Eduardo Espina

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Esclavos de la pantalla

Netflix crece y se consolida, pero también se endeuda
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24 de abril de 2018 a las 05:00
En 1997 Netflix comenzó a operar como opción de entretenimiento más accesible que Blockbuster. Para 1999 ya ofrecía un servicio de suscripción que permitía ver "cine como en su casa". Mientras que con la llegada del nuevo siglo, Blockbuster entró en la lucha por la supervivencia, Netflix tuvo un crecimiento extraordinario, alcanzando los 10 millones de suscriptores a diez años de su fundación.

Hoy en día tiene 125 millones de suscriptores en todo el mundo. Precisamente, la idea motora de Netflix es consolidarse como la principal plataforma de entretenimiento universal, haciendo desaparecer las fronteras entre lo nacional, lo regional y lo global. Sin duda, la empresa ha conseguido su objetivo y hoy, por ejemplo, un uruguayo o un salvadoreño habla de las series de Netflix como si fueran las que emite un canal local, con la diferencia de que en Netflix puede verlas a la hora que quiera y todas las veces que se le antoje.

La conveniencia, el hecho de estar siempre disponible, ha hecho de Netflix un imán de multitudes que han aprendido muy pronto a ver con subtítulos su entretenimiento preferido. Difícil decir, dados los radicales cambios de tendencias que presenta la era cibernética, hasta cuándo durará su liderato y si algún día puede terminar como Blockbuster, que hoy prácticamente ha dejado de operar.

Ese, por el momento, no parecer ser el destino de Netflix, y para dejar en claro que su futuro es aún más brillante que su presente, la empresa anunció ayer que aumentará en US$ 1.500 millones su deuda, para aumentar así también su biblioteca de producciones originales, esto es, realizadas con capital propio y no compradas a productoras independientes. Para el año 2018 su gasto de contenido será de entre US$ 7.5 mil millones a US$ 8 mil millones.

Algunas de las mejores series producidas por Netflix, como Marco Polo, Bloodline, Sense8 y Seven Seconds fueron canceladas por bajos ratings y porque el alto costo de producción dejaba pérdidas. Otras no tan buenas ni originales, como La casa de papel, han encontrado sin embargo un público masivo. La empresa, pues, seguirá manteniendo la filosofía del "otro que tire y pegue", del descarte por azar, que tan buenos resultados le ha dado.

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