Diez personas murieron y doce resultaron heridos este lunes por la explosión de minas antipersona colocadas aparentemente por el grupo yihadista Estado Islámico (EI) en el desierto del centro de Siria, informó la agencia de prensa oficial Sana.
De acuerdo con la información brindada por SANA, los muertos y heridos eran trabajadores rurales que estaban recolectando trufas cuando dos minas explotaron al este de la ciudad de Salamiyeh.
Las trufas son un manjar de temporada que puede alcanzar altos precios. Dado que los recolectores de trufas trabajan en grandes grupos en áreas remotas, en años anteriores, los militantes del EI los han atacado repetidamente, emergiendo del desierto para secuestrarlos, matar a algunos y rescatar a otros por dinero.
La explosión de las minas se produce después de que, a principios de este mes, una célula del EI que permanecía inactiva atacó también a recolectores de trufas cerca de la ciudad de Sukhna, matando 68 personas, algunas de las cuales pertenecían a fuerzas de seguridad sirias, de acuerdo con lo que informó el observatorio sirio por los Derechos Humanos.
Las explosiones de minas que son activadas inadvertidamente por personas que transitan por las zonas que han sido controladas por el EI no son infrecuentes.
El EI fue expulsado de los territorios que actualmente controla el gobierno sirio en 2019, pero en su retirada dejaron cantidades no determinadas de minas y trampas “bobas” que no han sido aún detectadas y neutralizadas.
Más de 10,2 millones de sirios viven en zonas minadas, lo que ha dejado 15.000 muertos entre 2015 y 2022, según la ONU.
El incidente es un trágico recordatorio de los peligros mortales que plantean las minas terrestres en Siria, especialmente a la luz de la ausencia de un programa nacional o internacional para limpiar las minas en el país, a pesar de su amplia propagación.
Luchar contra las minas antipersona, abandonadas en medio de tierras agrícolas o zonas residenciales por los beligerantes, es una tarea difícil en un país asolado por un conflicto que desde su inicio en 2011 ha costado la vida a medio millón de personas y provocado el desplazamiento de millones más.
La organización humanitaria Euro-Med ha advertido sobre la necesidad de implementar programas de búsqueda y neutralización de minas y municiones sin explotar, situación que es grave por la falta de información sobre la ubicación de los artefactos explosivos.
Desde el inicio del conflicto, en marzo de 2011 y 2022, unos 2.800 sirios murieron y miles resultaron heridos a causa de las minas terrestres y explosivos sin detonar, según un informe de la Red siria por los Derechos Humanos.
El uso de minas terrestres está prohibido por una serie de convenios internacionales, el principal de los cuales es la Convención sobre la prohibición del empleo, almacenamiento, producción y transferencia de minas antipersonal y sobre su destrucción (Tratado de Ottawa) de 1997, que Siria ha aún no ratificado.
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