Nelson Abeijón es ayudante técnico de Recoba en la Tercera de Nacional

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Vendió verduras en un súper, jugó con su ídolo en Nacional y ganó la Copa América con Uruguay: la vida de Nelson Abeijón

Fue uno de los volantes que más se entregó dentro de la cancha y los hinchas se lo reconocían
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29 de julio de 2023 a las 05:04

La vida quita. Magdalena, su madre, quedó sola con cinco hijos porque murió su esposo Nelson cuando él tenía solo cinco años.

La vida da. Cuando había abandonado el fútbol para trabajar en un supermercado para ayudar justamente a su mamá, por un hecho totalmente fortuito, llegó al club de sus amores, Nacional, y no solo su rumbo cambió, sino que además, comenzó una carrera meteórica y exitosa en aquel fútbol que había abandonado.

Es la historia de Nelson Abeijón, quien fue campeón con Nacional en 1992 y jugó en España, Italia –cuando la Serie A, era la mejor de Europa– y ganó el título de la Copa América con la selección uruguaya en 1995.

Nelson Abeijón festeja junto a Álvaro Recoba, en Nacional 1996

El barrio Unión, los partidos en la calle, su calle, Emilio Castelar, su apego a la murga del barrio, Los Saltimbanquis, y los tablados del club Unión y de Larre Borges, vieron cómo comenzaba a criarse aquel chiquilín que jugaba de puntero derecho –¡sí, de puntero derecho!– “porque era flaquito y rápido”, primero en Alumni y luego en Basáñez, cerca de la cancha de este último.

“Mi mamá fue la que hizo de papá y mamá. Se puso el equipo al hombro, me acompañaba a todos lados”, recuerda Abeijón en diálogo con Referí.

El Vasco Ostolaza era su ídolo de chico. Y la vida vuelve a aparecer, por esas vueltas que tiene.

El equipo de Nacional en 1994: arriba: Daniel Revelez, Jorge Seré, Nelson Abeijón, Ruben Pereira, Ricardo Canals, Gerardo Severo; abajo: Juan Larre, Martín Parodi, Fabián O’Neill, Antonio Vidal González y Álvaro Gutiérrez

“Fijate que con el paso del tiempo, tuve la suerte de jugar con él en Nacional. Me gustaba por la forma de ser y en 1988, con aquellos goles en las finales de la Libertadores y de la Intercontinental, mucho más. Cuando fuimos compañeros, le conté que era mi ídolo y se reía. Cualquiera tiene normalmente a un delantero como ídolo, pero para mí era él por lo que hacía en la cancha”, dice.

Sus primeros pasos los dio en la Sexta y Séptima división de Central Español. “Los años de Quinta no los jugué para ayudar a mi madre trabajando en el supermercado. En esa época también estudiaba en el liceo Dámaso (Antonio Larrañaga). Hicimos un partido entre 5° A y 5° B. Tenía una amiga que era conocida del Chino (Héctor) Salva, quien estaba en las inferiores de Nacional, y le dije si no podía pedirle camisetas para ese partido. Él mandó las camisetas y me fue a ver al gimnasio del liceo, sin decirme nada”.

Abeijón fue capitán de Nacional antes de irse a jugar a Europa

Abeijón había largado el fútbol y se dedicaba a ayudar a su mamá en lo económico. “También para darme un gusto personal. Ella tenía tres trabajos, hacía limpiezas. Yo empecé como reponedor, luego pasé al sector de frutas y verduras”.

Cuando su amiga le fue a devolver las camisetas al Chino Salva, este le dijo que le dijera a Nelson que lo esperaba en la Cuarta de Nacional para que hiciera una prueba.

“Yo no podía creerlo. No lo conocía a Salva. Había dejado el fútbol y por un partidito en el liceo, tenía la chance de mi vida: jugar en el club del cual era hincha. Cuando le fui a comentar al dueño del supermercado, de poder ir a probarme a Nacional y que era mi sueño, le pedí dos días. Me dijo que no y que si me los tomaba, me echaba. Hablé con mi madre y me respondió: ‘En la vida hay que cumplir los sueños’. Me dio el visto bueno porque me acompañaba siempre al fútbol. Ella también es hincha de Nacional. Y me fui a la práctica y tuve la suerte de haber podido quedar en la Cuarta. Cobraba un viático que era muchísimo menos que lo que cobraba trabajando”, cuenta.

Abeijón, capitán de Nacional, saluda antes de un clásico a su par de Peñarol, Pablo Bengoechea

Dice que Salva “era avanzado como técnico, sabía mucho. Todo el trabajo de subir jugadores como Fabián (O’Neill), y varios más, era muy bueno. Preparaba a los jugadores no solo en lo futbolístico, sino en lo mental. Ni siquiera sabía de qué me iba a poner, pero me dijo que me veía cosas para jugar en el medio. Y ahí empecé”.

Con el paso del tiempo, Roberto Fleitas lo subió a Primera y estuvo en el plantel campeón uruguayo 1992, aunque no jugó. Se sacó la foto con los campeones y volvió a Tercera división durante seis meses con Pocho Brunel. Luego volvió a subir con el Ñato Parodi, Carlos Nicola y Rodrigo  Lemos, entre otros.

Cuando cobró su primer sueldo en el club, le llevó el dinero a su mamá. “Pagá lo que debés”, le dije. Y me contestó: ‘Gracias. Con esto, pago lo que debo en el almacén, pero todavía debo en la carnicería, en la farmacia, acá o allá’”.

Abeijón jugó en Nacional y su nivel lo llevó a Europa

Poco después, se dio un gusto: le hizo la estufa a leña en su casa. “Nos cagábamos de frio con una estufita para todos. Éramos cinco hermanos. Había una sola tele en el living y ahí terminé haciéndole la estufa a mi madre con el utilero de Nacional. Cada gusto que le daba, no tenía precio”.

Después se mandó una notable: se compró un auto sin saber manejar. “Un compañero vendía el auto y yo cobré el premio de una Liguilla y se lo compré, sin haber aprendido a manejar. Empecé a dar vueltas manzana, llevaba a mamá al almacén, aprendí y saqué la libreta. Yo había andado toda la vida en bondi y ella también, y la llevaba a donde necesitara. No tuve teléfono hasta un año y medio después de empezar a jugar en Nacional”, recuerda.

Abeijón con Manuel Alzamendi, hijo de Antonio, preparador físico de la Tercera de Nacional

Cuando subió a Primera estaban todos los campeones de América y del mundo “que me guiaron en la vida. Hoy la cosas cambiaron mucho. El respeto del guacho al veterano. No había negocio. Hoy te contestan cualquier cosa. Tuve la suerte de haberme criado en ese vestuario. (Jorge) Seré no hablaba mucho, pero te hablaba lo justo y necesario; el Chango (Pintos Saldaña), estaba más allá de todo, enseñaba más allá de ser jodón, el Bocha Cardaccio, Yubert Lemos... Aconsejándonos, retándonos cuando las cosas no iban bien. Fueron muy importantes en mi carrera”.

Álvaro Recoba y Fabián O'Neill, dos magos con la pelota; ambos jugaron con Abeijón

Y recuerda lo que era O’Neill en la cancha y fuera de ella. Así lo cuenta: “Tenía mucho temperamento, pero era un pibe querible, divino. Cuando salimos campeones con la Cuarta, hicimos un baile en casa de mi madre. El DJ era el Chino Salva, el técnico, porque sabía de eso. Fabián se había tomado alguna de más y me pidió para acostarse. Le dije que se acostara y terminó en la cama de mi madre, quien no había llegado aún”. Y sigue: “Cuando llegó mi madre, me saludó y fue directo a acostarse. Yo me olvidé que él estaba ahí, y mi mamá se acostó sin prender la luz. Fabián la agarró de atrás y pensando que era una de las gurisas de la fiesta, le dijo en penumbras: ‘Estas gordita pero igual te entro’. Y mi vieja nos echó a todos”, (se ríe).

El Abeja vive un gran presente

En 1996 llegó el Chino Álvaro Recoba a Nacional. “Cuando llegó, que era un pendejo, Gustavo Badell que hasta hoy es mi gran amigo, me dijo: ‘Le voy a dar una buena patada porque no corre en la práctica’ y yo le contesté: ‘No le pegues que es el que nos puede salvar’. Hicimos una amistad increíble y gracias a Dios me dio la oportunidad de participar en su cuerpo técnico de la Tercera división de Nacional hasta hoy”.

Dice además que “era un genio. Si hubiera querido habría sido de los mejores del mundo. Es como Fabián. Vivían el fútbol a su manera. Si hubieran dado un plus más, habrían sido más grandes todavía. Lo que pasa es que nos criamos de otra manera. Hoy vas al gimnasio de Nacional y tiene la misma infraestructura que un club de Europa. En nuestra época había tres pesas”.

Aquel año, Abeijón le hizo un gol a Peñarol en un clásico siendo el capitán tricolor: “Lo dimos vuelta. Para mí fue algo único. Más allá que le tengo un respeto bárbaro a Peñarol, yo soy hincha y lo viví de una forma espectacular”.

Aquí se puede ver ese gol:

El pase a España y el susto del avión

Su buen desempeño llevó a que Racing de Santander de España se fijara en él. “Estaba en casa y me llamó el Pitongo Delgado que trabajaba con Paco (Casal) que me podía ir en poco tiempo a Europa. Estaba loco de la vida por lo económico, pero triste porque me tenía que ir de Nacional, ya que me sentía muy querido. De acá me fui con (Washington) Tais. Allá ya estaban Petete Correa y Diego López”.

Recuerda cuando enfrentó, entre otros, a Barcelona de Rivaldo, o a Raúl en Real Madrid. “A mi hijo le cuento la satisfacción de haber sido un jugador normal, pero que lo más importante es la cabeza que uno tenga, que me ayudó a haber jugado donde jugué. El Chino (Recoba) fue un crack, era distinto, pero para un jugador como yo, era diferente. Lo logré gracias al esfuerzo en la vida”.

Racing de Santander de España en la temporada 1997-98 con cuatro uruguayos; arriba: Ceballos, Arpón, Merino, Diego López, Schürrer, Tais; abajo: Porfirio, Fernando "Petete" Correa, Javi López, Txema y Nelson Abeijón.

En ese club vivió un susto bárbaro cuando debieron viajar a otra ciudad en avión. “Era un viaje en chárter que el Memo (López) no pudo ir. Un día normal y luego de despegar, el avión por 10 segundos se fue a pique. ‘¡Nos vamos a morir!’, gritaba el Negro Tais. Yo no sabía si putear, si llorar, veía que nos acercábamos al agua. El Petete se reía y yo no entendía nada, hasta que después me di cuenta que era del susto. Por suerte, después de esos segundos que parecieron horas, el avión volvió a levantar vuelo”, cuenta.

Pasó posteriormente a Cagliari de Italia con O’Neill, el Memo López y Darío Silva ya en su salida del club.

Nelson Abeijón celebra uno de sus goles en uno de sus dos pasajes por Cagliari de Italia

“El fútbol italiano era más fuerte. Memo fue el que más jugó en la historia y yo el segundo. Fue algo increíble. Yo les digo a mis amigos que me quieren más allá que acá, y no lo pueden creer. Me siento superquerido, la gente me adora, y se lo digo a mi hijo”.

En 2017 volvió a una despedida de un excompañero, luego de 10 años. “Sabía que me querían, pero me encontré con una realidad increíble, una ovación increíble. Trato de inculcarle a mis hijos que lo que vale es la persona y en ese sentido, me siento orgulloso que me quieran tanto en Cagliari, me llena de satisfacción”.

El festejo de gol de Nelson Abeijón en Cagliari

Tenía la costumbre de salir al campo de juego cuando eran locales, junto a Diego López, para saludar a los uruguayos que venían a visitar a Cagliari. “Un día, jugábamos contra Juventus. Salimos con el Memo y saludamos al Pollito Olivera y a (Marcelo) Zalayeta. Y les pregunté: ‘¿Y Paolo (Montero)?’. ‘No, no viene. No le gusta porque se concentra en el partido’, me contestaron. Cuando los dos equipos juntos fuimos a salir a la cancha, rato después, Paolo estaba al lado mío y le dije: ‘¿Qué te pasa, no das bola?’. Y ni me miró. Estaba concentrado y era su forma de vivir los partidos”.

Tiempo después, Fabián O’Neill recibió una llamada de uno de los uruguayos de Juventus, que venían de enfrentar a Salernitana. “Miren que tienen a uno que pega y pega”, le dijeron. “Se llama Gattuso”. 

La selección uruguaya en 1997: arriba: Fernando Álvez, Leonardo Ramos, Gonzalo De los Santos, Gustavo Méndez, Eber Moas y Paolo Montero; abajo: Darío Silva, Fabián O'Neill, Álvaro Recoba y Nelson Abeijón.

“Yo dormía con Fabián cuando concentrábamos. Luego de ese llamado, Fabián me dijo: ‘Este está de vivo. ¿Sabés qué? Le voy a hacer tres caños’. Me entré a reír. Yo ese día estaba de suplente y sabía que le iba a hacer un caño, pero no los tres. Le hizo dos en una misma jugada y le grité: ‘Ya está’. ‘No está nada, falta uno’, me contestó. Y no descansó hasta hacerle el tercer caño. Gattuso era un loquito de la cabeza y después, logró lo que logró. Lo mismo había hecho en un clásico contra Peñarol con Nico Rotundo. Me dijo: ‘Le voy a hacer dos caños y juegan con uno menos’. Y yo le decía: ‘No, Fabián. Hacé goles para que ganemos’. Y dicho y hecho, le hizo los dos caños y lo echaron”.

Aquí se pueden ver los tres caños de O'Neill a Gennaro Gattuso en 1999:

Defendió luego a Atalanta de Italia y allí jugó con Christian Vieri.

“Un monstruo del fútbol. Una de las personas que me hizo entender que el fútbol se vive de otra manera. Vivía la vida de otra manera. Fui a la casa varias veces, me cambiaba al lado en el vestuario. Con Paolo Maldini tenía una marca de ropa y un día lo jodí y le dije: ‘¿Cómo no vas a traer nada para los compañeros?’. Ni bola me dio. A los cuatro días, le dejó a todos mis compañeros una cajita y a mí nada. Yo había sido el de la idea y no me dejó nada. Le recriminé medio en joda y me contestó: ‘Vos no sos mi amigo’ y se fue. Me fui a bañar entregado. Pensaba: ‘¿Cómo puede ser? ¡Fui yo el que agité para que trajera algo!’. Me estaba yendo, y el utilero me dijo: ‘¿Trajiste la camioneta así te ayudo?’. Me di vuelta y había una caja enorme con ropa para mi, para mis hijos, para todo el mundo. Me sorprendió. Lo llamé y no me atendió. Al otro día vino y me dijo: ‘Las cosas lindas en la vida, no se demuestran por regalo. A vos es al que más aprecio’.

Nelson Abeijón cuando defendía a Atalanta de Italia

Luego de jugar en Atalanta, estuvo muy cerca de volver a Nacional, pero no se le dio, lo que le dejó un sabor amargo.

“Volví y si bien me había comido una época jodida de Nacional, me interesaba regresar al club. No me importaba la plata. Me encontré con trabas, injusticias que pasan en el fútbol. Nunca me la agarré con Nacional, pero quedé dolido. Quería retirarme en mi club y que me vieran mis hijos y mi vieja de nuevo. Me dolió porque había dejado todo, me fui como capitán y no me llamaron siquiera por teléfono, sabiendo que nunca tuve problemas con nadie en mi vida futbolística. Quería volver a mi casa. Pero las vueltas de la vida, hoy volví como entrenador. Hoy tengo la suerte de poder estar en donde quiero que es otra vez Nacional”, explica.

Campeón con la selección

Debutó en la selección uruguaya de lateral derecho. Allí lo puso el Pichón Héctor Núñez. Luego, el mismo técnico confió en él para integrar el plantel que fue campeón de la Copa América 1995.

Álvaro Gutiérrez, Nelson Abeijón tocando la Copa América ganada con la selección uruguaya en 1995, y Enzo Francescoli, celebran el título

Así lo vivió: “Para mí fue una sensación increíble. Éramos 30 y cinco o seis que estábamos a la expectativa de si quedábamos o no. Pensé: ‘Vamos a disfrutar esto’. En los partidos previos en Maldonado, Paysandú y Rivera, anduve bien, y el Pichón vio cosas en mí. Después de quedar en el grupo, ganar la Copa fue mucho mejor. Dormía con (Gustavo) Poyet y Tabaré Silva, pero estaban todos los fenómenos. Éramos unos pibes con Diego López, Tabaré Silva, (Edgardo) Adinolfi, y el resto, todos jugadores consagrados y estar en Montevideo, ser locales, la emoción era el doble. Y la responsabilidad era el doble también. Quería disfrutar minuto a minuto en la concentración de Los Aromos, porque la convivencia era increíble. De lo más grande que logré en mi carrera”.

La selección uruguaya festeja el título de la Copa América 1995; Nelson Abeijón aparece al lado del técnico Héctor Núñez

Y agrega que “Pichón me dio la oportunidad de creer en mí, de estar en la selección. Se manejaba con sentimientos del jugador de fútbol. Le voy a estar agradecido toda la vida”.

El plantel de Uruguay que ganó la Copa América 1995; Abeijón es el primero de los parados desde la izquierda

Muchos años después, Juan Ramón Carrasco lo volvió a citar a la celeste.

Nelson Abeijón con la camiseta de Como, cuando jugó en la Serie B italiana en 2003-04

“Juan me llamó estando en Como, en la B de Italia. Ya tenía otra madurez y me dio la chance. Recuerdo que en el partido por las Eliminatorias ante Brasil de visita, perdíamos 2-0 y le pegué un patadón a Zé Roberto. Ahí Juan me sacó. Yo la vi venir”, cuenta. Fue titular, pero el técnico lo sacó a los 36 minutos. Y agrega: “Nos estábamos comiendo un baile bárbaro y te bandideaban en la cancha.  Le di una patada por la que hoy me darían cinco partidos (de suspensión) y ni me echaron. Siempre le digo a mis amigos que en el momento en que me sacó a mí, puso a Richard Núñez y el equipo se encontró con otro juego y lo dimos vuelta el partido y estuvimos a punto de ganar, hasta que Ronaldo empató casi en la hora 3-3. Estuvo perfecto lo que hizo Juan, por más que por dentro lo debo haber puteado muchísimo”.

Aquí puede verse esa jugada:

Luego de retirarse como jugador, se dedicó a la dirección técnica. Tras un pasaje por Oriental de La Paz, llegó a Deportivo Maldonado, gracias a la amistad que tenía Massimo Cellino, presidente de Cagliari, con los dueños ingleses de la SAD en ese momento.

Abeijón lo recuerda así: “Fui a una reunión con los ingleses y con un traductor de por medio, me contaron que Cellino, que me quería mucho, les dijo: ‘Te lo juro por mis huevos que es el técnico que necesitás’. Al principio hicimos un buen campeonato, pero después los resultados no se dieron y me echaron. Estuve dos o tres meses encerrado en casa, sin salir porque vivo el fútbol muy intensamente, sabía que era una linda oportunidad y no me fue bien en un gran club como Deportivo”.

Nelson Abeijón grita un gol con la selección uruguaya en su segunda época con la celeste

Entonces lo llamó su amigo Petete Correa –con el que también trabajó como ayudante en Cerro– para que saliera de ese encierro.  

“Me llamó para que fuera a Náutico para ver jugar un poco a los gurises y distraerme. Y el Tony Pacheco me abrió las puertas del club y me contrataron como entrenador. Lo había enfrentado en varios clásicos contra Peñarol. Vos no podés odiar a una persona porque usa otra camiseta, y eso es lo que tiene que entender la gente. Obvio que le querés ganar. Solo en este país sucede lo que pasó en los partidos de despedida  del Tony y del Chino (Recoba), quienes no pudieron ir a jugar por lo que pudieran decir las hinchadas. El otro día (Ángel) Di María fue a la despedida de Maxi Rodríguez, habiendo sido jugador referente de Rosario Central y Maxi de Newell’s, y lo aplaudió todo el mundo. La gente no entiende que termina el partido de fútbol y sigue la vida. Por suerte son muy pocos los que opinan al revés”.

Abeijón desplegó gran parte de su carrera en España e Italia

La vida quita. No pudo volver a Nacional y se quedó muy mal.

Nelson Abeijón con sus tres hijos: Mariana, Mathías y la pequeña Emma

La vida da. Hoy tiene tres hijos: Mariana de 22 años, Mathías de 17 y Emma que va a cumplir un año el 22 de agosto. “Un hijo te cambia la vida y ahora me la volvió a cambiar. Yo digo que soy abuelo por haber tenido a Emma hace un año (se ríe)”, y el Chino Recoba lo devolvió a Nacional como ayudante técnico de la Tercera división.

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