Hubo un tiempo, que ahora luce indeterminado y anclado en el pasado, en el que Mercedes Menafra no resistía escuchar la voz grabada de Jorge Batlle. No toleraba siquiera reproducir en su mente el sonido eufórico de las palabras de su exmarido, ni mirar fotos o leer los obituarios que se apilaron en una mesa hasta que los mandó sacar de ahí. No podía con nada que la acercara al espíritu de Batlle. Había caído en un profundo pozo.
Esta nota es exclusiva para suscriptores.
Accedé ahora y sin límites a toda la información.
¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí
Inicio de sesión
¿Todavía no tenés cuenta? Registrate ahora.
Para continuar con tu compra,
es necesario loguearse.
o iniciá sesión con tu cuenta de:
Disfrutá El Observador. Accedé a noticias desde cualquier dispositivo y recibí titulares por e-mail según los intereses que elijas.
Crear Cuenta
¿Ya tenés una cuenta? Iniciá sesión.
Gracias por registrarte.
Nombre
Contenido exclusivo de
Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.
Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá