Deborah Colker

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Deborah Colker: "Necesitaba buscar algo que pudiera curar lo que no tenía cura"

La coreógrafa y directora carioca vuelve a Montevideo con un espectáculo con el que busca enfrentar el dolor con el arte
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15 de abril de 2023 a las 05:03

Deborah Colker tiene la capacidad de ver el potencial de un cuerpo. La virtud de convertirlo en un potente canal de comunicación, un catalizador o un medio de traducción de todo eso que no es carne y huesos, sino emociones y sentimientos. Sin embargo (o por ese mismo motivo) vive la danza de forma tan inseparable de la vida como respirar. Estar en movimiento es estar viva.

La coreógrafa y directora de la compañía de danza contemporánea que lleva su nombre se mueve en una carrera artística en la que se ha encargado de desarmar barreras y crear puentes en cada lugar en el que montó una coreografía. Además de trabajar en el ámbito de la televisión, el cine y el teatro, la multipremiada bailarina fue la primera mujer en coreografiar un espectáculo del Cirque Du Soleil, asumió la dirección de movimiento de la apertura de los Juegos Olímpicos de Río y ha formado parte de uno de los espectáculos más masivos del mundo: el desfile de Escuelas de Samba del Carnaval de Río de Janeiro.

La última vez que visitó Uruguay lo hizo con su espectáculo Cão sem plumas (Perro sin plumas) por el que ganó el premio Benois de la Danse. Este fin de semana vuelve a Montevideo con dos únicas funciones en el Teatro Solís de su último espectáculo: Cura. Para el que se embarcó en una investigación de cuatro años con el objetivo urgente de construir un puente artístico entre la ciencia y la fe.

¿Qué hacemos cuando nos enfrentamos a una enfermedad que no tiene cura? La danza fue el medio por el que la carioca se dedicó a buscar una solución ante la epidermólisis ampollosa, la enfermedad genética que padece su nieto, y fue de esta experiencia personal que surgió un nuevo espectáculo que va más allá de la autobiografía. Una experiencia de conexión con el dolor, la muerte y la vida. Para lograrlo incorporó referencias de diferentes religiones y elementos de diversas culturas con la dramaturgia del rabino Nilton Bonder y la música original de Carlinhos Brown.

Sobre el sentido de la danza, las curas, las enfermedades, el lugar del cuerpo en movimiento y su vínculo con Uruguay habló (en portuñol) con El Observador. A continuación, un resumen de la entrevista.

Deborah Colker


De alguna forma, Cura surge de la enfermedad que atraviesa tu nieto. ¿Cómo fue para transformar esta experiencia personal en un espectáculo?

Sí, esto empieza con algo personal, pero se transforma en otra cosa. No es sobre mi nieto, es sobre lo que esto causó en mí. Empecé a entender que la cura tiene que existir mismo cuando no hay cura. Este espectáculo habla sobre la cura de lo que no tiene cura. Hice un puente entre la fe, la religión, las culturas y la ciencia. Tiene muchos personajes que me fueron ayudando a escribir este espectáculo, en el que la palabra y la historia es muy importante. Teo es un niño guerrero, que entiende lo que siente, lo que pasa y lo que tiene que hacer. También tiene un orixá del candomblé, una entidad que se llama Obaluaê y es una entidad de la cura y de la dolencia. Él transforma el dolor en alegría. También la ciencia y la terapia genética es muy importante. Fui a buscar dolencias que se pudiesen representar en el cuerpo, la inmovilidad, el descontrol físico. Y después empecé a entrar en el mundo de la fe, el mundo de la alegría, cómo transformar todo eso en algo potente. Es un espectáculo muy de adentro para afuera, muy en la piel. Es la primera vez que los bailarines cantan, cantan y bailan, también encantan.

¿Cuánto tiempo requirió la investigación para el espectáculo y hacia dónde te llevó? 

Demoré cuatro años para hacer este espectáculo. Fui a África, fui a Bahía, hice mucha pesquisa de muchas fuentes distintas hasta llegar a este lugar. También traje a la muerte, porque la muerte hace parte de la vida. Este espectáculo es importante porque trata de juntar la vida y la muerte, la dor y la alegría, la dolencia y la cura, el luchar y aceptar. Es todo eso.

Cura

Te planteás la posibilidad de ser un puente entre la fe y la ciencia cuando muchas veces, cuando estamos ante una enfermedad, son los dos lugares a los que tratamos de recurrir a pesar de que se intente contraponerlos. ¿Cómo se unen en el arte?

Porque la ciencia tiene la racionalidad, pero también es una aventura, porque la ciencia está un paso adelante de la medicina. No es exacta. Muchas veces son tratamientos experimentales, tenemos que creer que algo podemos hacer. Y muchas veces la fe es que Dios lo quiso así, como si fuese algo que no se puede tocar. Yo creo que las dos están junto con la parte bonita de la fe, de la creencia, de no perder nunca la esperanza. Y acreditar que la cura es algo muy potente. Y la ciencia también porque la ciencia acredita la cura.

Este espectáculo tiene la música de Carlinhos Brown. ¿Cómo se integra su musicalidad y qué buscabas tú en la música del espectáculo?

Carlinhos es un cara de Bahía que tiene esta conexión muy fuerte también con África, con su ancestralidad, con la percusión, con las batidas de la tierra y del cielo. Pero también es un maestro increíble. Él hizo canciones muy ricas con palabras y con la lírica. La primera canción es bellísima, habla del curativo que tenemos que hacer todos los días. Cuando no tenemos la cura tenemos que hacer como vendajes, tenemos que cuidar. También tiene la percusión y la orquesta. Fue muy rico tratar con Carliños de traer el sonido de la dor y el sonido de la alegría. De la tierra. La tierra de la cura.

En una entrevista con este medio en 2018, decías que tu conflicto interno más grande era entender cómo había cosas que no tenían cura. ¿Este espectáculo es una manera de desatar ese conflicto para ti?

Sí, yo creo que este espectáculo fue una urgencia. Una necesidad muy personal y muy fuerte. Yo tenía que hacerlo porque no podía más. Entonces, con esta visión de que el arte, la danza, la música, puede ayudar. Es muy potente para la cura, para el pensamiento, para el conocimiento, para aceptar algo. Es muy sabia e inteligente. Entonces, necesitaba buscar algo que pudiera curar lo que no tenía cura.

Cura

Empezaste a bailar a los 16 años y ese encuentro con la danza tiene mucho que ver con Uruguay y con Graciela Figueroa. ¿Cómo fue para vos ese hallazgo?

Graciela fue una maestra para mí. Estuve con ella desde el 79 hasta el 88 de forma secuenciada, casi 10 años. Graciela es la madrina de mi hija. Ella vio a mis dos hijos nacer, estaba conmigo en la sala. Es una persona que tiene una influencia y una participación muy importante. Con ella y con Coringa [ndr. la compañía fundada por la uruguaya en Río de Janeiro]. Yo también tenía cosas antes con la música, tenía algo muy fuerte también con el ballet clásico. Tenía una necesidad muy grande de juntar todo lo que trabajé después de Graciela en teatro, en televisión, en cinema y con mi compañía, con mi trabajo de danza contemporánea, pude hallar mi lugar que es un lugar muy personal. Y eso empieza con Graciela, que también es una persona muy única. Ella es ella y es mayor que la danza contemporánea. Mi compañía tiene casi 30 años ahora y tuve momentos en los que quería buscar técnica, quería buscar relaciones diferentes con el espacio, cómo relacionar el cuerpo, el movimiento, las ideas, las emociones.

¿Cuál es para vos, después de haber construido un perfil tan fuerte en el mundo de las artes escénicas, el sentido de la danza?

Creo que la danza puede contar una historia, puede traducir emociones y sentimientos muy profundos. Tenemos un cuerpo y nuestro cuerpo es nuestra casa, nuestro lugar. Y la danza sacude desde adentro para afuera la sangre, los sentimientos, las ideas, las emociones, lo abstracto. El cuerpo es algo que es una realidad, a través de este cuerpo podemos expresar todo. Para mí la danza es algo muy potente, como Dios. Pero es algo cotidiano. Cuando me despierto, cuando tengo que desayunar, para mí bailar es eso: estar vivo. Es respirar. La respiración es la esencia, es como la semente de todo. El ejercicio, el gen, es nuestro ADN.

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