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EEUU y la producción mundial de petróleo

El número de las exploraciones americanas está en su nivel máximo desde fines del 2015
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21 de abril de 2017 a las 05:00

Por Alberto Bensión

En las últimas cuatro décadas, Arabia Saudita tuvo una incidencia decisiva para impulsar al alza al precio internacional del petróleo. Pero en el 2014, ante la competencia cada vez más importante de la producción de petróleo de Estados Unidos, el reino decidió impulsar una rebaja significativa del precio internacional para neutralizar esa amenaza.

Sin perjuicio de ello, tres años después, el pasado 30 de noviembre, ante las penurias económicas que la baja del precio provocó a todos los países petroleros, Arabia Saudita revisó esa movida. A esos efectos, promovió en la Organización de Países Exportadores de Petróleo el primer descenso conjunto de la producción después de ocho años.

Desde el pasado mes de enero, la OPEP ha comenzado a reducir su producción en 1,2 millones de barriles diarios con el fin de llegar a fin del semestre en curso a 32,5 millones diarios. Otros 11 países que no integran la OPEP, bajo el liderazgo de Rusia, acordaron complementar esa decisión con una baja de su producción de 558 mil barriles diarios. Para evaluar mejor ese acuerdo conjunto, hay que tener en cuenta que a fines del año pasado Arabia Saudita y Rusia eran los dos principales países productores mundiales de petróleo, cada uno con una producción superior a 10 millones de barriles diarios.

Por el momento, la rebaja de la producción acordada en el pasado mes de noviembre se viene cumpliendo con normalidad. La OPEP ha cumplido con su compromiso en 99% y los países que no integran la organización lo hicieron en 64%, determinando un cumplimiento total del orden del 92%.

En el pasado mes de marzo la producción de Arabia Saudita fue de 9,9 millones de barriles diarios, un nivel que ya está por debajo del compromiso que asumió en el acuerdo ya referido. Por su parte, Rusia ha bajado su producción en 185 mil barriles diarios en comparación con su compromiso de rebaja de 300 mil barriles, que espera cumplir en el corriente mes de abril. Además, la OPEP ya ha anunciado que va a tener el próximo 25 de mayo una reunión para evaluar una posible extensión del acuerdo vigente por otros seis meses.

Como consecuencia del acuerdo, a principios de año el precio del petróleo subió más de 20%, a un nivel en torno a los US$ 55 el barril. Pero desde entonces el precio ha estado algo por debajo de ese nivel, como consecuencia de que el nivel de los inventarios de petróleo sigue siendo por ahora superior al promedio de los últimos cinco años. Pero con una previsión de baja para los próximos meses, todo indica que en el segundo semestre el mercado estará más en línea con las intenciones del acuerdo de noviembre.

No obstante, con una proyección más de fondo, la atención de la opinión especializada no ha dejado de señalar el renovado desencuentro entre la acción conjunta de Arabia Saudita y Rusia y el alza de la oferta proveniente de Estados Unidos.

Porque el ímpetu del competidor que hace dos años pareció que quedaba al margen del mercado vuelve a reaparecer. Con el actual nivel de precios, el número de las exploraciones en el territorio americano está en su nivel máximo desde fines del 2015, la producción ya alcanzó los 9,2 millones de barriles diarios, el mayor nivel desde principios del año pasado, y la proyección para este año es de una suba de unos 800 mil barriles diarios, más o menos la mitad de la rebaja en curso acordada por la OPEP y sus aliados.

La oferta mundial de petróleo asiste ahora a un cambio de significación, porque las grandes multinacionales petroleras están replegando a sus inversiones desde diversas partes del mundo para concentrarlas en proyectos de fraccionamiento hidráulico de bajo costo en Estados Unidos.

A vía de ejemplo, Exxon está aplicando un tercio de su presupuesto de exploraciones de este año al negocio del petróleo en Estados Unidos, con expectativas ciertas de que sus resultados estén operativos en tres años. En el pasado mes de enero, la multinacional compró empresas en Texas y Nuevo México por US$ 6.600 millones para duplicar su presencia en la región.

Las empresas productoras de petróleo a base del “fracking” han aprendido la lección que les dio la baja del petróleo hasta un precio de US$ 26, que desde el 2015 provocó la quiebra de más de cien de ellas. Las sobrevivientes son ahora más eficientes y pueden competir bien en un mercado con un precio del petróleo por sobre los US$ 50 el barril. El costo de una exploración es ahora la mitad de hace cuatro años y produce seis veces más barriles que antes.

En parte por ello es que el mapa mundial energético ya está cambiando. Estados Unidos exportó el año pasado un récord de tres millones de barriles de productos refinados, más del doble que hace una década. En el mismo período, la importación americana conjunta de petróleo crudo y refinado bajó de 12,4 millones de barriles diarios a 4,8 millones, la menor desde 1985.

Como en la política mundial, el escenario petrolero ya no depende únicamente de las decisiones de una potencia dominante. Arabia Saudita, ahora junto con Rusia, siguen teniendo supremacía para determinar la oferta y los precios. Pero Estados Unidos es cada vez más un competidor capaz de hacer sentir su incidencia en el mercado mundial.

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