Diego Battiste

Francisco Bustillo, el amigo de presidentes que toma Fanta y cantó con Leonardo Favio

Llega el domingo desde Madrid aunque ya es canciller; deberá hacer cuarentena

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05 de julio de 2020 a las 05:00

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Pocas personas tienen la posibilidad de pasar una noche de elecciones con un expresidente, y menos aún son quienes están junto a un padre en el momento en que su hijo lo iguala y se transforma en presidente la República. 

Francisco Carlos Bustillo Bonasso o simplemente Pancho -como le dicen todos los que lo conocen- es uno de ellos. A sus 60 años, y tras hacer toda una carrera diplomática como blanco declarado, el embajador llegará a Uruguay el domingo para hacerse cargo del Palacio Santos y suceder a Ernesto Talvi. 

No es una casualidad. Desde 1986 cuando ingresó por concurso a la Cancillería ha ido escalando en el servicio exterior con la particularidad de haber entablado una amistad con quienes hoy circunstancialmente ocupan el poder en ambos márgenes del Río de la Plata. 

Camilo dos Santos

Su relación con el presidente Luis Lacalle Pou representa la cuarta generación de amistad entre las familias Lacalle-Herrera y Bustillo. Su abuelo fue cinco veces legislador del Partido Nacional.

El nuevo canciller no suele pasar desapercibido. En el ambiente diplomático destacan su facilidad para entablar relaciones personales, señalan que tiene un gran olfato para anticiparse a los hechos políticos, y una gran capacidad para relacionarse con el poder. 

Es hijo de un diplomático y en su juventud militó en la lista 904. Es fanático de Nacional en fútbol, Trouville en básquetbol y Cuervos en rugby. Dice que cuando jugaba a este último deporte era “camorrero” y bastante “peleador” porque no le gustaba perder, según contó en una entrevista con la revista Galería.

También le gusta tomar Fanta y puede jactarse de ser uno de los diplomáticos que más conoce la República Argentina. Durante la primera etapa del menemismo, desde principios de los ‘90 hasta 1995 fue secretario de la embajada de Uruguay en Buenos Aires. Regresó a ese destino entre 1997 y 2002, esta vez como jefe de la delegación uruguaya en la Cuenca del Plata, un organismo que integran Argentina, Brasil, Paraguay, Bolivia y Uruguay.

Pese a que sabía de su filiación política, Tabaré Vázquez lo nombró como embajador en Buenos Aires, cargo en el que tuvo un activo rol en el conflicto por las papeleras. Ahí conoció a Alberto Fernández, que por entonces era jefe de gabinete e íntimo de Néstor Kirchner y Cristina Fernández.

Bustillo y Fernández se transformaron en los “componedores” de las relaciones entre los países y se hicieron amigos a partir de extensas reuniones. De esos encuentros, solía participar también Gonzalo Fernández (secretario de la Presidencia de Uruguay), con quien el argentino se conocía de la época universitaria ya que los dos son abogados penalistas. 

La relación llegó a tal nivel, que en 2008 cuando Fernández se peleó con el kirchnerismo y abandonó su cargo, Bustillo le organizó una cena de honor (mousse de palta con langostinos y carré de cerdo) que fue un desafío para una parte del gobierno argentino. Participaron cuatro ministros del gobierno de Cristina Fernández, importantes empresarios y autoridades de la Justicia. 

EFE

Once años después, cuando estaba al frente de la misión en Madrid, Bustillo alojó en su residencia a Fernández, entonces candidato a la presidencia. Una noche sirvió asado y reunió a la plana mayor del empresariado español y al día siguiente invitó a Jorge Drexler, a quien Fernández quería conocer. En Madrid se hizo amigo de Enrique Cerezo, un importante empresario que preside el Atlético de Madrid, y también compartió asados con Diego Godín y Cristian “Cebolla” Rodríguez.

La música es otro de sus hobbys y entre sus cantantes favoritos está Leonardo Favio, a quien comenzó a escuchar de niño, cuando vivía en Chile, y con quien cantó en Buenos Aires, en una recepción en la embajada. “En determinado momento le dije: ‘vamos a cantar juntos, yo arranco’, y empecé: ‘a veces presiento que mi alma está en sombras, entonces me inclino, te beso y hay luz. Y me salen lindas palabras muy tiernas. Sonrío y me digo… Ahí él siguió esto es el amor…”, reveló en la misma entrevista con Galería.

Luis Almagro intentó que fuera su vicecanciller durante el gobierno de José Mujica, pero el tupamaro lo impidió y finalmente terminó ocupando la jefatura del gabinete.

Su salida a Madrid en 2012 no estuvo exenta de polémica. El senador del Partido Colorado, Pedro Bordaberry, no votó su venia por considerar que había otros funcionarios más aptos para este destino.

Poco antes, la Cancillería había presentado una denuncia por un intento de coima a Bustillo en la licitación del dragado del canal Martín García, que finalmente fue archivada porque no se pudo probar.

Ese año, y en las mismas fechas, también fue archivado un expediente en el que se lo investigó por una presunta maniobra con autos de alta gama para los que gestionó ampararse a un régimen de franquicia impositiva al que podían acceder los diplomáticos. 

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