AFP

Dicha antes de la dicha

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16 de marzo de 2018 a las 05:00

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"Ella es hermosa como los preparativos de viaje / bella como la suerte cuando nos toca con el dedo", dice un poema del argentino Alberto Vanasco. En un momento clave de Las horas, de esos inobjetables que cada tanto el cine trae para dejar grabados a fuego en la memoria, Clarissa Vaughan, interpretada en forma magnífica por Meryl Streep, le dice a Ritchie Brown (Ed Harris): "Recuerdo una mañana levantarme al amanecer, había ese sentido de posibilidad. ¿Conoces ese sentimiento? Y recuerdo haber pensado que ese es el comienzo de la felicidad. Es aquí donde comienza. Y, por supuesto, siempre habrá más. Nunca se me ocurrió pensar que no era el comienzo. Era la felicidad. Era el momento. En ese mismo momento".

Los preparativos del viaje, cuando la imaginación tiene la libertad de sentirse feliz y anticipar una realidad en su mejor versión, suelen ser en ocasiones superiores incluso a las instancias del propio viaje, el cual incluye largas filas en el aeropuerto, aviones en los cuales la comodidad es inexistente, mal tiempo en el destino final, etc. etc.

A veces, también, en más ocasiones de lo previsto, la promesa de felicidad es, tal cual afirma el personaje de la película referida, la mismísima felicidad. Y sin embargo, no nos damos cuenta, dejamos pasar los momentos de intensidad en los cuales la felicidad se presenta completa, carente de maquillajes, ilesa, sin nada mundanal ni concreto que la perturbe.

En demasiadas ocasiones vivimos como si lo mejor estuviera por llegar después o pasado mañana, olvidando que la felicidad del viaje comienza antes de que el viaje empiece. Vamos –la selección, el país– al Mundial de Rusia, olvidando quizá que en los preparativos, en las ilusiones que desde ya se acumulan y se redimensionan con el paso de los días, puede estar la gran felicidad a disfrutar, una que para poder conseguirla debimos vivir por dos largos años en una montaña rusa, padeciendo euforias y tristezas, idas y vueltas a través de diferentes partes de Sudamérica, hasta que la felicidad por el objetivo obtenido cobró realidad.

Por las dudas, la realidad presente lo confirma; el Mundial ya comenzó y estamos viviendo la mejor parte: la que no necesita de los resultados para generar felicidad.
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