El mensaje de Astori y una “misión (casi) imposible”

• “convicción acerca de un proceso imprescindible de análisis” de la “conducta política” con “especial énfasis en el período durante el cual” la izquierda encabezó “el gobierno nacional” (es cuando hizo un corrimiento al centro político);
• “Necesitamos una renovación ideológica que tome a la realidad nacional como punto de referencia y asegure nuestra cercanía con las aspiraciones y las esperanzas de la gente”;
• “debemos encontrar una estructura orgánica que asegure sintonía entre nuestra conducta política y le voluntad del pueblo frenteamplista”;
• Esa reestructura debe incluir “la imprescindible renovación generacional que asumirá la responsabilidad de garantizar esa sintonía, con estudio y con intensa militancia”;
• El Frente deberá “trabajar, revirtiendo la excesiva e inexplicable atomización sectorial que hoy existe”
• Esa atomización “provoca un indiscutible deterioro de la calidad” de la “conducta política” de la coalición de izquierda, y genera “una severa confusión” entre los adherentes y seguidores frenteamplistas.

En síntesis, el referente económico histórico del Frente, uno de los fundadores de la coalición en 1971, plantea la necesidad de replantear las ideas centrales y readecuar la estructura interna.

Hoy nos vamos a concentrar en ese último punto, aunque la propuesta de Astori es integral; y de alguna manera implica un corrimiento a la centro izquierda respecto a dónde está hoy el Frente.

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La legislación sobre partidos políticos tiene disposiciones sobre la autoridad política de cada uno de ellospara una de las decisiones más importantes de ese lema, como la elección de candidatos a presidente y vice, mediante una Convención o un Órgano Deliberativo Nacional (también hay uno por departamento). Blancos y colorados tienen ese ODN, o Convención, como autoridad política central, que delega la conducción cotidiana en un Directorio (nacionalistas) o un Comité Ejecutivo Nacional.

Una eventual reestructura, que apuntara a reflejar una estructura interna más alineada con el pensamiento del votante frenteamplista en general, y no tanto en el corazón militante que tiene un sesgo, podría pasar por reconocer la Convención Nacional que se elije cada cinco años en junio, como algunos dirigentes frentistas ya han manejado.

Pero tienen inconvenientes.

Esa convención de 500 miembros se elige en las internas de junio del año elector, con voto voluntario, urnas abiertas a todos los ciudadanos, y en todos los partidos a la vez: el mismo día que se define con el voto el candidato presidencial del lema. 

Esa instancia tiene una curiosidad, que al no organizarse por partido y tener la característica de una elección nacional, cualquiera puede votar dentro del partido que quiera, y sin que se sepa, por lo que no solo no está limitada a afiliados o adherentes circunstanciales, sino que no votan los colorados en unos circuitos, los blancos en otros, y así, sino todos mezclados. O sea que son primarias, abiertas, simultáneas y con voto secreto, y cualquier uruguayo puede incidir en la vida interna de un partido, aunque no tenga afinidad alguna con esa corriente política.

¿Cómo podría ser una reforma estatutaria para cambiar su estructura?

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Opción 1: ¿Qué pasaría si el máximo órgano de conducción política del Frente fuese la Convención y no el Plenario Nacional que se elige en elecciones de militantes (adherentes) en comités de base?

El resultado de las elecciones internas del 30 de junio de 2019 fue el siguiente:

• Daniel Martínez: 42%, con los apoyos de:

- Partido Socialista

- Frente Líber Seregni (AU, NE, AP, PDC)

- Vertiente Artiguista 

- Casa Grande (Constanza Moreira)

• Carolina Cosse: 25,4%, con respaldo de:

- MPP 609

• Oscar Andrade: 23%, apoyado por:

- Partido Comunista

- Partido por la Victoria del Pueblo

• Mario Bergara: 9,3%

- Fuerza Renovadora (ex astoristas)

Esa fue la “foto” de 2019, que marcaría la Convención hasta 2024, y que tenía realineamientos que ya se modificaron, pero que igual muestra un dato interesante.

El voto “moderado” (socialdemócrata en sentido amplio) estaría en el mayor caudal electoral de Martínez (con astorismo y ala moderada del PS de esa época) y en los votos de Bergara, lo que podría estimarse en algo más de 35%.

El MPP aparecía achicado por resultado de Cosse menor al esperado, con 25% y poco más, mientras que el voto comunista parece sobre representado por buen desempeño del “Boca” Andrade, con 23%.

Ese resultado, con algunos ajustes, dista mucho de la composición del Plenario Nacional ampliamente dominado por MPP y PCU.

Opción 2: ¿Qué pasaría si el máximo órgano de conducción política del Frente surgiera de la votación a cargos legislativos de la elección nacional?

Las elecciones legislativas del 27 de octubre de 2019 dieron un resultado que reafirmó el primer lugar interno para el MPP, como grupo, pero mostró que los sectores de izquierda moderada podrían ser mayoría si estuvieran unidos en una expresión partidaria: 

• Movimiento de Participación Popular: 30,4%
• Partid Comunista: 16,5%
• Partido Socialista: 7,6%
• Casa Grande: 8,4%
• “Izquierda moderada”: 37%

En ese último (“IM”) se agrupan varias corrientes, que obviamente no votaron en misma lista, ni siquiera bajo mismo sublema, como Fuerza Renovadora (Bergara), Vertiente Artiguista, Asamblea Uruguay, Nuevo Espacio y PDC.

También en estos casos, con mayor participación electoral que el caso militante, la estructura resultante sería con mayor peso de la izquierda sin meta anti-capitalista.

Opción 3: ¿Qué pasaría si el máximo órgano de conducción política del Frente surgiera de la votación interna de afiliados pero solo con representación de sectores y sin delegados de comités.?

MPP y 711 (Sendic) 27%, Partido Comunista 16%, Partido Socialista 12,6%, Frente Liber Seregni 20%, Vertiente Artiguista 4%, Liga Federal 4,7%, y siguen otros.

En ese caso, el astorismo, sumado al PS dominado por la corriente socialdemócrata (Mónica Xavier) y otros “moderados”, se acercaban a 35% aproximadamente.

Fue por eso que en las dos elecciones internas en las que se votó presidente del Frente Ampli con lista, aunque fuera votación limitada a adherentes, ganaron las corrientes moderadas, por manejar mejor la unidad de acción que los sectores con meta final socialista o comunista, que fueron divididos. En 2012, los “moderados” impusieron a Xavier y en 2016 a Javier Miranda.

Los estatutos actuales del Frente Amplio van por la otra opción, la de reconocer en partes iguales la condición de “coalición” de partidos (85 representantes) y de “movimiento” (85 delegados de comités de base). Ahí es donde la representatividad del Plenario se distancia del “votante frenteamplista” en general, y se acerca al “núcleo duro” de militancia, que en su amplia mayoría es del PCU, MPP y otros sectores de izquierda más socialista.

Entonces, el Frente está en una etapa de desafíos múltiples para lograr una recuperación hacia 2024 y uno de esos se refiere a adecuar una estructura que genera malestar adentro y que según Astori genera “un indiscutible deterioro de la calidad” de la “conducta política” y una severa confusión” entre sus votantes.

Un cambio de estructura, que quite poder a “las bases” y corrija el “sesgo militante” de la representación, debe ser aprobado por la propia estructura. Nada fácil; a priori, casi una misión imposible