Siempre por la mañana, bien temprano, cuando apenas había una o dos personas que habían llegado al entrenamiento de Plaza Colonia, el silencio se rompía súbitamente. Era un ruido inesperado los primeros días, ya más conocido con el paso del tiempo. Un sonido que se hizo costumbre y que tenía nombre y apellido: Cristian Rodríguez.
Al Cebolla le encanta la música. A veces cumbia, en otras ocasiones, folclore. El común denominador era el volumen que emitía la radio de su camioneta 4x4.
“Podía llegar cualquiera a la práctica de la mañana y no te dabas cuenta, pero cuando a 3 kilómetros oías música a todo volumen, ya sabías que estaba por llegar el Cebolla al entrenamiento”, comentó entre risas a Referí este lunes avanzada la tarde, el entrenador de Plaza, Eduardo Espinel.
Era la hora 16.30 y recién comenzaba a almorzar. Había cenado unos trozos de pizza el domingo luego de la consagración del Torneo Apertura ante Wanderers, y luego de la caravana que llevó a los campeones hasta la intendencia de Colonia y de tanto paseo y saludo, ya casi sin voz, pudo hablar con Referí mientras almorzaba.
El 30 de marzo de este año, luego de que Peñarol quedó eliminado de la posibilidad de pelear por el Campeonato Uruguayo, el Cebolla dijo que estaba dispuesto a bajarse el 70% del salario para seguir en el club.
Sin embargo, eso no ocurrió. En los aurinegros ganaba US$ 60.000 por mes y se fue del club refinanciando una deuda de US$ 1.100.000 a cuatro años.
El pasado 7 de abril los aurinegros anunciaron su salida al terminar su contrato. Lo hicieron a través de sus redes sociales.
“Finalizado el contrato de Cristian Rodríguez, el agradecimiento especial a ese hincha que se formó en nuestro club, que tuvo una extensa y brillante carrera en el exterior y volvió en plena vigencia para defender estos colores con todas sus armas durante las últimas temporadas”, informó Peñarol en su cuenta oficial de Twitter.
El Cebolla se fue del club con tres títulos del Campeonato Uruguayo, una Supercopa Uruguaya, 193 partidos y 46 goles, 20 de ellos, en el Estadio Campeón del Siglo del que sigue siendo, por ahora, el máximo goleador con la camiseta mirasol.
En realidad, con los carboneros ganó seis títulos más: tres Clausura, un Apertura, un Clasificatorio y una Liguilla PreLibertadores.
Fénix, entonces dirigido por Juan Ramón Carrasco, fue el primer club que se interesó para contar con él. Sin embargo, no quiso ir a esa institución y se decidió estar cerca de sus hijas, en Juan Lacaze, por lo que llegó a un acuerdo con Plaza.
¿Cómo se dio? Lo recuerda el gerente deportivo del club, Carlos Manta, para Referí.
“Chiqui (García) me convenció para ir a hablar con Cristian. Yo soy el duro y él fue quien me dijo para que fuéramos. Se nos había ido Facundo Píriz y nos había quedado un hueco. No lo conocía personalmente, sabía cómo era como jugador y referente. No nos salimos de la línea de presupuesto”, indicó Manta.
Y añadió: “Fuimos a su casa de Juan Lacaze y en la charla me di cuenta que era la persona indicada para ser referente. Hizo lo imposible por estar con nosotros y lo conseguimos. Llegamos a un acuerdo (económico) que para él es simbólico y para nosotros es importante”.
Su influencia en este grupo de Plaza Colonia campeón del Apertura, excede lo futbolístico. El Cebolla fue el fusible del equipo, ese equipo que tuvo números notables.
“En lo futbolístico se vio que fue un aporte muy importante, hizo goles. Pero fue igual o mejor de importante lo que hizo afuera: ayudar a crecer a los jóvenes, charlar con nosotros de fútbol, explicar las cosas que hacía en otros países, las vivencias que uno no conocía y nos ayudaba a mejorar a cómo manejar ciertas situaciones diarias, fuera del fútbol”, explicó el técnico Espinel.
En ese contexto explicó: “Cosas para mejorar en cuanto a infraestructura en los entrenamientos, para potenciar con pequeños detalles y muchas charlas más con los futbolistas jóvenes y otros no tanto, quienes lo escuchaban con mucha atención”.
El Cebolla les hablaba de sus errores en el pasado para que sus compañeros no los repitieran, explicaron.
No fue un futbolista más. De 14 fechas, el volante jugó 12 y se perdió los últimos dos por un pequeño desgarro. En la mitad de ellos, fue titular, y anotó dos goles.
Una vez por semana hacían una comida, normalmente la casa del Cebolla. Normalmente asados, con multas que abonaban los propios futbolistas, o invitaciones.
El Cebolla invitó más de una vez y también fue multado un día que llegó tarde con su música a todo volumen a un entrenamiento.
El cuerpo técnico también pagó una cazuela para todo el grupo.
Todos coinciden en el grupo patablanca que el padre del Cebolla era el encargado de la cocina o de los asados y todos dicen que es “un fenónemo”.
Cristian, mientras tanto, oficiaba de anfitrión con su tradicional boina de gaucho, “pero nada más, nunca hacía un asado”, dice Manta entre risas.
En esas comidas, siempre se esperaba el mismo desafío. Una carrera a caballo entre el Cebolla y Nicolás Dibble.
“¡Está robado! ¡Por favor! El Cebolla ganaba siempre y por varios cuerpos. Dibble piensa que porque tiene pinta de jockey, puede competir. Pero no le da”, recuerda Espinel sonriendo.
Y subrayó, “ya lo dije: en cualquier momento se puede aparecer a caballo en la práctica”.
Manta se tiraba de los pelos cuando el pasado 18 de mayo, a poco de firmar, Cristian le dijo que tenía una oferta para irse al exterior de US$ 5 millones.
“¡Me quería morir porque nos quedaban US$ 800 mil para nosotros y hacíamos estragos con esa plata!”, cuenta.
Sin embargo, el Cebolla la desechó y siguió con su nuevo club y con sus hijas en su casa de Juan Lacaze.
“Nos compró hacerlo feliz y que nos diera su cuota de categoría”, dijo.
Y añadió: “Nos enseñó a disfrutar los buenos momentos”.
Manta entiende que sumó “muchísimo” para el grupo, porque “jugó en grandes equipos del mundo y es uno más del grupo. Muestra lo que es como persona”.
Su gran amigo el Chory Castro –hoy en River Plate–, lo saludó en redes sociales luego del título conseguido.
Cristian Rodríguez logró un título más. No fue con Peñarol, Paris Saint-Germain, Porto, Atlético de Madrid o la selección uruguaya. Esta vez, lo consiguió con Plaza Colonia. Y ya llegó a 27.
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