El viejo y transitado centro uruguayo. Allí a donde no solo van a parar casi todos los ómnibus sino también todos los sectores políticos que pretenden llegar al gobierno en esta sociedad moderada, conservadora y mansa. Hacia ese lugar enclavado entre lo real y lo imaginario se ha dirigido inevitablemente el Frente Amplio, fuerza que tras una etapa fundacional en la que se esperanzaba con la revolución, con la reforma agraria y la banca nacionalizada, mutó hasta prestarle atención a los nada románticos equilibrios macroeconómicos.
La tarea no es sencilla. Los partidos Comunista y Socialista tironean para la zurda con la intendenta de Montevideo, Carolina Cosse, a la cabeza, y, junto con el PIT-CNT, han marcado buena parte del ritmo al que se mueve el Frente embarcándolo en campañas no del todo sensatas como la que buscó la derogación de la Ley de Urgencia y la que propone tirar abajo la reforma del sistema de seguridad social.
Además, fuentes frenteamplistas dijeron que la dureza del discurso de Pereira puede llegar a afectar a los precandidatos presidenciales. “Se trataba de que evitara el desgaste de Orsi y de Cosse, y no de que los comprometiera con sus dichos”, afirmó un operador de la izquierda.
La orfandad del espacio astorista –la precandidatura de Mario Bergara aparece en un lejano tercer lugar en las encuestas– ha provocado que, paradójicamente, el discurso menos confrontativo de la coalición haya quedado en manos del intendente de Canelones, Yamandú Orsi, integrante del Movimiento de Participación Popular (MPP). El líder del sector, José Mujica, necesitó en su momento llevar a Astori como compañero de fórmula para asegurarse el voto de “la Olímpica”, como definió al sufragio de centro el publicista Francisco Vernaza, quien le recomendó al exguerrilero tupamaro prestarle especial atención a esa tribuna.
Es probable que, a falta de Astori, Orsi eche mano al ex socio del exsocio de CPA Ferrere, Gabriel Oddone, un izquierdista moderado capaz de espantar los miedos del uruguayo que sigue los vaivenes de las variables macroeconómicas.
Hablando de fútbol, el director de la consultora Equipos, Ignacio Zuasnabar, dijo a El Observador, en referencia al espinel de precandidatos del Frente, que “elegir un candidato adentro de un partido es una decisión mucho menos relevante que elegir un partido”. “Entonces yo no voy a cambiar el equipo de fútbol del que soy hincha, pero si hablamos de quién quiero que juegue de 9 el domingo y bueno… capaz que hoy quiero que juegue de 9 uno y el domingo quiero que juegue otro. Eso puede variar muchas veces a lo largo de la campaña, entonces lo importante para un partido es tener varios 9 que estén en condiciones de jugar”, agregó.
Cuando Zuasnabar se refiere a un 9, lo hace aludiendo a un jugador trascendental, ese que se encarga mayormente de hacer los goles. Pero si entendemos que el 9 también es el hombre que se mueve por el centro del área, el Frente tal vez ande escaso de centrodelanteros, es decir, de candidatos y movimientos que abarquen algo más que el andarivel izquierdo de la cancha.
Es probable que, a falta de Astori, Orsi eche mano al ex socio del exsocio de CPA Ferrere, Gabriel Oddone, un izquierdista moderado capaz de espantar los miedos del uruguayo que sigue los vaivenes de las variables macroeconómicas.
Para peor, el presidente de la coalición de izquierda, Fernando Pereira, no parece estar colaborando con la moderación de su fuerza política.
En el FA ya hay quienes le han transmitido que se está desgastando demasiado yendo al choque con cualquier dirigente del oficialismo que se le ponga a su alcance aunque sea de segunda o tercera línea.
Algunas de sus declaraciones cayeron pesadas en el gobierno y han enrarecido el clima político como cuando sostuvo que los blancos estaban más enojados porque el senador Gustavo Penadés les mintió que por haber abusado de menores. Blancos y colorados están atentos a cualquier oportunidad que se les presente para hacer leña de ese árbol. “Desgraciadamente, el hoy presidente del Frente Amplio, Fernando Pereira, se ha transformado. De un sindicalista combativo pero serio, ha transmutado ahora en un dirigente político radicalizado”, ha dicho el expresidente y líder colorado Julio Sanguinetti.
Además, fuentes frenteamplistas dijeron que la dureza del discurso de Pereira puede llegar a afectar a los precandidatos presidenciales. “Se trataba de que evitara el desgaste de Orsi y de Cosse, y no de que los comprometiera con sus dichos”, afirmó un operador de la izquierda.
La campaña que despunta no parece ser propicia para moderaciones ni de uno ni de otro lado. Pero los dirigentes políticos deberían ser capaces de lidiar con ese impulso que, mayormente, los conduce al choque con el adversario. Porque, al final del día, quienes tal vez terminen definiendo la partida sean aquellos uruguayos que transitan por ese carril central donde las locas pasiones no están muy bien vistas que digamos.