Entre Asia y Europa

Luego de la disolución de la Unión Soviética, en 1991, Georgia asomó en el mapa político como un nuevo Estado independiente. Desde entonces, está transitando un camino que la perfila como uno de los nuevos puntos referentes del turismo mundial. Encanto histórico, abundante vegetación y vida nocturna conforman su explosiva propuesta. Georgia tiene una gran cantidad de ofertas que van desde visitar la costa del Mar Negro hasta ir por las asombrosas montañas, la región vitivinícola o los manantiales de agua caliente. Los georgianos son hospitalarios y reciben de muy buena manera a sus visitantes.

Los turistas, cada vez más, se dejan sorprender por los tesoros escondidos de este pequeño país. Visitar sus diferentes regiones es, en los hechos, sentir que se está caminado por una interminable alfombra de relatos que incluyen historias de caballería y diferentes mitos alimentados por su gente. El corazón del Cáucaso está conformado por tierras raras, desconocidas y misteriosas. La geografía señala que se ubica en Asia, pero su historia y cultura la conectan con Occidente. Según los especialistas, se necesitan poco más de una semana para recorrer los principales puntos del país.

Transitar por Tbilisi, la capital de Georgia, es experimentar cómo brillan las luces que comienzan a florecer en la noche y recorren los casas y los techos de las iglesias. Ubicada a orillas del río Kurá, la ciudad tiene cerca de 1,3 millones de habitantes y es a su vez el principal centro religioso, económico y cultural de Georgia. A simple vista se presenta más ''exótica'' que Polonia, Hungría o Rumanía, e incluso que las antiguas repúblicas soviéticas más occidentales (Lituania, Letonia o Estonia). Al recorrerla se revela su larga historia bajo el dominio persa y ruso. En Tbilisi se tiene la idea de estar en una ciudad donde se cruzan Asia y Europa, puesta en evidencia por su diversidad y tolerancia cultural y religiosa de mercados, plazas y, sobre todo, templos, sinagogas y mezquitas. También en edificios art nouveau y estructuras modernistas soviéticas. Entre ellas, se destaca Narikala, una fortaleza reconstruida del siglo IV, y KartlisDeda, una estatua icónica de la "Madre de Georgia" erigida en 1958 y que es un símbolo de la ciudad.

Entre las numerosas y atractivas iglesias hay varias que son las preferidas de los turistas: la postsoviética Catedral Sameba, la basílica Anchiskhati, del siglo VI, y la Iglesia de Metekhi, erigida sobre un risco que ofrece una fantástica vista del río Kurá. El bulevar principal de la ciudad, Rustaveli Avenue, nuclea tiendas lujosas, cafés, restaurantes, museos y las principales instituciones culturales del país. Hay edificios deslumbrantes, como el centro cívico -realizado por el arquitecto Massiliano Fuksas-, el Palacio Presidencial y el famoso puente que se ilumina por la noche, obra de Michele de Lucci. Una cita obligada es el Museo Nacional de Georgia, que cuenta con una amplia colección de hallazgos arqueológicos precristianos. El museo vivió un proceso de reestructura apostando a su modernización y la promoción de la investigación y la educación en el país. También debe visitarse la Galería Nacional, donde incluyen obras de arte contemporáneas y georgianas del siglo XX.

Salir de la capital

En Tbilisi ya se han instalado importantes cadenas de hoteles, pero la oferta de Georgia ofrece numerosos atractivos fuera de la capital. Si se sigue viaje hacia el sur, antes de abandonar la ciudad, se podrá llegar a Abanotubani ("el barrio de los baños", literalmente), célebre por sus baños de azufre con forma de domos, muchos de los cuales se construyeron en el siglo XVII.

Si hablamos de historia y particularmente del vínculo de Georgia con la ex URSS, sin dudas hay que visitar Gori, la ciudad natal de Stalin. Allí puede encontrarse un museo dedicado a su vida, además de su casa de niño y el vagón del tren que usó en la mayoría de sus viajes.

Si se apuesta a mezclar bellezas naturales y monasterios antiguos con ciudades históricas y tradiciones georgianas, debe visitarse Kajetia. Es una región orgullosa de sus vinos, con carreteras solitarias, carros tirados por caballos y gente muy hospitalaria.

Tbilisi en ebullición

Batumi no es la única que ofrece una diversión nocturna. Luego de más décadas de guerra y dolorosos conflictos armados, Georgia apuesta a una nueva etapa. Especialmente sus jóvenes parecen dispuestos a impulsar nuevos espacios de encuentro, esparcimiento y diversión. A su impulso, la movida nocturna de Tbilisi está también en constante ebullición. Hay sitios que abrieron hace muy poco tiempo, pero ya han logrado imponerse en la agenda. Entre otros, se destacan KHIDI y Mtkvarze, que se establecieron en Tbilisi hace algunos años.

Uno de los más populares es Bassiani. Se trata de un club industrial fundado en 2014 y que se montó debajo del Dínamo Arena, el estadio nacional de fútbol de Georgia. Nació con el objetivo de denunciar las políticas represivas de Georgia hacia las drogas, además de combatir la homofobia. A impulso de visitas de renombrados DJsy productores –como Nina Kraviz, Speedy J y John Talabot- , el club se ha impuesto como el faro de la escena tecno y house de la ciudad. Como dato curioso, a veces, por las mañanas, puede verse humo alrededor de la cancha, que emerge de la fiesta que se genera debajo y que en sus mejores noches puede llegar a reunir a 1.200 personas.

La Asociación de Escritores Georgianos alberga uno de los restaurantes más famosos, el Littera, donde deben degustarse las tartas. Si se prefiere, cerca de la arbolada plaza Gudiashvili, por las noches hay música de piano y ritmos georgianos. En la zona de Kote Abkhazi –en las calles Bambis y Chardin – puede escucharse hasta la madrugada música tecno, jazz y disco en un inconfundible ambiente cosmopolita.

Viñas de orgullo

Sabido es que en Armenia y Azerbaiyán abundan los paisajes esteparios y semidesérticos. Pero en Georgia todo es intensamente verde. Sólo en aquellos picos montañas que se alzan por encima de los cinco mil metros no se ve vegetación. Hay ríos de aguas frías y calientes y aguas termales, como las de Borjomim. Más allá de los árboles frutales y las legumbres, el gran orgullo georgiano está en sus viñas. En Georgia hay excavaciones arqueológicas en la que se han encontrado vestigios que documentan que en la región el arte de la vinificación data de la edad de piedra. Se dice, con legítimo orgullo, que estas tierras producen vino desde antes que llegaran los romanos. En estos últimos tiempos se han recuperado algunas de sus bodegas históricas como el ChateauMukhrani o Khareba.