Camilo dos Santos

El nuevo mapa del poder político

Lacalle Pou Fue exitoso en construir poder y ahora deberá demostrar si es igualmente exitoso en administrar el poder

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14 de diciembre de 2019 a las 05:03

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Todo pasó rápido y no terminó de asimilarse; incluso hay que esperar a mayo para ver cómo queda distribuido el poder político en todo el país y en todas sus instituciones. Pero el resultado de octubre-noviembre ya marcó un nuevo mapa de poder, configurado por una Asamblea General Legislativa muy diferente a la de los últimos quince años y con el gabinete ministerial “multicolor” que el presidente electo acaba de definir.

El Consejo de Ministros tiene esa amplia representación emanada de los acuerdos electorales, pero son los “blancos” los que concentran gran parte del poder político, y dentro del nacionalismo, es el movimiento “Todos hacia delante” el que queda con el mayor control del Estado.

Eso se debe a que el Partido Nacional es el más votado dentro de los que estaban en oposición, pero también al debilitamiento de los dos socios chicos, a la falta de impulso nuevo que tuvo el Partido Colorado y a que Cabildo Abierto tuvo una irrupción exitosa pero precisa un tiempo para acomodarse en el tablero.

Manini Ríos no quiso integrar el gabinete ministerial, lo que es razonable para su estrategia de consolidar un lema nuevo. Si toma responsabilidad en el Ejecutivo, no puede estar encima de su estructura; y sus legisladores requieren atención y seguimiento: no tienen experiencia legislativa y en muchos casos ni política.

Pero su esposa, dirigente histórica del herrerismo del norte del país, sí será ministra y eso muestra el compromiso de Cabildo con el gobierno de Lacalle Pou.

Algunos analistas ven a Cabildo como un potencial problema para Lacalle Pou, pero para los planes políticos de Manini, la lealtad con el presidente será fundamental: es la única forma de pretender que en el futuro haya socios que voten por él en una coalición con otro vértice.

Habrá momentos en que Manini Rios haga valer su 11% del electorado para decir “esto no lo llevo”, pero esas “licencias” deben reservarse para pocos casos.

Lo mismo corre para los colorados, si aspiran a que otra vez los blancos voten por un candidato de ese partido, como fue en 1999. El partido tiene el desafío de recuperar conducción central con Sanguinetti, ya que Talvi dejó en claro que su plan es Ciudadanos y no contempla a las otras corrientes batllistas.

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En la carrera a mayo, los colorados sufren la polarización entre blancos y frentistas y sólo aparecen con chance en Rivera y Salto, lo que tampoco está asegurado (y dependerá de eventuales acuerdos de alianzas).

El Partido Independiente queda con una representación por encima de su peso electoral, lo que lo condiciona para hacer exigencias al gobierno.

En el Partido de la Gente,  el único diputado electo es un nacionalista de siempre, que en las internas de junio no puso su nombre en la lista (sí la foto) para quedar habilitado a cambiarse de lema en las departamentales, como volver al Partido Nacional por ejemplo.

Hay 13 ministerios y se creará uno más para Medio Ambiente. Contando OPP, que es una especie de ministerio, hay 14 y se va a 15.

De los 14 actuales, hay siete blancos, dos colorados (Talvi y Cardoso) más un blanco que fue por Talvi (MGAP), lo que se compensa con un batllista que va por Lacalle (Alfie a OPP), dos de Cabildo Abierto y uno del PI (Mieres en MTSS).

Uriarte siempre fue blanco y en esta campaña asesoró a Talvi, pero todo el sistema lo reconoce como un nacionalista; y el MGAP tendrá subsecretario y directora general también blancos.

Con el PI y el PG en su mínima expresión, con un Partido Colorado que no levanta y sufre el desgaste de falta de conducción central en la campaña, con un líder que perderá capacidad de acción política para atender la cartera de la diplomacia y otro líder cumpliendo 84 años y sin sucesor a la vista, el Partido Nacional concentra poder. Eso podrá reforzarlo si negocia bien con sus socios para las elecciones departamentales, con generosidad de las partes y el objetivo principal de competir en las mejores condiciones sin caer en perfilismos suicidas.

Será cuestión de horas para que comiencen a conocerse algunos acuerdos en ese sentido, pero no será fácil en todos los casos.

En tanto, el Frente Amplio sintió el golpe de la derrota en octubre, pero revivió el 24 de noviembre con la captación de más de un millón de votos, lo que amortigua en parte el dolor de la pérdida de gobierno nacional y de 3 votos en el Senado y de 8 bancas en Diputados.

Pasarán las semanas, y llegará el momento en que decenas de cargos de jerarquía política y miles de funcionarios de confianza, deban abandonar sus escritorios, dejar el servicio de transporte y chofer, dejar de recibir la prensa diaria, las atenciones típicas de un puesto de relevancia en la toma de decisiones, dejar de tener invitaciones a eventos (que antes se superponían), el momento en el que se sale de escena.

Y eso no será solamente una sensación personal, la que se siente en los primeros días cuando el teléfono no suena, cuando no hay nada para hacer concreto a partir de tal o cual hora; será un nuevo esquema del poder político en el país.

Ahí asumirá realmente el resultado de octubre.

El Frente, dominador absoluto de la escena política durante 2004-2014, perdió la iniciativa en la segunda mitad de 2015 y quedó a la defensiva en casi todo el período, pero siguió ejerciendo el poder.

Ahora queda fuerte, como el partido más grande y con incidencia en organizaciones gremiales y sociales, pero fuera del poder.

La izquierda queda, al menos hasta mayo, con cinco gobiernos departamentales (Montevideo, Canelones, Rocha, Salto, Paysandú y Río Negro), pero eso se someterá a las urnas. Es favorito nada menos en los dos departamentos más grandes (53% del electorado total), y aunque eso no es un refugio político despreciable, el Frente no estará en el poder.

Cambio el mapa: el sistema está dividido en dos partes, con la izquierda en una mitad más chica pero fuerte y a la vez asimilando una derrota; y otra “multicolor” dominada por los blancos.

Lacalle Pou cumplió a rajatabla una estrategia para ganar, y ahora concentra autoridad en el armado de su gobierno, fundamentalmente en todas las áreas posibles. Fue exitoso en construir poder y ahora deberá demostrar si es igualmente exitoso en administrarlo.

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