The New York Times

Es hora de acabar con el racismo en la industria de la moda, ¿pero cómo?

Los empresarios de la moda de EEUU generan iniciativas para tener un negocio más equilibrado “racialmente” pero no todos están de acuerdo con las movidas

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06 de julio de 2020 a las 05:00

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El 1° de junio, Tom Ford, presidente del Consejo de Diseñadores de Moda de Estados Unidos (CFDA, por su sigla en inglés), envió una carta al consejo acerca de su reunión el día siguiente. Quería que se  abordara las manifestaciones del movimiento Black Lives Matter en contra de la injusticia racial, dijo, y el racismo sistémico en la industria de la moda. Casi todos participaron: Michael Kors, Virgil Abloh, Prabal Gurung y Vera Wang fueron algunos de los participantes. Alguien que formó parte dijo que fue una discusión “animada” pero que nadie se enojó. El grupo acordó que se emitiría una declaración y se escribiría un plan de acción. Todos fueron invitados a enviar sus ideas.

Dos días después, se hizo pública la declaración. “Alzar la voz de manera clara en contra de la injusticia racial, la intolerancia y el odio es el primer paso, pero no es suficiente”, decía, junto a cuatro iniciativas que seguir. Estas incluían un programa de empleo encargado de colocar talento negro en todos los sectores del negocio  para ayudar a tener una industria racialmente equilibrada.

Sin embargo, no todas las ideas que habían sido enviadas fueron incluidas. Y no a todos les gustó.
Kerby Jean-Raymond, diseñador de Pyer Moss y miembro del consejo del CFDA, le dijo a Highsnobiety, que se trataba de una “declaración tibia y color de rosa que no abordaba el problema”. No abordaba la brutalidad policíaca y lo que la industria de la moda podría hacer al respecto.

Más de 250 profesionales negros de la moda, que se hacen llamar la Iniciativa Kelly, acusaron al CFDA de permitir “que prosperen culturas explotadoras de prejuicio, participación simbólica y discriminación laboral”, y anunció un plan más robusto, enfocado en la rendición de cuentas.
Después, Aurora James, fundadora y directora creativa de Brother Vellies, introdujo el Compromiso del 15%, que hace un llamado a las tiendas para dedicar ese porcentaje de su espacio en estantes a productos fabricados por empresarios negros.

Otra organización, el Consejo Black in Fashion, estaba siendo creada por Lindsay Peoples Wagner, editora de Teen Vogue, y Sandrine Charles, consultora de relaciones públicas. “Fundada para representar y asegurar el avance de las personas negras en la moda y la industria de la belleza”, une “a un grupo resiliente de editores, modelos, estilistas, ejecutivos de medios, asistentes, creativos independientes y accionistas” para “crear una nueva base desde la cual fomentar la inclusividad”.

De pronto el debate ya no se trataba del racismo sistémico en la moda, sino de cuán lejos estaba dispuesta a ir la industria para estar en la vanguardia del cambio social, y de quién tenía la mejor posición para dirigir la misión.
“Las revoluciones siempre comienzan fragmentadas”, dijo Prabal Gurung, miembro del consejo del CFDA y diseñador criado en Nepal que ha sido defensor de la inclusividad. “Después, cuando estemos unidos, el verdadero cambio ocurrirá y haremos historia”. No obstante, ¿estos grupos diferenciados pueden trabajar en conjunto para transformar el mundo estadounidense de la moda, o acaso las diferencias ideológicas y estratégicas disiparán su efectividad a largo plazo?

No hacer concesiones
Virgil Abloh, fundador de Off-White y diseñador de Louis Vuitton, opinó que CFDA debía “defender los derechos de las personas negras en la industria”. “Cualquier cosa
menos que eso es una concesión, y este no es el momento de hacer concesiones”, comentó.
Durante décadas, el Consejo de Diseñadores de Moda de EEUU ha funcionado como un organismo central de la industria.  Ha estado activa en el cabildeo (por ejemplo, en la protección de la propiedad intelectual y los derechos migratorios). No obstante, aunque el CFDA a menudo se considera un “organismo gobernante” de la moda, no lo es. No tiene el poder para regular a sus casi 500 miembros diseñadores. Tampoco tiene autoridad sobre las tiendas ni los creativos asociados, como los profesionales de la industria de la belleza. Como resultado, dijo Gurung, el “CFDA está haciendo el trabajo que siempre hace y, aunque ofrece apoyo a la industria, ante tantos sentimientos inmediatos e instintivos, ese trabajo quizá ya no sea suficiente”.

“Están trabajando en planes para ponerlos en acción”, comentó. “Mientras tanto, hay una carta firmada por 250 personas que quieren un cambio ahora”.
Esa carta de la Iniciativa Kelly  exige que el CFDA lleve a cabo un censo para recoger y publicar la demografía racial de sus organizaciones miembro; y que participen en auditorías externas para asegurar la rendición de cuentas y la transparencia.

El surgimiento de estas iniciativas de justicia racial es un reconocimiento de la inefectividad percibida del CFDA y una respuesta a las desigualdades raciales que permean la industria de la moda. No obstante, también reflejan la dificultad de impulsar a una comunidad tan difusa y variada en términos de disciplinas, estructuras organizacionales, y acceso a capital y recursos.

Por eso es que el Consejo Black in Fashion tiene como propósito ser una coordinadora para distintos tipos de iniciativas, mientras  crea un índice para calificar a las marcas según su progreso. Esto será lo que los fundadores llaman “un informe público anual y una boleta de calificaciones para que las industrias de la moda y la belleza rindan cuentas del gran trabajo que han hecho y las áreas que necesitan mejorar”.
(The New York Times) 

El Compromiso del 15% para tiendas minoristas
La iniciativa promueve que el 15% del espacio de las tiendas sea destinado a mercancía de compañías de empresarios negros. Según sus promotores, los negocios de propietarios negros constituyen el 1,3% de las ventas minoristas en EEUU, a diferencia del 88% de las ventas totales de los negocios de propietarios blancos. Dado que las personas negras conforman el 15% de la población estadounidense, el compromiso en parte se trata de tener una representación equitativa,  además de crear infraestructuras y redes para sustentarlos. l
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