El Zurdo Viera hoy es captador en Peñarol

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El campeón de la Libertadores que con 21 años le hizo un asado a Pablo Escobar y no quiso pasar a Nacional: la vida del Zurdo Viera

El exfutbolista aurinegro trabaja actualmente en la captación de Peñarol, con el que consiguió ganar clásicos históricos, como el de los ocho contra 11
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26 de mayo de 2023 a las 18:43

Lindolfo. Ese era el nombre de su abuelo y también el de su padre. Cuando nació él, su papá le puso Ricardo como primer nombre, pero dejó Lindolfo para el segundo. Sin embargo, con el paso del tiempo, todos lo conocieron por su apodo y su magia: el Zurdo Viera.

“Mi papá tiene 88 años, y mi mamá Adelfa, 79. No te imaginás lo que significa para mí tenerlos vivos. Me acuerdo el día de mi debut con Peñarol que fue en un clásico e hice un gol. Fui elegido por El Diario como el mejor de la cancha. Justo era el Día de la Madre, y le llevé el premio”, recuerda Ricardo Viera para Referí.

Jugaba en la calle en su barrio, Buceo, “a veces con una pelota que hacíamos con medias de mamá y le poníamos papeles. Son recuerdos bárbaros. Íbamos a una placita y jugábamos al fútbol saltando los bancos. La destreza ya empezábamos a aplicarla”.

Ricardo Viera fue uno de los mejores futbolistas de Peñarol de los últimos tiempos

Su papá era recolector de basura de la intendencia de Montevideo, y el Zurdo a veces ayudaba a la familia trabajando. “Con 10 años, laburé en un almacén y hacía de todo”, cuenta.

Aquel niño tendría una vida increíble que lo llevó a lugares insólitos, como cuando le hizo un asado a Pablo Escobar en Medellín con 21 años, o estar en la casa de un dirigente en el que había billetes de US$ 100 por todos lados y en el baño, grifería de oro.

Jugó en tres clubes de baby: Samuel Benedetti, Monzón y Malvín Jr., de número ‘9’. Con este último, le ganaron a La Rinconada y fueron campeones departamentales en la final jugada en el Velódromo.

El homenaje a su ídolo, Fernando Morena, que Peñarol le realizó con una estatua en el Estadio Campeón del Siglo; en la foto, aparecen Gervasio Gedanke, Evaristo González, Fernando Álvez y Ricardo "Zurdo" Viera

Fernando Morena fue su ídolo de la niñez. Así lo recuerda: “Iba con mi viejo al Talud Ámsterdam cuando todavía había pasto. La humildad no se dice hablando sino se demuestra con hechos y actitudes. Siempre me miraba en él, aparte de lo profesional que fue. Me marcó como futbolista. En un clásico por Libertadores, yo jugaba en Colombia y fui a la Olímpica, y ese partido ganó Peñarol 2-1 casi en la hora con goles de Ruben Paz y Morena”.

El fútbol llevó a que lo tuviera como técnico en 1988 y en su primer clásico que dirigió, el Zurdo hizo un gol. “Fue en el arco de la Ámsterdam y ganamos 1-0. Diego, su hijo, me decía que Fernando siempre recordaba ese gol porque era su debut clásico como entrenador”.

“Tenerlo ahí, fue removedor. En 1986 tuve la oportunidad de jugar con él cuando volvió del retiro. El último gol que hizo Fernando, se la bajé con el pecho y se lo anotó a (Hugo) Gatti en la Colombes”, cuenta.

Pensar que con Peñarol comenzó todo mal. Se fue a probar y Balseiro era el técnico. Llegó a Las Acacias y le dijeron que no necesitaban aspirantes, “que fuera el miércoles, como diciéndome no vengas más. Y no fui”.

Ricardo Viera con la Tercera división de Danubio en 1978 en el Centenario; el primero de arriba es Luis Malvárez y el último, el técnico Luis Prais; Ricardo Viera aparece bien claro abajo en el medio

Entonces se fue a Danubio al Parque Hugo Forno. El técnico de las inferiores era el Chino Héctor Salva, y su ayudante era el padre de José Hermes Moreira. Este le preguntó: “¿Te animás a jugar de lateral izquierdo?” y el Zurdo asintió. Pero su padre lo escuchó y le dijo que no. “Él es ‘9’”, contestó su papá. “Entonces va a tener que esperar al final de la práctica”, le dijeron. Ricardo esperó en un equipo en el que jugaba entre otros, Luis Malvárez. “Me puso de ‘9’ e hice tres goles. Nos fuimos caminando con papá y mamá de la mano y Moreira salió corriendo detrás nuestro. ‘Me dice Salva que vaya a ficharse y a hacerse la ficha médica mañana’. Y mi viejo le contestó: ‘¿Vio que era ‘9’?”.

Solo tenía 15 años cuando debutó en la Primera de Danubio con el Pardo Abbadie de técnico.

Viera fue figura de Peñarol cuando ganó la Libertadores 1987

“Jugaba y al mismo tiempo trabajaba en un bazar. Fui goleador en todos mis años en juveniles en Danubio. Me crié con Huracán Buceo con el Topo Gigio que era un furor. Mi sueño era jugar en Peñarol desde chiquito. A los reyes le pedía el equipo de Peñarol completo y un día mi papá me dijo: ‘Vas a hacer un equipo de fútbol completo pidiéndole todos los años a los reyes el equipo’”.

Y dice de Danubio: “El Pardo Abbadie me subió a Primera con 15 años. Danubio me pagaba la comida en un restorán en Rivera y Comercio, y todos los días llevaba a un hermano diferente (eran cuatro más) para que comiera una comida rica, hasta que un día el presidente (Nelson) Ciapessoni me dijo: ‘¡Pah, zurdo! ¿Y esta cuenta? Comés mucho’. Se enteró lo que hacía por mis hermanos y me contestó: ‘No, no podés’. Después de eso, el club me ayudaba con canastas de fideos, fruta, verdura, aceite para darme una mano en casa”.

Debutó contra Cerro en el Tróccoli y el arquero rival era Artigas Araújo. Jugaba con Nil Chagas y el Cuchillo Cabrera, entre otros. “Como sucedía con los jóvenes en aquella época, yo era el chico de los mandados, pero me arroparon bien. En esos años, no ascendían juveniles, y yo tuve ese privilegio”.

Con Peñarol, Ricardo Viera vivió momentos inolvidables

Abbadie había salido campeón con la selección de Maldonado y lo contrató Danubio. El Zurdo lo recuerda: “Era un tipo bueno. Todo lo que he aprendido y sigo aprendiendo, fue a través de muchos técnicos. También tuve al Lito Silva, a Luis Cubilla, a Raúl Bentancor, a Roque Máspoli, al Maestro Tabárez...”.

Era un botija y de Danubio pasó al fútbol colombiano. “Me fui con permiso de menor firmado por mis viejos. Lorenzo Carrabs me recomendó a Junior de Barranquilla y me ayudó mucho allá. Somos compadres, ya que él es el padrino de mi hijo más grande, Ricardo Fabián. ¡Tenía 17 años! Me hice hombre antes de tiempo”.

Ricardo Viera cuando jugó en Junior de Barranquilla

Édgar Perea, un relator muy conocido allí, le puso “el Pelé Blanco”, al verlo jugar. Cuando llegó, el técnico era la Bruja Verón padre, quien también jugaba con él, y cuando debutó ante Deportivo Cali, Perea lo hizo parar en la mitad de la cancha solo, “para que me aplaudiera todo el estadio diciendo que yo era el Pelé blanco, que había llegado de la selección juvenil, el segundo mejor jugador del mundo después de (Diego) Maradona. Sebastián Verón –la Brujita– era chiquito y corría detrás de una pelota”, explica.

De allí pasó a Cúcuta y jugó con Arnoldo Iguarán, –quien ahora es gerente deportivo de Millonarios que eliminó a Peñarol de la Copa Sudamericana– que corría un disparate. El Zurdo recomendó a dos uruguayos: Sergio “Bocha” Santín y Miguel Puppo.

Ricardo Viera cuando defendía a Cúcuta de Colombia

Su gran desempeño como goleador lo llevó a Atlético Nacional de Medellín. El pase lo compró Pablo Escobar y con él vivió una anécdota increíble.

“Al llegar a mi hotel, un uruguayo que vivía allá me dijo: ‘Mirá que mañana tenemos una cena que hay alguien que te quiere conocer’. Yo tenía 21 años y no tenía idea de que Escobar había comprado el pase y fue el más caro a nivel local: US$ 500.000 en 1982. Estuve casi dos horas para llegar a la hacienda Nápoles, por montañas. No me llevaron encapuchado. Había un portón grande y una avioneta arriba con el número 70. Había otros jugadores invitados, pero él me quería conocer a mí. Te juro que yo no sabía quién era Escobar, estaba totalmente ajeno al tema de la droga”, comienza contando sobre aquella peripecia.

El Zurdo podía jugar como volante o como delantero

Y sigue: “Vi una piscina tremenda, llena de mujeres desnudas, una pista de avioneta, un zoológico, y seguía caminando y había una sala, una discoteca y al otro costado, un salón que era donde hacían el asado. Fui con una gran timidez. Me dijo ‘Hola’. Después me enteré que el que estaba al lado era Popeye (Jhon Jairo Velásquez, el principal sicario de Escobar). ‘Bienvenido Tito (allá me decían así), yo fui quien le compré el pase’, me comentó. Yo no entendía nada, porque el presidente era otro. ‘Bienvenido a mi hacienda. Estoy muy contento por tener al mejor jugador del fútbol colombiano en mi club’. Le dije ‘mucho gusto’ y le di la mano”.

Su inconsciencia era muy grande, ya que no tenía idea de con quien estaba tratando. Y así siguió en la noche paisa.

“Yo veía que estaban haciendo un asado al carbón, y yo era inconsciente y le pedí para terminar de hacer el asado. ‘Sí, si usted es uruguayo, ¡cómo no!’, me dijo. Me quedó espectacular y luego hablamos con mis compañeros Hernán Darío Gómez, el Bolillo que es amigo hasta hoy. Recién ahí en esa cena los conocí. Con el paso de los días, me enteré lo que era el cartel de Medellín y quién era Escobar. Él ayudaba mucho a la gente pobre de Envigado y lo querían mucho”, recuerda.

El equipo de Atlético Nacional de Medellín de 1982: el arquero uruguayo Lorenzo Carrabs aparece parado y el último de los agachados es Ricardo Viera

Pero el tema continúa: “Terminamos al otro día de mañana y me fui directo al (Estadio) Atanasio Girardot sin dormir para hacer la presentación y el técnico era Darío López. Cuando pasaron los años y vi lo que significaba Escobar, me llamé a la reflexión y con la madurez que ahora tengo, pienso: ‘¡Mirá dónde estaba! ¡Y con 21 años!’”.

En plena época del narcotráfico, sostiene que “nunca en mi vida agarré nada. Me ofrecieron cocaína gente que estaba con Pablo y dije que no. Al ver todo, uno supo qué camino elegir”.

En ese mismo club, también vivió un momento insólito en la casa del presidente, Octavio Piedrahita, quien también se encontraba ligado al narcotráfico.

Viera recordó su vida dentro y fuera del fútbol

Así lo cuenta: “Fui a una reunión que me citaron y en un momento le consulté: ‘¿Puedo pasar al baño?’ Cuando me dirigí, todo el pasillo estaba lleno de fajos de billetes de US$ 100. En el baño, la grifería era toda de oro. Había billetes hasta donde se encontraba la cisterna. Nunca había visto una cosa igual”.

Luego jugó con el Pibe Valderrama en Unión Magdalena siempre en Colombia.

Olimpia de Paraguay, con Sergio Markarian de técnico y Osvaldo Giménez de ayudante, se interesaron en él y lo contrataron.

Y entonces, poco tiempo después, llegó lo que él esperaba desde niño. Peñarol le abrió las puertas.

Ricardo Viera y Diego Aguirre, subiendo al ómnibus de Peñarol en 1987, previo a un partido

“Cuando llegué al aeropuerto me estaba esperando Amadís Errico y me fui al Palacio a firmar. Me quería el tradicional adversario (no nombra a Nacional), pero tanto yo como mi padre éramos de Peñarol y no quise ir. Amo a Peñarol y lo llevo en el corazón”, cuenta.

Más allá de ello, explica que años después, Nacional lo quiso otra vez. “Me llamó Saúl Rivero –que era el técnico– en 1990, y me hizo ir a Oca que (Roberto) Recalt era el presidente. Eran las 2 de la mañana y yo decía para mí ‘no puedo ir al tradicional adversario’. Igual fui, hablé con Recalt y le pedí una fortuna. Me contestó que lo iba a consultar con la directiva. Y me hizo una contraoferta que era buena y no quise ir, me fui a Mandiyú de Corrientes por menos plata. Entonces contrataron a Luis Noé”.

El equipo de Peñarol que ganó en la noche de Reyes de 1987 un Uruguayo increíble a Nacional: Eduardo Pereira, Obdulio Trasante, José Herrera, Jorge Goncalves, José Batlle Perdomo y Miguel Santos; abajo, Daniel Vidal, Gustavo Matosas, Diego Aguirre, Ricardo Viera y Daniel "Coquito" Rodríguez, semitapado

Con Peñarol debutó en el clásico que ya se reseñó del Día de la Madre, con gol incluido.

“Pude ganar muchos clásicos, hice 12 goles en esa clase de partidos. Ganarle a Nacional (ahora sí lo nombra) era algo aparte. Eran partidos que uno daba todo por el entorno y el sentimiento que uno tenía. Por haberlo soñado de niño, jugar un clásico, en el estadio, ganarlo, hacer un gol, y ahora, en la actualidad, estar trabajando en la captación de Peñarol con esos chicos que cada vez aprenden más lo que es estar en Peñarol, me hace muy feliz. Explicarle lo que es ponerse la camiseta de Peñarol a un botija, es especial”, cuenta.

Entre esos enfrentamientos contra Nacional, jugó la final del Uruguayo 1986 que se disputó el 6 de enero de 1987 y terminó 0-0 luego de que Eduardo Pereira le sacara un gol hecho a Juan Ramón Carrasco sobre el final. En los penales, Peñarol fue campeón.

Tres tremendos exjugadores: Julio César Giménez, Juan Ramón Carrasco y Ricardo Viera

“Yo había salido antes del final y ver la definición desde afuera, fue tremendo. Juan (Carrasco) tuvo el gol y Eduardo (Pereira) no le dejó espacio. Con Juan tengo muy buena amistad. Ese título lo celebramos todos juntos, fue una alegría muy grande”, dice.

Ricardo Viera también jugó el recordado clásico de los ocho contra 11, cuando ese mismo año, iban 1-1 con un gol suyo, pero él se fue expulsado junto al Chueco Perdomo y a José Herrera. No obstante, Peñarol lo terminó ganando 2-1 con tres hombres de menos.

Néstor Goncálves, Ricardo Viera, Mauricio Steiner, presidente de la Comisión de Captación de Peñarol, Juan Susena, presidente de las formativas del club, Eduardo Da Silva, y el dirigente de inferiores, Federico Terryn, cuando asumieron

Yo sabía que en los clásicos había que dejar el alma porque era el partido más importante. Recuerdo charlas con Tito Goncalves. Un día estábamos en Las Acacias cuando él era el gerente y estaba el Chueco Perdomo. Entonces, delante de mí, le dijo: ‘Pensar que nosotros corríamos para que otros fenómenos la rompieran. Yo corría para (Pedro Virgilio) Rocha y vos corrés para el Zurdo’, y nos reíamos. Me inculcaba lo que era Peñarol. Hablaba mucho con él en Las Acacias”, explica.

Y vuelve al partido de los ocho contra 11. “En el momento, de mi expulsión pensé: ‘Uy, ¡qué hice! Me hice echar’. Tenía un nerviosismo tremendo. Luego, el Pepe (Herrera) y el Chueco (Perdomo), también vieron la roja. Estaba complicado. Pero eso era Peñarol, las conquistas más grandes las logró por jugadores de jerarquía y no les pesaba donde tenían que jugar”.

La Copa Libertadores 1987

El último gran hito de Peñarol a nivel internacional, fue ganar la Copa Libertadores de 1987, la cual, en tiempos de sequía como estos, se pondera aún más.

“Fue la más apasionante de todas las copas que se han jugado por ganar de la forma en que se ganó, por haber dejado a campeones del mundo por el camino como River e Independiente. Teníamos un promedio de edad de 22 años, nunca se había visto ni se vio nada igual”, explica.

Recuerda que en el partido en Avellaneda, Independiente los tuvo 20 minutos metido dentro de un arco y tenían al Pollo Vidal y a Jorge Cabrera, “que eran cohetes”.

El equipo titular de Peñarol que ganó la Copa Libertadores de 1987 ante América de Cali; Ricardo Viera es el penúltimo de abajo desde la derecha

“Tuve un encontronazo con (Ricardo) Giusti que me dijo: ‘Uruguayo, de acá no salen vivos’. Yo, callado. A la vuelta me insistió: ‘De acá salen muertos’. Al rato, llegó un centro al segundo palo, le pegué una trompada a Giusti y me fui a la mitad de la cancha. Los tres jueces por suerte no me vieron. Vino Giusti y me dijo: ‘Uruguayo, me mataste, me rompiste todo’. Y le contesté: ‘La próxima vez que vengas acá, te voy a sacar los testículos, así que no me jodas’. Dejábamos todo, esa era la mística que tenía Peñarol, que nos dejaron Tito, el Indio Olivera, Morena…”, explica.

El festejo íntimo de los jugadores de Peñarol en el vestuario tras ganar la Copa Libertadores 1987; Viera aparece al fondo, a la derecha de la foto, descorchando una botella de champán

Luego llegaron las finales ante América de Cali, un equipo que era una especie de selección, por el enorme prestigio de sus futbolistas de distintas nacionalidades.

El Zurdo las recuerda muy bien: “En Cali, pese a que perdimos 2-0 en la ida, no nos fue tan mal. No deberíamos haber perdido ese partido, pero (Julio) Falcioni sacó todo y ellos nos hicieron dos goles de (Juan) Battaglia y (Roberto) Cabañas. Previo al partido, nos habían mandado mujeres con poca ropa deambulando por el hotel y nos tiraron gas dentro del vestuario del Pascual Guerrero. Yo estaba convencido que en Montevideo lo íbamos a ganar”.

En la vuelta en Montevideo, Peñarol estaba obligado a ganar, pero en los primeros minutos, Cabañas, de cabeza, anotó para los colombianos. El silencio se apoderó del Centenario.

Diego Aguirre, Obdulio Trasante y Ricardo Viera con la Copa Libertadores ganada por Peñarol en 1987

“Seguimos jugando con nuestra presión y luego hubo cambios. Entró el Bomba Villar y mejoramos. Faltando poco llegó el gol de Diego Aguirre para el empate y luego una falta a Diego al borde del área y había varios para patear: el Pepe (Herrera), el Chueco (Perdomo), Dito Da Silva y yo. El Chueco gritó: ‘Dejen al guacho, dejen al gurí’, y le dimos la confianza al Bomba e hizo el gol. Explotó el estadio y la alegría y satisfacción de poder jugar la tercera final en cancha neutral, cuando estábamos casi liquidados”, cuenta.

Otro festejo de los jugadores aurinegros en el camarín tras ganar la Copa 1987; el Zurdo Viera aparece en primer plano mirando para un costado

Viera jugó todos los minutos de todos los partidos de aquella Libertadores. En la finalísima de Chile, iban 0-0 y se terminaba el alargue. Peñarol había sido más y estuvo muy cerca del gol más de una vez. Gané la pelota dos veces de cabeza en la última jugada en la que Diego (Aguirre) convirtió el gol del título. Ahí fue una locura. Corría por todos lados, no sabía cómo contener la alegría. Porque unos segundos antes del gol, salió la pelota al lateral y dije: ‘Muchachos, vamo’ arriba, le vamos a ganar a este equipo. Este equipo no tiene historia, vamos a buscar el triunfo’. ¡Y se nos dio!”.

Dice que el presidente de entonces, el Cr. José Pedro Damiani, “era un crack. Un tipo que decía lo que sentía. Muy inteligente, de mucha carpeta, que sabía decir las palabras en el momento justo. Era un personaje y un ganador”.

Su periplo de campeón con Uruguay

Raúl Bentancor lo citó para jugar con la selección uruguaya juvenil en el Sudamericano de Uruguay 1979 y fue campeón.

“Fue el que me marcó como entrenador. Fue mi padre futbolístico. De Danubio fuimos convocados con Roberto Roo, Daniel Martínez y Nelson Alagüich”, recuerda.

En el partido decisivo ante Paraguay, el Zurdo nunca fue más zurdo. Un zurdazo suyo se coló en el ángulo del arquero para que Uruguay ganara 2-1.

Uruguay campeón del Sudamericano juvenil de 1979: arriba, Fernando Álvez, Arsenio Luzardo, Héctor Molina, Domingo Cáceres, Daniel Martínez y Nelson Alagüich; abajo, Ernesto Vargas, Jorge Barrios, Ruben Paz, Roberto Roo y Ricardo Viera

“Fue uno de los mejores goles de mi vida, junto con el clásico de cuando debuté con Peñarol. Después del título, hubo un festejo. Don Raúl era muy exigente pero tenía una carpeta para hablar y cómo moverse. Si yo tenía algún golpecito me decía: ‘Dejate de pedir mimos, porque no te voy a dar mimos’. Y Esteban Gesto era otro fenómeno”.

Para el Mundial de Japón de ese año, se lesionaron Roo y Luzardo y el equipo quedó diezmado en el medio. “Arriba jugábamos Vargas, Paz y yo; los tres éramos números 9”.

Ricardo Viera prepara el zurdazo que le dará el título de campeón sudamericano juvenil a Uruguay en el Centenario, venciendo 2-1 a Paraguay en 1979

Luego de haberle ganado a Portugal 1-0 con gol de Paz y una gran jugada suya, estaban en el hotel viendo la repetición del partido. Entonces apareció Diego Maradona junto a Ramón Díaz y Daniel Sperandío, de la selección argentina.

Así recuerda aquel momento: “Estábamos con el Bomba Cáceres, Revelez y Eber Bueno viendo el partido que le ganamos a los portugueses. Yo había hecho la jugada y Paz anotó. Llegó Maradona con Díaz y Sperandío, y Diego preguntó: ‘¿Quién es el ‘10’?’. El gol fue todo de él’. Y yo me quedé quieto. Y el Bomba me señaló y le dijo. ‘Es el que está acá’. Son esos recuerdos que a uno le quedan. En la semifinal cambié camiseta con él y años después, me la robaron en Santa Marta, en Colombia. Estoy seguro de que si hubiéramos tenido a Roo y a Luzardo, habríamos sido campeones del mundo y no terceros como terminamos”.  

Ricardo Viera y la boca llena de gol, luego de convertirle con Uruguay a Paraguay, para darle el título sudamericano juvenil en 1979 con el Centenario colmado

El Zurdo se hizo cargo como padre y madre de su hija Stephani, luego de que se separó de su esposa, tras estar afincado en México, tras defender a los Tecos de Guadalajara. Su exesposa se quedó con la casa y el supermercado que él tenía, y entre ambos perdió US$ 320.000 de la época. Así, decidió volver a Uruguay y empezó a trabajar fuera del fútbol.

Un partido a beneficio de la Mutual que juntó a los campeones de la Libertadores con Peñarol 1987: Eduardo Pereira, Obdulio Trasante, Marcelo Rotti, José Batlle Perdomo, Miguel Santos, Jorge Goncalves, José Herrera, Héctor Tuja y Fernando Morena (invitado); abajo, Jorge Cabrera, Diego Aguirre, Carlos "Tío" Sánchez, Ricardo Viera y Jorge Villar

“A Stephani la crié solo y me puse a laburar en una herrería. Por no conocer el oficio, soldé sin lentes y por dos días no vi nada. Me contrató Progreso en 1992, después me fui a Sipesa de Perú y luego vine a Cerro Largo –que me llevó Villanueva Saravia, quien me dio trabajo en la intendencia– y trabajaba en una escuelita de fútbol en Melo. Él era hincha de Peñarol y yo era su ídolo, me llevó para allá. Salí campeón con Cerro Largo, que hacía 34 años que no ganaba el torneo del Este y yo era capitán. Me dijo que si éramos campeones, me regalaba un auto, y me regaló un Fiat Uno. Después también fuimos campeones del Interior”.

Ricardo Viera en una visita al Estadio Campeón del Siglo de Peñarol

Además de Stephani, Ricardo es padre de Fabián –quien está en Barcelona–, Manuela, que estudia facultad de Veterinaria en Montevideo, y su hijo más chico de 14 años Santiago, vive en Cerro Largo.

El Zurdo fue un elegido con la pelota. Hacía lo que quería con ella y dejó un recuerdo imborrable.

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