El coronavirus unió en el Senado dos apellidos colorados ilustres

Ante la cuarentena preventiva, Raúl Batlle –hijo de Jorge Batlle– asumió la banca de Julio María Sanguinetti

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29 de marzo de 2020 a las 05:00

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El coronavirus sumió al país y al mundo en una emergencia. Las bolsas se desplomaron, la economía se paralizó y mucha gente se quedó sin trabajo y comida de la noche a la mañana. Acorralado por la plaga que cayó del cielo, el gobierno uruguayo se vio obligado a pasar su luna de miel ideando medidas paliativas ante una pandemia de la que aún se desconoce el final. 

Una de esas medidas, la de la cuarentena preventiva, dio lugar sin quererlo a una anécdota parlamentaria que en medio del panorama sombrío le hizo un guiño a dos de los principales políticos del Uruguay pre y posdictadura. 

La historia comenzó cuando, para prevenir el contagio del virus, el expresidente Julio María Sanguinetti (1985-1990 y 1995-2000) pidió licencia en el Senado. Como su primer suplente, Tabaré Viera, también tiene edad de población de riesgo, debió asumir el siguiente en la lista, y ese lugar lo ocupa nada menos que el hijo de un compañero y adversario de largos años, el también exmandatario colorado Jorge Batlle (2000-2005). 

Raúl Lorenzo Batlle, hijo del cuarto miembro de la dinastía que gobernó el país y nieto del tercero –Luis Batlle Berres–, cumplió con la promesa de estilo el martes pasado y asumió la banca en una sesión extraordinaria del Senado convocada a efectos de votar medidas para la emergencia sanitaria. 

Ni él ni Sanguinetti dan demasiada “trascendencia” al episodio, aunque sí reconocen cierto “simbolismo” en el trámite parlamentario que unió ambos apellidos ilustres y materializó el acuerdo político pactado hace ya unos meses en plena campaña electoral. “Simbólicamente es un gesto y fue muy emotivo para mí. Pero cumplí con algo que asumí cumplir, el día que me llamaran. Era poco probable que me tocara estar ahora, pero esta emergencia del coronavirus lo propició, por razones de edad de Sanguinetti y Viera”, comentó Batlle a El Observador

El dos veces presidente Sanguinetti –hoy senador y secretario general del Partido Colorado– subrayó que “Raúl Lorenzo es no solo el hijo del doctor Jorge Batlle sino un compañero político de siempre y un batllista de toda la vida” que los “honró con su suplencia”. “Que se incorporara ha sido motivo de alegría. Y naturalmente, cuando hablamos de alegría, hablamos del pensamiento y la amistad junto a su padre, así como la formación al lado de su abuelo. De modo que para mí todo tiene una carga emotiva”, resumió Sanguinetti, aunque subrayó que el suceso no deja de ser “una anécdota”. 

Unidos y enfrentados

Sanguinetti y Batlle Ibáñez, los dos principales dirigentes colorados de los últimos 40 años, entraron a la política casi que por la misma puerta. Se conocieron en el semanario Canelones, allá por 1953, y desde entonces siguieron un camino común que los tuvo bajo los mismos colores, alternando trincheras comunes y enfrentadas. 

Juntos, por ejemplo, impulsaron la Constitución de 1967, para terminar con el colegiado que había soñado José Batlle y Ordóñez y al que Batlle Berres se negó a renunciar hasta su muerte en 1964. “Julio, vamo’ a la reforma”, le dijo Jorge un verano después a su amigo, en una incitación que derivó en la redacción de la norma que rige hasta la actualidad. “Siempre me dijo: vos sos el que escribís”, recordaría Sanguinetti muchos años después, sentado en el sillón de El País TV junto a su compañero de partido.

La lucha contra la dictadura los encontró decididamente juntos, así como la defensa de la ley de caducidad una vez recuperada la democracia. 
Pero la relación también supo de desencuentros y pujas por la orientación política y filosófica del coloradismo.

Batlle, que se convirtió en líder de la lista 15 tras el fallecimiento de su padre, renegó desde temprano de la tradición estatista y burocratizadora asociada a su apellido y abrazó en cambio un liberalismo anglosajón que chocó más de una vez con la idiosincrasia de los uruguayos y del sistema político todo. Su detención y proscripción durante la dictadura lo dejaron fuera de las elecciones de internas 1982, arando el terreno para que Sanguinetti, un doctor admirador de la cultura francesa y negociador del pacto del Club Naval, fuera quien timoneara el retorno a la democracia. 

Archivo El Observador

A partir de entonces, los caminos de ambos comenzaron a bifurcarse. En una frase para la posteridad, Batlle declaró que Sanguinetti le “arrancó el brazo” al promover a Enrique Tarigo como su sucesor. Pese al visto bueno del presidente, fue Batlle quien venció en las internas de 1988 y se convirtió en candidato colorado. Su rechazo en solitario a la reforma constitucional de 1989 –que ajustaba las jubilaciones a los salarios y fue apoyada por el sanguinettismo–, le terminó costando caro. Las diferencias entre ambos hicieron que Sanguinetti fundara el Foro Batllista, que le disputaría la hegemonía a la 15 en los años subsiguientes.

Durante la presidencia del blanco Luis Alberto Lacalle Herrera (1990-1994), las diferencias se vieron plasmadas –por ejemplo– en el rechazo del Foro a algunos aspectos de la privatización de empresas públicas, que Batlle jamás dejó de apoyar. 

La campaña de 1994 los encontró a ambos disputando en simultáneo por llegar al gobierno. Batlle le “cantó la justa” a los uruguayos pero obtuvo menos del 5% de los votos.

El aporte fue suficiente para ayudar a su adversario interno a vencer por escaso margen al Partido Nacional y al Frente Amplio, y acceder así a su segunda presidencia. Cinco años después, Sanguinetti eligió otra figura distinta a Batlle para sucederlo. Tozudo como era, el líder de la 15 volvió a competir por la candidatura y le ganó la interna colorada a Luis Hierro López. Esta vez, a diferencia de las cuatro anteriores, logró imponerse también en las nacionales –en el primer balotaje de la historia, ante Tabaré Vázquez– y recibió la banda presidencial de manos de su compañero de partido a quien su hijo, veinte años después, suplantaría en el Senado.

En el medio vendría la crisis, la salida, la victoria del Frente Amplio y la debacle histórica del Partido Colorado, que encontró a Batlle y Sanguinetti en un mismo campo de batalla: la recuperación de la colectividad a la que dedicaron su vida.

Pero ese camino de los últimos años traería aparejada una última vuelta de tuerca. Tras la tercera victoria al hilo del Frente Amplio, en 2015, Batlle encontró en un economista de baja estatura y voz rasposa la persona indicada para levantar las viejas banderas coloradas. Hasta su muerte en 2016, recorrió el país alzando la voz por Ernesto Talvi, por entonces director de Ceres, a quien le enseñó el oficio y le advirtió que si quería meterse en política, tenía que ser con “algo nuevo y sin ataduras”. 

El economista se atuvo a los consejos de su mentor y le dijo que no a Sanguinetti cuando el expresidente le ofreció su apoyo. “Sanguinetti sí, el aparato sanguinettista no”, repitió en sus primeros pasos como precandidato.

Camilo dos Santos

Eso propició que el dos veces presidente, con 83 años, aceptara salir a la cancha para disputarle la interna a quien se presentaba como el heredero del último mandatario colorado. A Raúl, hijo de Batlle, tampoco le cayó en gracia la irrupción de la nueva figura y le pidió públicamente que dejara de hablar de su padre. “Estoy cansado de cómo este señor repite y repite lo que le dijo Jorge Batlle”, escribió en su cuenta de Facebook hace un año, cuando respaldaba la precandidatura de su primo José Amorín Batlle. 

Tras la sorpresiva victoria de Talvi en junio, las dos facciones derrotadas –la 15 de los Batlle y Batllistas de Sanguinetti– se unieron en una alianza para hacerle el contrapeso a Ciudadanos. Fruto de ese acercamiento, Raúl Lorenzo quedó como segundo suplente de Sanguinetti y el coronavirus cerró el ciclo y cargó el Senado de simbolismo.

Ya investido como legislador, el hijo de Batlle baja la anécdota a la realidad. “Fueron momentos en la historia de dos personas que estuvieron enfrentadas por circunstancias electorales, pero que siempre pusieron el país adelante antes que todo y siempre estuvieron cerca de lo que el país precisaba. En momentos así de crisis, eso es lo que hay que resaltar, mucho más que las divisiones. Porque el virus este no te pregunta de qué partido sos ni tu orientación política. Ahora hay que dejar todas esas cosas de lado y apoyarnos entre todos”, dijo.

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