Mauricio Macri asumió su gobierno en 2015 con un discurso conciliador con los empresarios y los mercados de capitales. El diagnóstico era claro: Argentina había perdido la confianza de quienes tienen en su poder la decisión de invertir, tanto en el mercado de capitales como en la economía real. Levantar el cepo cambiario y sacar a Argentina de la cesación de pagos fueron dos señales claras que avalaban la intención del nuevo gobierno de marcar un antes y un después respecto al gobierno de Cristina Fernández. Atrás quedaba el manoseo populista y de corto plazo, y bienvenida era la nueva racionalidad económica con miras al desarrollo.
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