Martín Rodríguez

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El insólito pedido de Damiani, el quinquenio en Peñarol y los golpes del presente: la vida de Martín Rodríguez

Martín Rodríguez llegó a Peñarol con 21 años y jugó en los cuatro primeros años del quinquenio: pasado y presente de su vida
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05 de mayo de 2023 a las 16:59

Martín Rodríguez fue campeón en cuatro de los cinco años del quinquenio de Peñarol. Cuando firmó con los aurinegros el Contador José Pedro Damiani le dio un apartamento en Montevideo y le pidió el teléfono del suegro para llamarlo. Después de un pasaje goleador por el fútbol mexicano, regresó a Uruguay para retirarse en los aurinegros justo cuando el club estaba convulsionado por la salida de Carlos Bueno, Cebolla Rodríguez y Joe Bizera. Su niñez complicada en una familia con seis hermanos, el pasaje por el fútbol profesional, la promesa que cumplió tras la muerte de su hijo, el presente como dueño de una Agencia Hípica en San José y el difícil momento de su esposa, son temas de este repaso por su vida.

La primera vez Martín Rodríguez le dijo que no a Peñarol

Nació en el barrio Cementerio de San José, pero empezó a jugar al fútbol en Maldonado. Cuando tenía 9 años acompañó a su papá que se fue al Este a trabajar en la construcción y se unió al equipo Treinta y Tres de Maldonado, donde conoció a Gabriel Cedrés y se hicieron amigos.

"Yo soy el mayor de siete hermanos. Tres varones y cuatro mujeres. Mi mamá era ama de casa y mi viejo un luchador, un laburador, salía a trabajar de cualquier cosa, hasta que terminó en la Intendencia. Pasamos momentos complicados porque éramos muchos. Papá se fue a trabajar a Maldonado en el auge de la construcción y lo acompañé yo solo porque no podíamos ir todos. Desde allá mandaba plata a Mamá", contó Rodríguez a Referí.

De niño, junto a su padre y hermanos

Era muy pegado a su padre. Estuvieron cinco meses solos y cuando mejoró la economía, viajó toda la familia a Maldonado. Al año y medio regresaron a San José.

En su ciudad natal, Martín continuó con el fútbol: un año en Central y luego en San Lorenzo, el cuadro del que es hincha, en el que realizó toda la escalera hasta Primera división.

A los 14 años defendía a la selección maragata juvenil y a los 17 a la mayor.

Cuando cumplió los 20 viajó a Montevideo para firmar con Peñarol, pero se volvió a su ciudad.

"Viajamos con San Lorenzo a arreglar. Yo fui con mi viejo, que siempre me acompañaba pero nunca se metía en la parte económica, jamás. El presidente de Peñarol era Washington Cataldi. Primero arregló San Lorenzo y después entramos con mi viejo. Yo pensé que iba a cobrar un montón, me iba a ser millonario llegando a Peñarol y no era así. Imaginate la cabeza de un chico del interior, y le dije que no".

Al año siguiente el que se interesó en él fue Nacional.

"Ahí le busqué la vuelta. El intendente de San José era Chiruchi, lo llamé y le expliqué que me había venido a buscar Nacional, pero yo soy hincha a muerte de Peñarol. Juan hizo los contactos para que me llevara Peñarol. Por supuesto que me fui con menos plata que el año anterior".

Martín junto a varios compañeros del Quinquenio de Peñarol

Así fue que llegó a los aurinegros con 21 años. Directo a la Tercera división que dirigía el Indio Olivera, pero Juan Ricardo Faccio lo subió rápidamente a Primera. Debutó en las últimas fechas del Campeonato Uruguayo de 1992 porque "Peñarol venía mal", y se consagró goleador de la Liguilla de 1993. 

Los amigos del quinquenio

Este año firmó su primer contrato con los aurinegros y recuerda una anécdota con el presidente de entonces, José Pedro Damiani: "Peñarol me compró, el contador Damiani me da un apartamento y me dice 'venite a vivir con tu novia'. Le dije que no, ¡cómo le digo a mi suegro! Porque yo a la casa de mi suegro no entraba, cómo le digo que la voy a traer a vivir a Montevideo. Entonces el viejo me dice, 'deme el teléfono que hablo con su suegro', pero le dije que no, que mejor hablaba yo. Imaginate a Damiani hablando con mi suegro. Encaré yo y ningún problema, mi suegro un crack".

Seis jugadores del plantel de Peñarol de 1992 quedaron en 1993 cuando llegó Gregorio Pérez como entrenador: Diego Dorta, Andrés Martínez, Gerardo Rabajda, Danilo Baltierra, Oscar Ferro y Rodríguez.

"De aquel quinquenio con Gregorio nos hicimos muy amigos todos, pasábamos en Los Aromos y no había tanto recambio como ahora. Estuve cuatro años del quinquenio. Pasábamos todo el día juntos con Dorta, Cedrés, Andrés Martínez, Baltierra, después el Chiquito (Tony Pacheco) que subió en el segundo año del quinquenio", contó.

Recordó que se turnaba un día cada uno con Dorta y Cedrés para pasar a buscar a Antonio Pacheco a su casa. "Se crió al lado de nosotros".

Martín Rodríguez, Robert Lima y Boris Acuña

Cuando Rodríguez se casó en 1993, todo el plantel de Peñarol viajó a la fiesta en San José. "También fue el Tony, y no lo conocía nadie. Entonces mis amigos me preguntaban ¿quién es ese? 'Este es mi pollo y no había debutado'".

Con la contratación de Gregorio, el regreso de juveniles que estaban a préstamo como el Caballo De Los Santos, Darwin Quintana y Rehermann y la contratación de futbolistas experimentados, como Pablo Bengoechea, Mario Saralegui, el Tano Gutiérrez, el Chueco Perdomo, al Pollo Vidal, se armó el plantel de 1993. "Trajeron a estos monstruos que nos enseñaron a ver como era Peñarol por dentro", dijo el maragato.

Durante ese tiempo "era una locura, el tema es que al estar bien comandado por Gregorio, que nos dio el lugar a los chiquilines siempre respetando a los grandes. Se formó una familia donde estábamos casi todo el día en Los Aromos, se enseñaba a valorizar a los empleados del club, a ganar premios y a pagarle al canchero, a los cocineros, se entró a hacer una familia".

Por eso le dolió tanto el fallecimiento por un infarto de Robert Lima, en 2021: "Con el Bola arrancamos jugando en Tercera, el mismo día que me ascendieron a mi lo ascendieron a él, los dos nos fuimos juntos de Las Acacias a Los Aromos. Dolió muchísimo a todos, un amigo, un tipo bárbaro. Una injusticia".

En Veracruz fue capitán del equipo

Rodríguez permaneció en los aurinegros durante 1993, 1994, 1995 y 1996. Este año, dirigido por Jorge Fossati, Peñarol le ganó las finales a Nacional con una delantera que conformaron Martín Rodríguez y Antonio Pacheco.

Para 1997 regresó Gregorio Pérez y le avisó que no lo iba a tener en cuenta.

El enojo con Gregorio y el convencimiento de Morena

"El último año del quinquenio Gregorio me llamó y me dijo que no me iba a tener en cuenta. En el momento me dolió y tuvimos unas palabras, pero debo reconocer que yo quedaba libre y él me llamó por teléfono para decirme eso, cuando no tenía por qué hacerlo. Después Peñarol fue campeón, fui a los festejos y nos saludamos con Gregorio. Un señor, fue un padre para nosotros y le tengo mucho cariño".

Luego de la noticia, el delantero regresó a San José y estuvo seis meses inactivo, hasta que lo llamaron Francisco Casal y Fernando Morena, entonces técnico de River Plate: "Yo estaba en San José, me llamó Fernando y le dije que no quería jugar en un cuadro chico, que prefería esperar un pase afuera. Pero me convenció, fui a River y termine saliendo goleador del Uruguayo". En 1998 marcó 13 goles, la misma cantidad que Ruben Sosa, de Nacional.

En aquella época River había firmado un convenio con Torino de Italia, por lo que había un dirigente italiano radicado en Montevideo, quien le dijo que renovara un año más en River y a los seis meses se iba a Torino, pero no pasó. "Me llegó el ofrecimiento de Atlante de México y no lo dudé. Llamé al Tano Gutiérrez que me averiguara, en aquel momento no se sabía mucho del fútbol mexicano, se sabía que habían ido, que por momentos no les pagaban y tenían problemas para salir. El Tano Gutiérrez me averiguó y me dijo que era un cuadro de Televisa, serio, que lo manejaba gente importante y me fui".

En México se hizo amigo de José García, exjugador de Nacional

Jugó seis meses en Atlante, equipo dirigido por el argentino Ángel Cappa, quien prefería a los extranjeros de su país. Rodríguez había ido por una decisión del club, por lo que se produjo un choque y no jugaba.

Hasta que José Enrique García, campeón Uruguayo con Nacional en 1992, lo invitó a Irapuato y los dirigentes de ese club le ofrecieron para jugar. Habló con los dirigentes de Atlante, que querían que fuera a Puebla, y logró convencerlos de irse a Irapuato, que estaba en la B. Ganaron los dos torneos, fue goleador en ambos y también en Primera división.

"Con el Pepe García y su señora no hicimos amigos y actualmente soy el padrino de uno de sus hijos", recordó.

Los dueños de Irapuato vendieron la franquicia y el club pasó a llamarse Veracruz, por lo que se mudaron de ciudad. Siguió siendo goleador, Rodríguez fue capitán del equipo y armaron un equipo con Matute Morales, Luis Hernández y el argentino Cocca (actual DT de la selección mexicana) que peleó el campeonato hasta el final.

Su última etapa en México fue en San Luis, donde lo llevó Wilson Graniolatti y donde estaba su amigo García.

Festejando un gol con la camiseta de Irapuato

Regreso a Peñarol y final de la carrera

Si bien le quedaban dos años con Veracruz, el Gaby Cedrés lo convenció para que volviera a Peñarol en 2004. "Estaba entrenando solo, la gente me pedía porque el equipo iba mal y a los directivos no les servía que yo estuviera entrenando. Me llamó el Gaby, lo hablamos con mi señora y vinimos en un momento complicado de Peñarol de nuevo, estuve seis meses y decidí retirarme".

Ese año el técnico era Diego Aguirre y el club estaba convulsionado con el escándalo generado por el cortocircuito entre Damiani y Casal, por la salida de Joe Bizera, Carlos Bueno y Cristian Rodríguez.

Rodríguez dejó el profesionalismo, pero no el fútbol. Volvió a los orígenes, a vestir la camiseta de la selección de San José. Luego lo invitaron para jugar en Artesano de Nueva Helvecia, jugó en Central para disputar la Copa de clubes de OFI que nunca había jugado y volvió a San Lorenzo en 2016 luego del suicidio de su hijo Diego para retirarse en ese club como su hijo lo quería.

Su hijo Diego se suicidó a los 21 años y fue una tragedia de la que la familia recién se está recuperando: "Igual que yo es hincha a muerte de San Lorenzo y de Peñarol. Hay cosas que no se las espera nadie, la familia recién se está levantando de eso, ha sido muy duro. Siempre está presente en nosotros, yo hablo como si estuviera al lado mio, en todo, un chico muy sano, muy compañero con la familia y los amigos, fue algo que nos complicó muchísimo", relató Rodríguez.

En la sede de San Lorenzo, su equipo en San José

Además tiene otros dos hijos, Facundo y Mia.

Luego realizó el curso de entrenador en San José y tiene la licencia Profesional, pero solo ha dirigido a la selección maragata y a San Lorenzo. "No he tenido la chance del fútbol profesional, estoy esperando un llamado, tengo contactos con amigos".

El presente en San José

La vida le ha pegado duro, porque además de su hijo, actualmente su esposa está cursando una enfermedad grave: "Estoy dandole la vuelta para trabajar porque está saliendo mucha plata la enfermedad y la tengo que llevar a Brasil", contó. A raíz de esto tuvo que postergar una operación de cadera.

Desde que dejó el fútbol es propietario de una Agencia Hípica con las señales del Hipódromo de Maroñas y de Estados Unidos en San José. 

Formación de Irapuato en el 2000

Además, posee un campo con sus hermanos, donde criaan animales: "Tenemos un campito donde criamos gallinas, chanchos, corderos, vacas, todo para la familia, pensamos mucho en mis hermanas que no les falte nada". Una de sus hermanas se fue con él a México y se quedó a vivir allá.

A los 52 años, Martín Rodríguez recuerda su pasaje por el fútbol como un gran camino de enseñanzas: "El fútbol fue todo, miro para atrás y no podía haber hecho otra cosa. Siempre supe que podía jugar al fútbol. Me dejó todo, no solo materialmente, donde voy tengo amigos. Me enseñó a caminar en la vida, que no se puede fallar, que no se puede mentir, todo gracias a la gente que tuve al lado, a los referentes que me enseñaron a caminar derecho", expresó.

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