Da Silva junto a su hijo menor
En Danubio jugó solo 5 minutos en las inferiores y fue nada menos que ante Nacional en el Gran Parque Central. “Quería jugar y Luis Prais que era el técnico, me decía que era muy chiquito ya que daba un año de ventaja con mis compañeros y me fui a probar a aspirantes de Defensor. Años después, en Danubio decían que no querían cometer el mismo error con mi hermano (Ruben Fernando “Polillita” Da Silva). Llegué en 1976, justo el año que Defensor fue campeón uruguayo en mayores, y debuté en 1979. Heber Montuori fue el técnico que me aceptó y me fichó. Luego tuve al profe (Juan) Tejera –preparador físico de la selección uruguaya campeona de la Copa América 1995 junto a Héctor Núñez– como técnico”, recuerda.
Y añade: “Era la Quinta de Defensor y me puso de lateral derecho, y después de zaguero central. Por eso me pusieron Polilla, por Alfredo De los Santos que en Nacional jugaba en todas las posiciones. En Tercera jugué también de volante central”.
Foto: Leonardo Carreño
El Polilla tuvo una carrera espectacular en el fútbol
Un día, Julio Pérez, campeón del mundo con Uruguay en Maracaná 1950, le dijo que no tenía a un ‘9’, si no se animaba a jugar. Y le cambió la vida para siempre.
“Gracias a ese cambio de Julio Pérez, hice 11 goles y (Baudilio) Jauregui me ascendió a Primera. Antes, hubo una huelga de jugadores y Defensor jugó un partido con la Tercera, entonces me dirigió el profe (José Ricardo) De León. Jugué de volante central ese día. Conocí a todos los campeones del 76. El profe era una persona muy simple, muy clara, que me llegaba muy fácil lo poco que hablé. Me pasó lo mismo con (Carlos Timoteo) Griguol”. Y recuerda a Julio Pérez: “Era un tipo maravilloso, divino de escucharlo. Se peleaba en los picados con los jugadores porque quería ganar. ¡Y cómo jugaba!”.
Y compartía esas anécdotas con su padre. “Mi viejo siempre estuvo al lado nuestro en el fútbol, mío y de mi hermano. Nos corregía, nos aconsejaba, se calentaba si no jugábamos bien. A mi mamá, Mirta, aún la tengo conmigo. Era quien hacía todo en la casa”.
El equipo de Defensor 1997 en el que se despidió del fútbol siendo vicecampeón uruguayo: arriba, Fernando Baleato, Nelson Gutiérrez, Leonardo Sum, Tabaré Silva, Pablo Hernández y Hebert Silva Cantera y abajo, José Chilelli, Andrés Martínez, Jorge Da Silva, Martín Abreu y Antonio Vidal González
Si bien no tuvo que trabajar para ayudar a su familia cuando era un preadolescente, con su hermano ayudaban a su papá que trabajaba en la fábrica TEM. “El viejo llevaba a casa las perillas de las cocinas TEM y lo ayudábamos a armarlas porque tenían muchas piecitas. Yo estudié hasta tercero de UTU, hice electrotecnia, pero se me hacía muy duro”.
Desde niño, tuvo un ídolo y con los años, compartió largas charlas en Los Aromos: Fernando Morena.
“Siempre fue mi ídolo. Cuando podía ir a ver fútbol, iba a ver a Peñarol. No era tan hincha, tenía un sentimiento, pero más que nada porque me apasionaba ir a verlo a él. Lo conocí cuando me entregaron el Balón de Oro del diario El Día en 1982 a mí y a Fernando el premio de goleador. Esa noche fue un sueño cumplido. Años después, cuando dirigí Peñarol en dos oportunidades, tuve la suerte de estar mucho con él y de aprender también. Era un libro de anécdotas, con una memoria bárbara”.
Su gran nivel lo llevó a la selección uruguaya juvenil en 1981, que dirigía Aníbal Gutiérrez Ponce. El Polilla tuvo una ronda final fantástica, anotando cuatro goles, dos en el último partido en el que golearon 5-1 a Argentina para conseguir el título.
“Son los recuerdos más lindos que uno tiene por todo lo que me tocó vivir. Era un gran desafío como profesional, el primer gran desafío. Con una cantidad de amigos maravillosos que tuve la suerte de conocer y compartir momentos muy lindos. Logramos el objetivo que era ser campeones sudamericanos, que era una obligación en ese momento para Uruguay. La goleada ante Argentina fue un partido espectacular, y ellos tenían jugadores importantes”, cuenta.
El Vasco Santiago Ostolaza, capitán de la selección uruguaya campeona sudamericana juvenil en 1981, le muestra el trofeo ganado a Carlos Berrueta y a Jorge Da Silva
Dice además que habían prometido “ir a un cerro en Quito si éramos campeones, y salimos caminando hasta la cima. Había muy buenos jugadores y meterse en el grupo era complicado”.
Aquí se pueden ver dos goles suyos, el segundo, un golazo, en la definición ante Argentina:
En Defensor la seguía rompiendo a fuerza de goles. Y le llegó una oportunidad única de un club europeo en una época en la que solo había dos extranjeros por club. Pero llegó de una forma curiosa: se interesaron en él cuando lo vieron en una nota de la revista El Gráfico de Argentina.
“Tengo una muy buena relación con el gerente de Valladolid, Ramón Martínez, y siempre me cuenta que me mandó a ver con el representante del Pato Yáñez de Chile. Se enteraron de mí por una nota que me hicieron en El Gráfico, que lo leían todos en los distintos clubes de Europa. Me vino a ver en el Parque Palermo ante Huracán Buceo, sin que yo supiera nada. Defensor venía puntero, un punto arriba de Peñarol, que venía de ser campeón de la Copa Libertadores 1982. El tipo me fue a ver y perdimos 4-0. Ramírez me contó siempre que lo llamó el chileno, y le dijo: ‘Llevalo que va a andar bien’. ‘¿Cómo salieron?’, le preguntó el gerente de Valladolid. ‘No me quería decir que habían perdido 4-0’”, agregó en el cuento que le hizo al Polilla.
Foto: Leonardo Carreño
En América de Cali es ídolo hasta hoy
“Para mí fue toda una sorpresa porque en aquella época ir a Europa era muy difícil. Me casé con Claudia de apuro para irnos juntos, un 24 de diciembre por civil porque no podía por iglesia. Debutaba el 6 de enero contra Real Madrid en el Bernabéu. El alemán (Uli) Stielike fue el que me marcó esa tarde”, dice.
Da Silva fue goleador en su segunda temporada en Valladolid, equipo que peleaba el descenso. Si habrá que valorar ese premio Pichichi, por encima de estrellas como el Mágico González, Hugo Sánchez y Diego Maradona, entre otras.
Jorge Da Silva fue el Pichichi de la Liga de España con Valladolid, con 17 goles
Así lo cuenta: “No tomé magnitud de lo que había alcanzado con esos 17 goles, tuvo más repercusión para mí de grande, que en aquella época de jugador. Me di cuenta cuando Diego Forlán ganó el Pichichi y me hicieron notas. Ahí valoré lo que logré en aquel entonces con un equipo que peleaba el descenso, con Maradona en Barcelona, (Jorge) Valdano en Real Madrid, Hugo Sánchez en Atlético de Madrid, Mágico González en Cádiz. Peleamos el descenso hasta faltando una o dos fechas. ¡Y no patee ni un solo penal!”.
Jorge Da Silva con la Copa de la Liga que ganó con Valladolid en 1984; con el paso de los años, volvió a la ciudad y se tomó esta fotografía
De postre, ganó el título más importante en la historia de Valladolid: la Copa de la Liga en 1984 y, además, fue el autor del primer gol del club en competencias europeas, ante Rijeka de Croacia.
“Ese año nos coronamos de una manera espectacular porque ganar la Copa de la Liga fue, y sigue siendo histórico para el club. Se jugaba a eliminación, fuimos la sorpresa del torneo, y la final contra Atlético de Madrid, goleamos 3-0. El campeón jugaba la Copa UEFA y anoté el primero del club en la historia europea”.
El Pato Yáñez, un jugadorazo que alternó junto a Jorge Da Silva en Valladolid; el chileno fue su gran aliado
Cuenta que “en el equipo jugué en ofensiva con el Pato Yáñez que era un espectáculo; nos entendíamos a las mil maravillas”.
Dice que enfrentó a Maradona, “que era muy bueno, pero quizás no le daba la valoración que le doy ahora. Me pasó lo mismo que cuando salí goleador: no le di la importancia que sí le di años después”.
Foto: Leonardo Carreño
Da Silva espera seguir trabajando como entrenador
Su nivel fue tan bueno que Atlético de Madrid se fijó en él y lo fichó para sustituir a Hugo Sánchez, quien, a su vez, se fue a Real Madrid.
“Estaba Luis Aragonés de técnico. Tenía un carácter muy fuerte, calentón, pero muy derecho. Tenía muy claro lo que quería del equipo. Tuve la suerte de que me dirigiera. Me contrató el presidente Vicente Calderón. Vino el Pato Fillol como arquero, y jugamos la final de la Copa de la UEFA previo al Mundial de México”, recuerda.
En España ya tenía todo un nombre y fue invitado a jugar en la despedida de un tremendo goleador que tuvo Barcelona como Quini, quien había sido secuestrado tres años antes en una noticia que recorrió el mundo.
Jorge Da Silva cuando pasó a Atlético de Madrid de España
Así lo recuerda: “Me invitaron a jugar en la despedida de Quini cuando se despidió de Barcelona. Aquel día jugué con Cruyff, Kempes y Figueroa, entre otros”.
Luego volvió al Río de la Plata para defender a River Plate de Argentina en el que jugó en ofensiva junto a Claudio Caniggia, Antonio Alzamendi y Juan Gilberto Funes.
“Paco me llevó a River luego de negociar con Gil y Gil. Llegué con Timoteo. Me fue muy bien y tuve la suerte de jugar los dos años con la cantidad de delanteros que había. El segundo año vinieron (Abel) Balbo y (Claudio) Borghi, el Negro Palma y Pipo Gorosito, y se fueron Antonio y Caniggia. Después llegó Menotti. Él profesaba un fútbol arriesgado, apostaba al buen juego, jugamos al achique".
El Gráfico
Jorge Da Silva inventa un taco jugando para River Plate argentino en el clásico ante Boca Juniors
Y añade: "Hice goles, rendí. Hubo una crisis económica en Argentina y el segundo año, no me pagaban; los contratos eran en dólares, y no fui más. Hablé con Menotti y le dije: ‘César, si no me pagan, me vuelvo a Montevideo’. Jugamos con Vélez, los goleamos 3-0, hice dos goles, y pensé para mí, ‘esta es la mía’. Pero Santilli, el presidente, me dio un dinero. No era lo que me debían y me fui. La gente de América de Cali pagó la deuda y me contrató”.
Allí lo dirigieron, entre otros, Pacho Maturana y Gabriel Ochoa Uribe, el entrenador que dos años antes había perdido la final de la Copa Libertadores con Peñarol en Chile, en la última jugada con gol de Diego Aguirre. Hasta hoy es uno de los máximos goleadores del club en el que estuvo cinco años y medio.
Jorge Da Silva haciendo goles para América de Cali: una marca registrada
“Me recuerdan con mucho cariño y me lo hacen notar. Fueron cinco años y medio maravillosos. También fueron los años más difíciles de Colombia por la seguridad por los carteles de Cali y Medellín. Cuando me tocaba jugar en Medellín, nos escoltaban no sé cuántos policías, incluso en el pasillo del hotel. Después, en mi vida normal, nunca tuve problemas, ni me sentí inseguro para nada”, afirma.
Luego de un breve paso por Millonarios, y cuando menos lo esperaba, se pudo retirar en Defensor, el club que tanto le había dado.
El Gráfico
Jorge Da Silva y Ruben Paz, cuando jugaban en River Plate y Racing de Argentina, respectivamente
“Me operé de una hernia de disco, en Estados Unidos. Volví a Uruguay y tuve la suerte de que me atendiera un quiropráctico que había sido médico de Defensor en mi primera época. Me ayudó a sentirme mejor y al poco tiempo, me llamó Fernando Sobral para ver si me quería retirar en Defensor. Le agradecí, pero le expliqué lo que tenía. Juan Ahuntchain era el técnico y me dijo que fuera a probar. Estuve un mes trabajando, me sentía bárbaro y volví a engancharme y me retiré de la forma que quería, porque Defensor es una parte muy importante de mi vida. Después, como técnico, estuve cuatro años ganando el Uruguayo, la Liguilla, entre los ocho mejores en la Libertadores y la Sudamericana. Lo que le debo a Defensor es impagable, me formaron como persona, y como futbolista siempre me brindaron cariño”.
La selección mayor y ese gusto amargo
Con 20 años, Omar Borrás lo hizo debutar en la selección uruguaya en un amistoso que terminó 2-2 ante Corea del Sur en la India.
La selección uruguaya en 1985: arriba: Gualberto Velichco, Néstor Montelongo, Apraham Yeladian, Eduardo Acevedo, José Luis Russo y César Pereira; abajo: Carlos Aguilera, Jorge Da Silva, Jorge Barrios, Juan Ramón Carrasco y Jacinto Cabrera
Su nivel lo llevó a poder jugar el Mundial de México 86 y siendo titular en un equipazo. Pero ese mismo equipo, cometió algunos errores que le costaron muy caros.
Jorge Da Silva y toda la pinta de jugador, con medias bajas, defendiendo a la selección uruguaya ante Japón en 1985 por la Copa Kirin
“Los recuerdos no son los más agradables, como sí los del Sudamericano juvenil que fue lo más lindo de mi carrera. Lo recuerdo con tristeza porque por falta de madurez de los jugadores, dejamos escapar una posibilidad de haber logrado algo importante para nuestro país y nuestras carreras. Teníamos un equipo bárbaro, no existía la organización de ahora en la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF). Todos nos equivocamos, el cuerpo técnico y los jugadores. Hoy lo mirás y decís: ‘¡Qué lástima. Fue una oportunidad preciosa que nos perdimos!’. Había unos jugadores bárbaros que no jugaron o tuvieron pocos minutos. Una lástima. Lo de Ruben (Paz) contra Argentina, rompió los ojos”.
AUF
El equipo celeste en el debut del Mundial 86 ante Alemania; el Polilla Da Silva aparece abajo al lado entre Barrios y Francescoli
De esa eliminación ante Argentina, que luego sería el campeón, tiene la camiseta de Jorge Valdano y es una de las pocas que tiene porque nunca las cambiaba.
Ya con el paso del tiempo, se hizo técnico y fue ayudante de Víctor Púa en el Mundial de Japón y Corea 2002.
AUF
El Polilla Da Silva es el tercero de Uruguay desde la izquierda, en el debut ante Alemania en el Mundial de México 86
“Lo disfruté, me sentí muy cómodo. Siempre hay una diferencia entre ser entrenador o ayudante. Había jugado contra muchos de esos muchachos, tenía una relación muy cercana y frontal con ellos, y sabía que podía llegarles por ese lado, pero no se nos pudo dar por diferentes cosas. Lo de Senegal, fue increíble. De ir perdiendo 3-0, a empatarle 3-3 y que el Chengue (Morales) errara ese gol de cabeza en la hora, fue realmente increíble”.
Foto: Leonardo Carreño
Da Silva fue dos veces campeón uruguayo con Peñarol como técnico en dos períodos diferentes, y en una ocasión con Defensor Sporting
Fue campeón uruguayo con Defensor Sporting en 2007-08 y luego, dos veces con Peñarol en dos períodos distintos.
“Con Defensor, le ganamos a Peñarol la final. Más tarde, me llegó el desafío de dirigir a Peñarol que era muy importante. No lo había vivido como jugador, aunque siempre tuve la chance de ir a los grandes. Como técnico era un desafío que quería asumir. Terminé feliz porque fui campeón uruguayo las dos veces que estuve. Siento que cumplí”, explica.
Diego Battiste
El Polilla y su ayudante técnico en su segundo pasaje por Peñarol como DT: el actual entrenador manya, Darío Rodríguez
En 2015 fue campeón con Al Nassr de Arabia Saudita, el equipo en el cual hoy juega Cristiano Ronaldo. En aquel momento, se llevó al Lolo Estoyanoff como fichaje.
Así lo cuenta: “Había estado en 2009 y habíamos hecho un gran campeonato. Y en 2015 fuimos campeones ganándole el clásico a Al Hilal, con el Lolo. Me acuerdo que cuando tuvo el lío aquel de las piñas, casi nos echan a todos (se ríe)”.
El Lolo Estoyanoff con Jorge, el hijo del Polilla, cuando era su ayudante técnico en Al Nassr de Arabia Saudita, el mismo club en el que hoy juega Cristiano Ronaldo
Aquí se puede ver cuando el Lolo Estoyanoff agredió a un rival en Arabia Saudita:
Dice que debutaron en pleno Ramadán y ellos viven de noche porque de día ayunan y hace 45 grados. “El primer partido, jugábamos a cuatro horas de Riad. Íbamos en el medio del desierto y el ómnibus paró en una mezquita para que rezaran. Eran las 4 de la mañana y los que no éramos árabes, incluyéndonos a nosotros, los uruguayos, nos sentamos a esperar. No entendíamos nada, qué hacíamos sentados en el medio del desierto a las 4 de la mañana. Obviamente que son otras costumbres”.
Diego Forlán cuando fue dirigido por Da Silva en Peñarol y fueron campeones uruguayos
Tiene hijos y nietos que nacieron en todas partes. Su hija mayor, Vanessa, nació en Valladolid y vive en Dubái, ya que cuando Jorge dirigía allí, se fue con su marido y hasta hoy siguen trabajando. Jorge, que además de su hijo, es su ayudante técnico, nació en Madrid; Yanina lo hizo en Buenos Aires y, finalmente llegó Thiago.
Lo mismo sucede con sus seis nietos: Luca, de nueve años, Chiara y Santino, nacieron en Qatar, y Valentino de cinco años, en Cali. Isabela, de 3, nació en Dubái, y Roma, de un año y medio, también en Emiratos Árabes.
Foto: Leonardo Carreño
El Polilla dejó su huella goleadora en varios equipos
“Soy uno más de ellos. Me encanta estar y jugar junto a ellos. Los padres me dicen: ‘No le des golosinas’. Le doy golosinas. Todo lo que me dicen que no haga, lo hago”, comenta a las risas.
El Polilla es un pedazo grande del fútbol uruguayo de los últimos años. Fue un delantero con clase y gol, y como técnico, ha ganado mucho, aunque todavía le falta seguir demostrando. Porque tiene rollo para rato.