alguien que se equivocó e hizo algo incorrecto tiene que ser sancionado. 

Si se confirma que el ministro sabía, como dijo el comisionado, y aún así mantuvo la información incorrecta, en ese caso ¿debería ser sancionado?

En ese caso, y que quede claro que es bajo esa hipótesis, sería un tema muy grave.

¿Tanto como para exigir una renuncia?

No me hagas decir... Yo ya he señalado que el ministro ha tenido una larga gestión y que un recambio generacional sería más que interesante.

¿Qué cosas cree que han faltado en la gestión Bonomi?

En general falta el Estado y la transversalidad. No hay política por un lado y gestión por otro. La política manda y si hacés las cosas con buena gestión lográs solucionar las demandas de los ciudadanos y los problemas políticos. Es un viejo debate: ¿sabés cuántas veces me han dicho “Daniel Martínez es medio empresario”?

El propio Bonomi ha manifestado que ningún candidato tenía proyecto político.

Le discuto a cualquiera que tengo un proyecto político. Lo que pasa es que entiendo que también hay que ser riguroso, estricto, y aplicar herramientas de gestión para hacer las cosas bien. Lo primero que hay que hacer es romper la burocracia, que existe y hay que combatirla. Hoy cada uno labura por su lado. En general en el Estado uruguayo pasa eso y parte de los logros de la Intendencia es que hemos logrado transversalizar. 

¿Cree que el Mides debe tener un rediseño?

Hay que rever y reformularse preguntas. Hoy no es solo comer, ni solo un techo, ni solo la educación, ni solo la salud. Es todo eso junto. 

¿La gente durmiendo en las calles se les fue de las manos?

Yo sigo muy preocupado con ese tema. Fue lo que traté de comunicarle al presidente.

¿Por qué la IMM no ha logrado paliarlo?

Nosotros estamos para colaborar. Ni siquiera tenemos autoridad para sacar a una persona, salvo que sea espacio público. Lo que queda claro es que el tema de los albergues así como está no alcanza. He hablado con mucha gente y la desaparición de pertenencias, por ejemplo, es algo que muchos mencionan como un inconveniente en los refugios. También la falta de centros diurnos. Es un tema en el que tenemos que rever y trabajar con Cultura, Salud Pública, Mides e intendencias.  

Hablaba muy bien del trabajo liderado por Gustavo Leal. ¿Cree que calza con el perfil de alguien que puede ser ministro del interior?

Ah, no tengo idea. No soy presidente de la República. No me apures a decir algo que no puedo decir ahora. ¡Falta un año para las elecciones! Puede ser y hay otra gente que ha hecho las cosas muy bien. A Leal le tengo un gran respeto y lo aprecio. No tengo dudas que es una persona interesante. Pero estoy lejos de pensar un gabinete. Todavía no gané la interna. De repente si la gano tendré que pensarlo más seriamente.

En la pasada campaña una promesa central fue la reforma educativa. ¿Se prometió demasiado?

Es un proceso largo y que aparte, desde la reforma de Rama en adelante, se ha polarizado. Lo digo sin temor: no creo que la reforma fuera espantosa como dicen muchos. Podía haber cosas con las que estaba en desacuerdo pero tenía muchas cosas valiosas, en defensa de la enseñanza pública. Lo mismo ahora: ¿sos de Eduy21 o sos del gobierno? Eduy21 dice cosas correctas y otras que creo que no son tan correctas. El gobierno lo mismo. 

¿Con quiénes se reunió?

Me reuní primero por separado pero también he buscado un mayor acercamiento. Eso te puedo decir. 

Cuando se le pregunta por su gestión en la IMM siempre destaca el superávit y las inversiones. ¿Cómo haría con el déficit fiscal, siendo que el Estado tiene un gasto mucho más rígido?

Primero ese esfuerzo brutal que hicimos de los gastos de funcionamiento hay que hacerlo igual. Es parte de una cultura cívica. Que todo el mundo entienda que la plata que maneja el Estado es plata de todos los uruguayos. Eso no va a permitir bajar tres puntos el déficit fiscal, pero de repente lo baja medio. Si importará. Después por supuesto hay que rever muchas cosas. No creo en medidas mágicas. Hay que estudiar de qué forma se ayuda a ser competitivo, sector por sector. En uno va a ser con políticas sobre el precio del combustible, en otros con el precio de la energía, en otro va a ser con el tema de impuestos o dólar. 

Usted fue el primer presidente de Ancap bajo un gobierno de izquierda, y encabezó una reestructura de la empresa. ¿Cómo evalúa su gestión y lo que pasó después? 

Cada uno es responsable y toma las decisiones basado en la situación del momento. En la investigadora de Ancap me preguntaban por algunas medidas y me decían: “Qué bien eso, ¿por qué cambió?” Y les decía siempre lo mismo: cambió y se tomaron decisiones en el marco de lo que pasaba. No puedo juzgar. 

Camilo dos Santos

¿Pero esa no era la estrategia de negocios que usted había trazado?

Por lo menos en varias cosas no, como quedó demostrado en la investigadora. Se cambiaron. Hubo diferentes exposiciones. No puedo meterme. No estaba y cada administración daba su perfil.

El 27 de noviembre de 2013, un mes después de que Raúl Sendic renunciara a Ancap para hacer campaña, en el Senado se discutió acerca de los números de la empresa y usted dijo: “Queda clarísimo que los ratios de deuda no hacen de Ancap una institución con dificultades en el escenario próximo ni en el mediano plazo. Realmente, creo que acá había más voluntad de pegarle a Sendic que otra cosa. (...) En Ancap se definieron objetivos estratégicos en un trabajo profesional de largo tiempo. (...) Sinceramente, Raúl Sendic como presidente, de forma brillante siguió avanzando en el cumplimiento de todos los objetivos y permitió que nuestro país avanzara en el sentido estratégico, que es lo que hay que evaluar. No hay otra cosa que evaluar”. ¿Sigue pensando que fue “brillante”?

(Se sorprende) Eh… ¿se puede no responder? (Risas) A ver, hubo cuestiones que con el tiempo… Cuando tomé Ancap uno de los indicadores que más me preocupaba era el de la situación financiera de la empresa, que era un desastre. Trabajé mucho y tuve la suerte que el dinero venezolano, que pagabas el 25% (de las importaciones de petróleo y se financiaba el 75%) a 15 años con dos años de gracia a una tasa de 2% de interés me permitió tener dinero fresco y barato para pagar deudas carísimas. Pero había momentos en los que no convenía comprar a Venezuela y siempre estaba mirando esos números, que te dicen cómo está la empresa. En otros casos uno mira esos cocientes, que claramente eran preocupantes. Ahí Raúl no tuvo en cuenta algunos de esos factores, que marcaban claramente que la salud de la empresa no era la ideal. 

¿Entonces eso que dijo no lo representa?

Hay indicadores que yo en aquel momento no tenía y ta… 

¿ Y por qué entonces decía que era brillante?

Me equivoqué. Ahí seguramente tomé una actitud defensiva del gobierno. Prevaleció la actitud de defensa que obviamente no venía acompañada de números.

En ese momento, según el ministro de Economía Danilo Astori, ya se advertía que la situación estaba “fuera de control”. ¿Usted no contaba con esa información? 

Él tenía mucha más información, por su función, que la que tenía un senador. Hay muchas cuestiones que no se conocen. Yo, que soy un hombre muy informado y generalmente no payo, una cosa es cuando estaba en Ancap, que sabía todo, y otra después. Imaginate si siendo senador –me recorría el país, hacía mil cosas– iba a estar siguiendo los números de Ancap. Repito, ahí seguramente prevaleció una actitud de defensa al gobierno.

Usted era presidente de ANCAP cuando Raúl Sendic y Leonardo De León ingresaron a la empresa, o a ALUR. Con todo lo que salió a la luz, ¿se siente decepcionado?

Yo qué sé. Te puedo asegurar que nunca he sido un dirigente prescindente en nada. En la actividad privada marcaba siempre toda la cancha. En Ancap también. Eso implicaba que viajara una vez por mes a ALUR para poder valorar la gestión. Buscaba incidir en todas las decisiones. No puedo juzgar lo que pasó después.

Pero le dio su confianza a ambos.

Bueno, sí, Sendic era el vicepresidente. Y la idea de reconvertir la Calnú fundida en un proyecto alcoholero no era un disparate, para nada. Aparte con una ley que obligaba a mezclar etanol y biodiesel. Como proyecto cerraba. Lo que había que hacer era lograr hacer las cosas bien, con excelencia. 

Que no se hicieron...
(Suspira)

Su suplente en la IMM, Óscar Curutchet, coquetea con la presidencia de la AUF. ¿Le preocupa quién quedará cuando se vaya?

Ya le he dicho que espero, deseo, y prenderé unas velitas, para que él tome la posta. Porque me parece que corresponde. Tengo toda la confianza en que va terminar asumiendo la responsabilidad. La gente votó una línea de sucesión y él está segundo. Con todo el afecto y respeto que le tengo, es así.

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