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Enrique Baliño: por más líderes de alto nivel

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13 de julio de 2020 a las 05:00

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Por Enrique Baliño
CEO de Xn

La historia de estos 20 años coincide aproximadamente con mi salida de IBM y con mi retorno a Uruguay. Y coincide también con lo que me llevó a arrancar un nuevo emprendimiento. Fueron los preámbulos de Xn. En todo este tiempo hemos tenido la oportunidad de trabajar con muchísimas organizaciones de nuestro país y del exterior ayudándolas en su desarrollo.

Entre 2004 y 2014, nuestro país vivió una bonanza económica como nunca. En 2014 condujimos el primer estudio de liderazgo en el país. Allí confirmamos lo que ya sabíamos: estamos lejos del ideal. La mayoría de los jefes fracasan porque no tienen las habilidades de liderazgo y de gestión necesarias. La idea equivocada de que el mejor técnico será el mejor líder está instalada hace mucho tiempo. La falta de concepto sobre qué es esta “nueva profesión” lleva a las organizaciones a tomar decisiones muy equivocadas, promoviendo a excelentes técnicos a posiciones de liderazgo. Y, muchas veces, en esa decisión, logran perder al mejor técnico y ganar al peor jefe, haciéndole la vida imposible a él/ella y a la gente que le reporta.

En estas dos décadas, se han creado muchas empresas de servicios, nuevas profesiones, más empresas de tecnología, el crecimiento del agro con tecnología (que fue y seguirá siendo motor de desarrollo económico), más jóvenes en altos cargos, más emprendedurismo, han transformado un poco el mapa de las organizaciones del país. De todas maneras, hay muchos deberes por hacer para convertirnos en competitivos: productividad, costo país excesivo, monopolios, etc.

Más allá del caos y la tristeza que ha causado la pandemia del covid-19, ha sido un acelerador de la transformación digital y ha puesto sobre la mesa la necesidad de nuevas habilidades. Nos ayudó a valorar mucho más las organizaciones qué se dedican a la investigación como una fuente importante de creación de conocimiento para el futuro del país. El liderazgo ha mejorado, pero no lo suficiente.

Mirando hacia adelante, el mundo se mueve, hace mucho tiempo, en términos VUCA (volátil, incierto, complejo y ambiguo). Ahora, más rápido y más incierto. Eso requiere cada vez más agilidad, nuevas habilidades y una capacidad de adaptación como nunca.  Las organizaciones necesitan agilidad para adaptarse y no tienen opción.

Más allá del caos y la tristeza que ha causado la pandemia del covid-19, ha sido un acelerador de la transformación digital y ha puesto sobre la mesa la necesidad de nuevas habilidades

Si bien se ha avanzado también en los conceptos de liderazgo y gestión, seguimos necesitando entender el rol de las organizaciones en la sociedad.

Es crítico entender que tenemos que mejorar la calidad de las organizaciones. Simplemente porque vivimos en un mundo de organizaciones. La provisión de alimentos, la educación, la salud, el entretenimiento, etc. es decir, todos los productos y servicios que consumimos diariamente es provisto por alguna organización de algún tipo. Cada una de las transacciones o experiencias que tenemos cada día de nuestra vida, se produce en una interacción con una organización. La calidad de esas interacciones es lo que día a día determina la calidad de vida de una sociedad. Esto quiere decir que la calidad de los productos y los servicios que consumimos/experimentamos depende de la calidad de las organizaciones que los producen. Por lo tanto, la calidad de las organizaciones determina la capacidad de una sociedad para generar el bienestar de sus miembros. 

Todo pasa gracias a las organizaciones en una sociedad. Desde las pequeñas hasta las más grandes. Desde las empresas con fines de lucro, los servicios públicos hasta las no gubernamentales. Y las organizaciones existen porque existe alguien fundamental que esta fuera: sus clientes. Si no hay clientes no hay organización. 

Quien paga el sueldo es el cliente, no el jefe, decía Henry Ford. Si las organizaciones encantan a sus clientes sistemáticamente, tendrán posibilidad de ser sustentables y, gracias a ello, existirá el empleo. 

Por otro lado, el mundo ofrece innumerables oportunidades para aquellas que entreguen productos y servicios de clase mundial. Tenemos que compararnos con los mejores. 

Por lo tanto, mejorar la calidad de las organizaciones se convierte en vital. 

Pero una organización no es ni más ni menos que un conjunto de personas. Si calidad no puede ser mejor que la calidad de la gente que la compone. 

Por eso una fuerza laboral educada y pujante es la respuesta. En particular, con excelentes lideres porque son ellos los últimos responsables de todo lo que pasa (y de lo que no pasa). 

El liderazgo es el factor 1 de éxito de cualquier organización. Desarrollar el liderazgo y la gestión es el único vehículo para mejorar la calidad de vida de una sociedad. 

Si realmente queremos desarrollarnos y competir en la arena global, Uruguay (y Latinoamérica, en general) necesita una fuerza laboral educada, competitiva en el mundo y lideres de alto nivel. 

 

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