El Armagedón nuclear, un escenario cada vez más posible

La humanidad debe reflexionar sobre como no provocar su propia destrucción

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09 de octubre de 2022 a las 05:05

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De acuerdo a la Wikipedia, “Todas las iglesias de denominaciones evangélicas tales como las pentecostales, metodistas, bautistas, presbiterianas, menonitas, etc creen e interpretan el Armagedón como algo literal y futuro, relacionado con el fin del mundo”. 

Y de acuerdo al presidente de EEUU, Joe Biden, el riesgo de un “Armagedón” nuclear está en su nivel más alto desde la Crisis de los Misiles cubanos de 1962, ya que Rusia insinúa la posibilidad de usar armas nucleares tácticas después de sufrir importantes reveses en su invasión de Ucrania.

Hablando este jueves en una actividad de recaudación de fondos para el Comité de Campaña del Senado Biden dijo sobre el presidente ruso, Vladimir Putin: “Es un tipo que conozco bastante bien”, y agregó que “no está bromeando cuando habla sobre el uso de armas nucleares tácticas o biológicas o químicas”. 

“No hemos enfrentado la perspectiva tan cercana del Armagedón desde Kennedy y la Crisis de los Misiles en Cuba”, dijo.

En 1962 una guerra nuclear entre EEUU y la URSS estuvieron realmente cerca de iniciar una guerra nuclear. Al punto que el oficial ruso Valentin Savistsky llegó a dar la orden de disparar, algo que además fue pedido explícitamente por Fidel Castro. Dos meses antes EEUU había detectado la presencia de misiles nucleares en Cuba, había bloqueado la isla e iniciado planes para una invasión.

Para que se inicie una guerra nuclear hay que cruzar una escala de cinco pasos llamados Defcon (por Defense Condition) que van del 5 al 1, siendo 5 una situación normal en tiempos de paz y 1 apretar el botón que desata una guerra nuclear, el Armageddon.

En la crisis de los misiles se llegó al Defcon 2, es decir un pasito más y era la guerra nuclear, desde el lado de EEUU, mientras que un oficial ruso dio efectivamente la orden de disparar, que afortunadamente no fue acatada.

Es una historia que merece recordarse para tener presente la magnitud del riesgo que se corrió en aquel entonces y la magnitud del riesgo presente.

El 27 de octubre de 1962, hace casi exactamente 60 años, uno de los barcos estadounidenses que vigilaba Cuba detectó a los submarinos rusos que estaban al comando de Savitsky y trató de forzarlo a ir a la superficie con explosivos enviados a la profundidad donde la nave rusa se escondía. 

El navío ruso llevaba varios días en las profundidades, sin contacto de radio y no sabía si la guerra había comenzado. Dentro de la nave el calor era sofocante y el dióxido de carbono se concentraba en el aire que era cada vez menos respirable. El estruendo de las bombas estadounidenses resultaba insoportable. En esas condiciones Savitsky ordenó a la tripulación preparar el arma nuclear que llevaban. “Tal vez la guerra ya empezó, mientras nosotros estamos con cavilaciones. Nosotros moriremos pero los haremos saltar por los aires, no decepcionaremos a nuestra Armada”, dijo a sus marinos. 

Disparar el arma nuclear requería el consentimiento de un funcionario político que efectivamente dio su visto bueno a pesar de que no había llegado ninguna orden desde Moscu.

Pero en el mismo submarino viajaba el comandante de la flotilla (los submarinos rusos eran cuatro) y al Capitán Vasili Atkhipov convenció a Savitsky de desistir del ataque.

También hubo fortuna en ese momento en cuanto a que el presidente ruso Nikita Kurushev no siguiera la sugerencia de Fidel Castro de bombardear nuclearmente a EEUU, algo que fue solicitado en una carta. “Le digo esto porque creo que la agresividad de los imperialistas los hace sumamente peligrosos, y que si logran realizar una invasión a Cuba –acto brutal y violatorio de la ley universal y moral– entonces ese sería el momento de eliminar este peligro para siempre, en un acto de la más legítima defensa. Por dura y terrible que fuera la solución, no habría otra”, había escrito el dictador cubano.

También la guerra pudo haber sido iniciada por EEUU. El presidente Kennedy había dado la orden de que la guerra nuclear se iniciara si un avión estadounidense era derribado. Y efectivamente un avión estadounidense fue derribado por los rusos, pero Kennedy cambió de idea y no dio la orden de atacar. En lugar de ello dio un ultimátum final a los rusos a quienes advirtió que si no retiraban los misiles en 24 horas o si otro avión era derribado invadiría y bombardearía la isla. Finalmente Kuruschev retiró los misiles y volvió a tensa calma de la guerra fría.

El secretario de Defensa de EEUU en aquel entonces, Robert Mc Namara confirmaría años más tardes que ante un ataque, EEUU hubiese respondido de la misma forma. “¿Cómo habría terminado el episodio? En un completo desastre”.

Esta historia nos recuerda que si este jueves el presidente de EEUU ha comparado este momento con aquel, significa que realmente el escenario de una guerra nuclear es posible. Como nunca ha sido tan posible en 60 años.

Apenas terminada la Segunda Guerra Mundial, Bertrand Russell, Albert Einstein y otras personalidades comenzaron una campaña por abolir las armas nucleares. Paul Mc Cartney iría poco después de la crisis de los misiles a visitar a Russell y explicaría a Lennon la importancia del pacifismo que tuvo una pequeña victoria al terminar la guerra de Vietnam.

Pero el sueño terminó. Más conocimiento tecnológico significa más capacidad para hacer el bien y curar enfermedades pero también más poder de destrucción. Y la tecnología avanza mucho más rápido que nuestras habilidades para convivir pacíficamente.

Lo que en los años 60 generó un movimiento cultural que llevó a un parcial desarme se ha esfumado y ahora asistimos a una situación de extremo riesgo en el marco de una indiferencia general.

Rusia parece cada vez más lejos de ganar la guerra en la que se ha embarcado. Sus tropas retroceden, sus generales son destituidos, sus tanques se vuelven chatarra. En las ciudades liberadas se descubren fosas comunes con decenas de civiles asesinados. Si la derrota de Putin es total le esperaría tribunales que seguramente lo condenarían.

Los países democráticos no pueden aceptar un chantaje nuclear ni podrían quedarse sin responder a un ataque nuclear ruso. Parece difícil un final feliz para esta película de terror.

Mientras la humanidad se preocupa con razón por el calentamiento gradual que muy lentamente va generando un clima cada vez más alterado y pone en riesgo la supervivencia humana, en cualquier momento puede suceder una guerra nuclear que generaría un invierno súbito.

Estamos en la era del riesgo existencial, en la que la humanidad debe reflexionar con urgencia sobre como no provocar su propia destrucción. 

Una era estructuralmente de riesgos crecientes, de inestabilidad creciente. Si alguien esperaba alguna especie de utopía post pandemia, por ahora lo que sucede es todo lo contrario. 

Hace 60 años, cuando Bertrand Russell caminaba con sus 90 años las calles de Londres seguido por miles de ciudadanos preocupados y proclamaba que había que abandonar definitivamente la guerra o asumir que todos pereceríamos como especie en una de ellas. 

Una visión lamentablemente acertada, el Armagedón puede llegar en cualquier momento. 

Y ya no hay líderes de la talla de Russell o movimientos sociales masivos que reclamen impedirlo.

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