YAMIL LAGE / AFP

El reflejo romántico de una exrevolución

Derrumbaron el Muro de Berlín, implosionó la Unión Soviética y fueron barridos los gobiernos socialistas de Europa del Este, pero Cuba sigue igual que antes

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17 de julio de 2021 a las 05:04

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Los niños cubanos no saben lo que es elegir.

Los adolescentes cubanos no saben lo que es la libertad.

Los jóvenes cubanos no tienen idea de lo que es participar en gremios estudiantiles de corrientes diversas y debatir sin mordazas.

Los adultos cubanos, treintañeros, cuarentones, cincuentones, sexagenarios, no saben lo que es la democracia.

Los de 70 años tampoco.

Los octogenarios cubanos nunca pudieron elegir libremente al presidente y al Parlamento.

Los mayores de 90, ya ni se acuerdan.

Las últimas elecciones presidenciales y parlamentarias en libertad, fueron en junio de 1948 con seis partidos políticos y tres candidatos presidenciales.

Los que pudieron votar entonces, habían nacido en 1930.

Aquel gobierno emergido de las urnas terminó poco antes del mandato popular, debido a un golpe de Estado, y desde entonces hubo 7 años de dictadura de Batista y 62 años y medio de dictadura del movimiento de los hermanos Castro, Fidel y Raúl.

No sólo los cubanos no pudieron elegir libremente sus gobernantes, ni expresar diferencias públicas, ni formar agrupaciones políticas para someterse a la voluntad de sus compatriotas, sino que han vivido presos en su tierra. Para asomarse fuera de ahí, muchos han corrido el riesgo de la fuga por mar, pese al riesgo de morir ahogados en el intento.

En todos estos años, los cubanos han tenido un solo diario para adultos, y uno sólo para jóvenes, y ambos son el “boletín oficial”

Las radios son del gobierno, la televisión también. Los cines también.

No son del Estado, porque el Estado es de todos los cubanos; son del gobierno, de la dictadura.

A diferencia de las polémicas que giran sobre países con diversos grados de libertad y restricciones, sobre los que hay un debate si se les puede calificar o no, de dictadura, en el caso de Cuba no sucede eso: lo es por definición. Uno de los dirigentes del Frente Amplio que fue uno de los defensores del socialismo y del marxismo más influyentes en la izquierda uruguaya, Reinaldo Gargano, reconoció en una entrevista de 1999 que Cuba no vivía democracia y era una dictadura (revista “Tres”).

Esa afirmación tuvo un alto impacto por quién lo decía, pero simplemente era una constatación.

En 1991, dos años después de la caída del Muro de Berlín, que se vio como un ícono del derrumbe del bloque comunista, Fidel Castro expresó enojo con los camaradas sandinistas que en Nicaragua habían abierto un proceso electoral democrático, lo que condujo a “la revolución” a la derrota electoral. 

Y ese mismo año, la guerrilla de El Salvador abría camino al final del conflicto armado y encaraba la vida democrática, lo que incrementaba el malestar de Castro: “el pluripartidismo es una pluriporquería”, decía para reivindicar su plan de un solo partido, un solo diario, una sola expresión política.

Y así ha sido en Cuba. Llegó la “revolución”, terminó la “guerra fría”, derrumbaron el Muro de Berlín, implosionó la Unión Soviética y fueron barridos los gobiernos socialistas de Europa del Este, pero Cuba sigue igual que antes. La elección de junio de 1948 permitió recambio democrático, con un gobierno elegido por el pueblo que sucedía a otro igual, pero el presidente que asumió en octubre de aquel año, Carlos Prío Socarrás fue derrocado en marzo de 1952 por Fulgencio Batista.

Jefes de Estado de Cuba: 1944-2021


10.10.1944 - Ramón Grau San Martín - Partido Revolucionario Cubano Auténtico
10.10.1948 - Carlos Prío Socarrás - Partido Revolucionario Cubano Auténtico
10.03.1952 - Fulgencio Batista
08.01.1959 - Fidel Castro
24.02.2008 - Raúl Castro 
19.04.2018 - Miguel Díaz-Canel

Al sufrir el golpe de Estado, Prío logró huir a los Estados Unidos, pero con la caída de Batista, retornó a La Habana en 1959.

La instauración de un régimen sin libertad, llevó a aquel ex presidente a romper con Castro y emigrar de nuevo, en 1961.

Vivió en Miami hasta que el 5 de abril de 1977 se pegó un disparo en el corazón en el garage de su casa.

Fidel fue jefe de Estado durante medio siglo, y cuando entendió que debía dejar el cargo, le pasó el mando a su hermano Raúl.

¿Por qué en Uruguay y otros países de la región cuesta tanto reconocer que la isla cubana es una dictadura? Hay dos explicaciones:

-por un lado, una corriente de izquierda de Uruguay y de otros países de la región, tiene convicciones de que lo mejor para el pueblo es un régimen socialista, y el apoyo a Cuba, que es por idea, por afinidad ideológica

-por otro lado, aunque no se comparta ese régimen político y ese sistema económico, Cuba ha logrado mantener el imán de romanticismo de la revolución y los sueños libertarios de fines de los cincuenta.

Los hermanos Castro, y su delfín político Miguel Díaz-Canel, no hablan de “la república cubana” sino de “la revolución”, porque eso es la imagen que atrae, que reaviva el recuerdo romántico.

Pero “revolución” es la “acción y efecto de revolver”, es un “cambio profundo, generalmente violento, en las estructuras políticas y socioeconómicas de una comunidad nacional”, o es un “levantamiento o sublevación popular”. Es un “cambio rápido y profundo”.

La palabra “revolución” viene del latín “revolutio” y sus componentes léxicos son: el prefijo “re-“ (por “hacia atrás”), “volveré” (de dar vueltas), más el sufijo “ción” por el sentido de “acción” y “efecto”.

O sea que se trata de “revolver”, de “dar vuelta”, de hacer un cambio drástico, profundo y rápido.

¿Cómo puede presentarse como “revolución” un régimen instaurado en medio siglo?

El domingo 11, muchos cubanos se animaron a protestar, en un país donde no se puede protestar. Los que vivimos una dictadura (1973-1985) sabemos bien lo duro que es eso, cuando parece que se puede abrir una hendija de libertad, pero no conoce el riesgo de la represión, en un sistema sin garantía alguna para caer en un juzgado.

En Uruguay, y otros países latinoamericanos, a muchos les cuesta romper lazos de afecto con la revolución, con aquella revolución del `59, o sienten que criticar a

Cuba (o decir la verdad, que es una dictadura) implica hacerle el juego a EE.UU. o a “la derecha”. Y para no defender a la dictadura se aferra a la imagen de “el bloqueo” norteamericano, pese a que Cuba no es una dictadura porque le obliga a serlo, sino por elección propia, no elección del pueblo, sino de los que manejan el poder.

Los que están convencidos que un régimen como el cubano, es lo mejor para el pueblo, hacen bien en defenderlo. Distinto es para lo que creen que una dictadura es mala, pero no dan el brazo a torcer y quedan abrazados a un régimen en el que no creen. 

Los cubanos que salieron a protestar a las calles reclaman libertad, algo que no conocen, porque no tienen idea cómo es vivir así, libres...
 

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