Yevgeni Prigozhin, líder del Grupo Wagner

Opinión > TRIBUNA

El alzamiento de Wagner y la continuidad de Putin en el poder

Lo más seguro es que el golpe fallido no represente ni el colapso total del régimen que se anuncia en Occidente, ni el “aquí no ha pasado” que intenta imponer el Kremlin. Pero hay matices, y no son buenas noticias para el líder ruso
Tiempo de lectura: -'
30 de junio de 2023 a las 05:03

Sólo el tiempo –presumiblemente corto– dirá si los acontecimientos del fin semana han dejado malherido al régimen de Vladimir Putin. Por lo pronto, la trama cinematográfica de espías y mercenarios parece haberse agotado antes de llegar al clímax. El levantamiento de Yevgeni Prigozhin y su grupo de mercenarios Wagner no dio tiempo ni para empezar el pororó.

Más allá de todo el bombo mediático, la verdad es que nadie entendió muy bien cuáles eran los objetivos del jefe condotiero. Yo creo que ni él sabía lo que quería, ni tenía un plan más que llamar la atención del propio Putin.

Prigozhin estaba resentido porque los generales lo habían relegado después de su resonante triunfo en Soledar. Este le había dado una gran proyección, en parte fogoneada por él mismo desde Telegram, pero también porque fue la primera gran victoria rusa en el Dombás, a partir de la cual ya no volverían a perder grandes porciones de territorio. Eso le granjeó a Prigozhin una gran popularidad entre los rusos –muchos de los cuales lo ven como un héroe–, sobre todo entre los rusos del sur y los rusos étnicos del Dombás.

Pero como es conocido entre los estrategas militares, estas fuerzas “especiales” como las de Prigozhin solo sirven para la ofensiva. Cuando se trata de defender posiciones, es decir, de llevar a cabo tácticas y labores defensivas, las divisiones del ejército regular son infinitamente superiores.  Y los rusos están ahora en fase defensiva. Por eso el Grupo Wagner ya había sido marginado del frente desde principios de febrero.

Incluso tras la victoria de Soledar, cuando llegó la hora de la ofensiva en Bajmut, Prigozhin no pudo con el paquete. Según el Institute for the Study of War (ISW) ya entonces, el comando ruso decidió, con el visto bueno de Putin, desplazar a Wagner de las operaciones, relegándolo a funciones de retaguardia. Hasta que finalmente los confinaron a esas barracas en Rostov del Don desde las que terminaron lanzando el golpe fallido el fin de semana.

Claramente Prigozhin, un hombre con un ego enorme –que en su vida había pasado de preso de gulag, a vendedor de panchos, a chef gourmet en la sofisticada San Petersburgo, a señor de la guerra al servicio del zar– se sintió humillado por haber sido apartado de esa manera. De todos modos, en su queja al lanzar la asonada no culpó a Putin sino solo a sus generales, lo cual no deja de ser llamativo.   

Lo más seguro es que esto no signifique ni el colapso total del régimen que se ha anunciado en Occidente ni el “todo está bien y aquí no ha pasado nada” que tratan de proyectar los medios rusos. Pero aunque material y militarmente parece una locura pensar que 25 mil hombres armados vayan a tomar Moscú en un fin de semana, desde el punto de vista de la percepción, no cabe duda de que el incidente ha hecho un daño enorme a la imagen de Putin.

Él mismo dijo que era un acto de traición comparable a 1917, lo que a su vez desató cualquier cantidad de conjeturas e interpretaciones, aunque está claro que se refería a la revolución contra el régimen zarista que él tanto admira (a pesar de haber sido un agente de la seguridad del estado en el régimen soviético). Pero así como Prigozhin no señaló a Putin en su diatriba, Putin también parece haberse referido a esa “traición” como la deslealtad de un amigo, una traición personal, más que la “traición a la patria” que parece sugerir su alusión a los sucesos de 1917.

La sensación de caos y desajuste en el aparato de seguridad que dejó el hecho de que las fuerzas de Prigozhin tomaran Rostov y empezaran a marchar hacia Moscú sin que aparentemente nadie los detuviera, puede que se haya debido también a eso: al sentimiento de traición personal que sintió Putin de su amigo, amén de la popularidad, claro, que el señor de la guerra ha amasado entre los rusos; con lo cual simplemente mandar al ejército a aplastarlos hubiera tenido un costo político considerable, amén del nunca bien digerido escenario en Rusia de “rusos contra rusos”.

Como sea, el asunto es serio: según el New York Times, hay también algunos generales que conocían del levantamiento de antemano, aunque eso todavía no está del todo claro. Según el rotativo neoyorquino, entre esos altos mandos estaría Sergei Surovikin, quien de acuerdo a un informe del Moscow Times ahora mismo estaría detenido, si bien otros medios rusos y occidentales lo dan por meramente “desaparecido de la escena”.

Como Prigozhin, Surovikin (conocido en los medios rusos como el “General Armagedón”, y en los occidentales como el “carnicero de Siria”) también tenía cuentas pendientes con la cúpula militar rusa. El ministro de Defensa, Sergei Shoigu, y Jefe de Estado Mayor, Valeri Gerasimov, lo habían relegado del frente en Ucrania apenas tres meses después nombrarlo.

También el ex presidente Dimitri Medvedev estaría borrado de la escena pública; según varias versiones de prensa, no se lo ve desde el sábado. De ser así, la conspiración podría extenderse a algo más que el demente de Prigozhin y un general postergado.

Sea como fuere, hay algo que está más allá de toda discusión, y es que la aventura de la guerra en Ucrania le ha costado a Putin una pérdida enorme en apoyos, en imagen, en influencia y hasta en la buena voluntad de los propios rusos, sobre todo en las grandes ciudades. Mucha gente ya está cansada de la guerra, de las restricciones impuestas por las sanciones y de ser mirados de reojo en las capitales y ciudades europeas donde hasta hace muy poco eran bien recibidos y hasta agasajados.

Hay que reconocer también que los medios occidentales por toda la matraca que le dieron a los hechos del fin de semana en Rusia, no han informado prácticamente nada del fracaso de la largamente anunciada “contraofensiva” de Ucrania, que, según el periodista Seymour Hersh, en casi un mes de operaciones, no ha avanzado más de unos pocos kilómetros dentro del territorio que controla el ejército ruso.

Pero lo que más llamó la atención este fin de semana fue ver a todas estas personalidades en las redes sociales vivando a Prigozhin porque iba a “derrocar” a Putin. O sea, un señor visiblemente desequilibrado, comandando a un ejército de facinerosos ex convictos, se haría con el arsenal nuclear más grande del mundo, y a todo el mundo eso le parecía genial.

Tal parece que algunos, como dice Nietzsche, de tanto mirar al abismo, no se dan cuenta de que el abismo también mira dentro de ellos.

Comentarios

Registrate gratis y seguí navegando.

¿Ya estás registrado? iniciá sesión aquí.

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 345 / mes

Elegí tu plan

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Te quedan 3 notas gratuitas.

Accedé ilimitado desde US$ 345 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 345 / mes

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Elegí tu plan y accedé sin límites.

Ver planes

Contenido exclusivo de

Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.

Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá

Cargando...