Fernando Picún y la pequeña Renata

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Feyenoord lo llevó como sustituto de Koeman, un DT lo llamó estúpido y el largo proceso para superar la lesión que cortó su carrera a los 28 años; la vida de Fernando Picún

Desde la tranquilidad de Piriápolis, donde rehízo su vida, el exfutbolista repasó detalles de su carrera futbolística que se cortó abruptamente
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03 de febrero de 2024 a las 17:48

Fernando Picún surgió en River Plate, tuvo un pasaje por la Tercera división de Peñarol y fue contratado por Feyenoord de Holanda en 1996 como sustituto de Ronald Koeman, aunque él siempre aclaró que no quería cargar con tal responsabilidad.

Fue titular de la selección uruguaya que llegó a la final de la Copa América de 1999, dirigida por Víctor Púa. También tuvo un pasaje por el fútbol japonés y regresó a Uruguay para jugar en Danubio.

Quería estar cerca de la selección, porque su deseo era volver a vestirse de celeste, pese a los consejos que se oponían a esa decisión. 

El destino le deparó un final dramático a los 28 años: sufrió una lesión que no solo le cortó la carrera, sino que también puso en riesgo su vida.

La Blanqueada, Piriápolis y el Prado

Picún nació en el barrio La Blanqueada, en Montevideo hace casi 52 años (los cumple el 14 de febrero). A los 4 años comenzó a jugar al fútbol en el Belgrano. A los 8 se mudó con su familia a Piriápolis y pasó a jugar en el Misiones Toro, una fusión de los equipos Misiones y Toro. Durante cuatro años vivió en el balneario.

“Mi papá quería comprar una casa en Piriápolis y se le dio la oportunidad en la época del quiebre de la tablita (en noviembre de 1982 la cotización del dólar saltó de N$ 13.81 hasta llegar al entorno de N$ 30). Ahí fue que la compró y nos mudamos”, recordó el exfutbolista en la charla con Referí.

Picún en el Feyenoord

Cuando él tenía 12 años regresaron a Montevideo. “Mamá no estaba muy conforme y nos volvimos, aun manteniendo la casa en Piriápolis”. Un cambio radical en la vida de aquel chico. “A nivel de estudio para mi fue un cambio negativo enorme; tuve que acomodarme de nuevo y conocer otra gente. En aquel tiempo la gurisada de Montevideo era mucho más despierta que la de Piriápolis. Yo era como un nene de pecho. Me costó acostumbrarme a una cantidad de situaciones que con el tiempo me fui acomodando. A nivel de fútbol seguramente si no nos hubiésemos mudado en aquel momento, no hubiese hecho la carrera que hice”, destacó.

“Estamos hablando de hace 40 años atrás y te digo que hoy en día, en Piriápolis hay buenos jugadores, pero lastimosamente terminan sin oportunidades porque no se ven. No hay equipos que puedan estar compitiendo a nivel de AUF. Los jugadores buenos, y que hay muchos, terminan jugando en Atenas de San Carlos o en Deportivo Maldonado”, manifestó.

Continuó el fútbol a los 13 años en La Rinconada y un año después se vinculó a River Plate.

Fernando Picún disfruta de su hija más pequeña

Una época de sueños y sacrificios: “Íbamos caminando al entrenamiento desde el Saroldi, pasando por el Jardín Botánico, durante un par de kilómetros. En ese recorrido se conversaba, se hablaba de todo tipo de cosas de la gurisada de esa época. Como compañeros tengo muy presente a Diego López, con el que jugamos ya en Tercera división, y en inferiores con Gabriel Delor que se terminó yendo a España, dejó la carrera de futbolista, y vive allá. También a Alejandro Marquez, Pablo Tiscornia... En aquel momento estaba Jesús Rodríguez como entrenador y tenía muy buen ojo”, contó.

Picún no siempre jugó de zaguero, que fue el puesto en el que debutó en Primera: “Durante varios años jugué como mediocampista, de 8, volante por derecha. Un día un profe me dijo que tenía que jugar de zaguero porque en Uruguay no había buenos zagueros y podía llegar rápido a Primera. Me probaron y se dio la oportunidad de jugar en esa posición, me sentí cómodo y fue un acierto. Eso fue en Quinta división”.

Ya en Primera división, Sergio Markarian lo utilizó como stopper y Jorge Fossati como líbero.

"M'hijo, mañana vaya a Los Aromos"

Pero antes, tuvo un pasaje por la Tercera división de Peñarol. En 1991 River Plate descendió a Segunda y a Picún se le planteó una duda: jugar en la Cuarta B o salir a préstamo para jugar en Cuarta A. “Preferí irme a préstamo porque en aquella época la diferencia futbolística era muy grande entre una divisional y otra”.

Se dio la oportunidad de ir equipo al aurinegro y luego del primer partido en Cuarta, el técnico Roque Máspoli lo paró al costado de la cancha y le dijo: “Mijo, usted no venga más a entrenar con la Cuarta, vaya mañana a Los Aromos”. A partir del día siguiente jugó todo el año en Tercera división.

Con la selección, marcando al chileno Salas

“Te diría que no estuve en el plantel de Primera porque el préstamo se realizó fuera de fecha, entonces no me habilitaba a jugar en Primera división”.

Si bien Peñarol pretendía comprar su ficha, no llegó a un acuerdo con River y Picún regresó al darsenero en 1992. El equipo había regresado a la principal divisional y ese año terminó como vicecampeón Uruguayo, hasta ese momento la actuación más importante en la vida profesional de la institución.

“Debuté con Víctor Púa. En aquel momento me era difícil jugar porque dentro del equipo titular estaba Robert Púa que era el hermano. Pero Víctor siempre fue muy respetuoso con el manejo de acuerdo al nivel que había; si tenía que jugar jugaba y si tenía que jugar el hermano jugaba, pero siempre valorando la calidad deportiva y no el relacionamiento que pudiera ver”, aclaró Picún.

Picún en familia

Después de cuatro temporadas en River, surgió el pase al exterior, un día que estaba pescando de vacaciones. “Yo me tomaba los primeros 10 días sin hacer nada y después empezaba a hacer una pre pretemporada por mi cuenta. Le pedía a los profes que me dieran un plan de trabajo. Con eso llegaba en buenas condiciones a la pretemporada. Me llaman un día, viene mi viejo y me dice, ‘Fernando hay una posibilidad para que te lleven a un equipo de Europa. Le pregunté el equipo y me dijo Feyenoord de Holanda. Yo ni idea ni que existía Holanda ni el Feyenoord tampoco. El equipo estaba haciendo pretemporada en Mar del Plata y tenía que ir a hacer una prueba”.

Llega el sustituto de Ronald Koeman

Durante el viaje en avión a Argentina le dijo a Álvaro Silva, dirigente de River que lo acompañó: “Mirá que si me ofrecen 2 mangos no me voy. Yo pensaba que me iban a dar 2 y eran 10. Siempre nos quedó mutuamente esa anécdota”.

El reto que tenía por delante aquel futbolista de 24 años no era sencilla: “Me llevaron para suplantar a Ronald Koeman que se estaba retirando. Todo bien, tenía condiciones, pero nada que ver al nivel de Ronald Koeman. Entonces tenía que aclarar siempre que Koeman era un jugador brillante, que yo tenía otras cualidades. Porque no podía cargar con la responsabilidad de tener que equiparar a ese nivel porque iba a ser muy difícil que lo alcanzara”, subrayó.

Marcando a Patrick Kluivert, uno de los delanteros más complicados en su carrera

Viajó con su familia y eso lo ayudó a adaptarse rápidamente a la vida en otro país. En la cancha, fue otro tema. “Tuve que aprender a jugar al fútbol de nuevo. Inclusive a pegarle a la pelota totalmente diferente. Ellos buscan en el pase largo y en el corto también, la velocidad de la pelota al límite. Eso te obliga a tener una muy buena técnica y una muy buena pegada. La preparación viene de edades tempranas, los que les permite tener un control de balón a velocidad que es difícil si no lo trabajas desde chico”.

Era esa “una de las características principales que tenía el fútbol en Holanda y la velocidad de los jugadores. Por suerte tuve la bendición de ser veloz. En aquel momento a nivel de estructura corporal había muchas diferencias, jugadores que estaban en Primera división y te dabas cuenta que estaban muy bien trabajado físicamente, no por el rendimiento físico sino por el volumen físico. Eso muchas veces hacía la diferencia".

“Kluivert y Ronaldo fueron los dos jugadores complicados de marcar. Cada delantero de los que están a gran nivel tienen sus cosas; hay unos que son completos como Kluivert, pero hay que respetar a todos. Ronaldo (lo enfrentó en la Copa América 1999) tenía potencia, un cambio de ritmo increíble, ni que hablar de la técnica. ¿Un uruguayo? Nunca me hice esa pregunta, no recuerdo alguien que dijera, ¡pah, este me está complicando o me está dejando regalado!”

En Feyenoord firmó por cinco años. Durante tres meses fue a clases de holandés pagadas por el club y aprendió el idioma. Pero como pasa habitualmente en el fútbol, cuando el equipo cambia de entrenador, suelen cambiar jugadores. “El nuevo entrenador (Leo Beenhakker) llegó un día a decir en un entrenamiento que los sudamericanos éramos estúpidos. Hablaba muy bien el español, así que le entendimos. Ese día lo tengo grabado en mi cabeza, porque en aquel momento estaban Vitamina Sánchez y Patricio Graff, los dos argentinos (después llegó Julio Cruz). Entre los tres dijimos, ‘vamos a callarnos la boca porque eso que dijo es para sacarte a la miércoles’. Pero esas cosas duelen. Después cuando me vengo en las vacaciones a Uruguay, robaron la casa donde estaba viviendo en Rotterdam; pero robaron solamente cosas que había comprado yo, las cosas que había puesto el club no las tocaron. Entonces te empezás a dar cuenta que ya terminó tu etapa en ese club”.

Fue así que en 1999 regresó a Uruguay por seis meses para jugar en Defensor Sporting. “Me trajo gente que trabajaba para Paco Casal. Jugué en Defensor y tuvo la suerte que me citaron a la selección. A los seis meses volví a Holanda y se dio la posibilidad de ir al Urawa Reds Diamonds de Japón. Ni lo pensé, porque la diferencia era enorme: en un año en Japón hacía el dinero que hacía en tres años en Holanda. No tuve que dudar”.

En Japón jugó una temporada

En 1996 había jugado dos amistosos en China y Japón dirigido por Héctor Núñez, pero en 1999 fue seleccionado por Víctor Púa para la Copa América de Paraguay 1999, torneo en el que Uruguay llegó a la final y perdió con Brasil.

Cuando estaba en Japón, el técnico de la selección uruguaya era Daniel Passarella, quien comentó que no convocaba a Picún porque estaba muy lejos y tenía muchas horas de vuelo hasta Montevideo. Así fue que a fines de 2000, con 28 años, decidió regresar, aunque tuvo otras propuestas más interesantes.

“Jorge Chijane (socio de Casal en ese tiempo) me planteó ir a un equipo grande de México, pero le dije que quería jugar en Uruguay para volver a la selección. En aquel momento él me dijo algo que más ganas me dieron de irme a Uruguay: 'Mirá Fernando, vos ya te sacaste las ganas de jugar en la selección'; pero yo creo que ningún jugador del mundo puede sacarse las ganas de jugar en la selección, es algo que lo llevás adentro y si pudiera tener 50 años y jugar en la selección, lo haría. Eso me marcó muchísimo y terminé arreglando contrato con Danubio”, recordó Picún.

Fernando Picún (tercero desde la izquierda de los parados), en Defensor 1999

Universidad Católica de Chile también intentó contratarlo: “Quisieron venir a arreglar personalmente conmigo cuando ya le había dado la palabra al presidente de Danubio. Los chilenos me preguntaban si había firmado, y yo les decía que no, pero que mi palabra era como si hubiera firmado”.

En el equipo de la Curva arrancó lo que él llama “la etapa más triste de mi carrera”.

Le lesión que cortó su carrera y los sueños

El 30 de marzo de 2001 por la sexta fecha del Torneo Clasificatorio, Danubio enfrentó a Wanderers en el estadio Luis Franzini y a los 5 minutos de juego, Picún sufrió una lesión tras un choque con Jorge “Malaka” Martínez que le puso punto final a la carrera y a los sueños de volver a jugar en la selección.

“Años después lo encontré al Malaka, todo bien. Nunca vi la jugada por televisión, pero según lo que me dicen, él tropezó y cayó con la rodilla hacia adelante; yo voy a trancar, rodilla contra tibia, te podés imaginar…", dijo.

El árbitro Julio Rabino ni siquiera amonestó al jugador de Wanderers. Es más, “el árbitro me gritaba que me levantara. Lo putee todo pobre árbitro. Después fue a visitarme al centro donde yo estaba internado para pedirme disculpas porque se dio cuenta que se le había ido la bicicleta”.

Sus comienzos en River Plate: en la fila de parados, Picún es el segundo desde la izquierda

En los 21 días posteriores a la lesión, Picún ingresó 10 veces al quirófano. Tres o cuatro días después de la última intervención, se dio cuenta que no iba a jugar más.

No sé decir si fue mala praxis o no. No lo sé. En aquel momento estaba (el médico) Gustavo Chiara en Danubio y le pedí a él que por favor estuviera en quirófano porque le tenía muchísima confianza. Gracias a él creo que hoy en día puedo estar hablando y tener las dos piernas”, repasó el exfutbolista.

Agregó que “estuve muy complicado y a Chiara lo querían echar de la mutualista (Asociación Española). Cuando salí y me enteré de toda la situación, fui y hablé con el principal, con el dueño (Oscar Magurno), para decirle que si lo echaban al médico le hacía un reclamo a la institución. Ahí se quedó todo quieto”.

Aunque no le querían dar el alta después de la última operación, porque “había una parte de la pierna que estaba en carne viva”, Picún se fue a su casa y Chiara se encargó de las curaciones: “Quedé agradecido de por vida con Gustavo”.

A raíz de aquella lesión, Picún le ganó un juicio a la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF): “Después de varios años se terminó cobrando, había un vacío legal que fue lo que en definitiva permitió que se llegara a ejecutar el reclamo”. El Estatuto del Jugador establecía la creación de un Seguro contra Accidentes que en ese momento estaba desfinanciado y le impedía cobrar.

El largo proceso de superación y su vida actual

La etapa posterior a la lesión fue traumática. “En ese momento dije, voy a empezar a disfrutar de otras cosas que tiene la vida. Pero es mentira, mentira. Recién me di cuenta 15 años después que yo no había superado todavía el accidente. Te estoy hablando de hace 7 años atrás. Se hace difícil la vida cuando uno dejar de hacer lo que ama. Pero tuve que empezar a aprender a vivir de otra manera. Creo que al fútbol lo envuelve una gran esfera que cuando estás fuera de ella te jode pila”.

Después realizó el curso de agente FIFA y se ocupó durante unos años de esa tarea, pero según admitió, “tiré plata empila”.

“De la manera que yo tenía pensado encarar las cosas y de acuerdo a como las hice, no se puede. Es muy difícil nuestro nivel cultural, sin ofender a nadie, para encarar de la manera que yo pretendía. El otro día veía unas palabras de Luis Suárez sobre los representantes, cuando le dan dinero a los jugadores o para comprarse un auto, y él dijo que estuvo como tres años cobrando la misma plata porque tenía que venir por merecimiento de él y no porque se lo diera un representante. Hoy en día después de muchos años me quedo con la tranquilidad de que estaba en lo cierto, que había que trabajar de esa manera, pero el entorno no ayudó”, explicó.

Entonces regresó al principio de la línea de tiempo de su vida, se fue a vivir a Piriápolis y realizó el curso de entrenador en Maldonado.

En 2018 se hizo cargo del Piriápolis FC y logró una histórica clasificación al torneo de clubes de OFI. Pero renunció porque, según dijo escuetamente: “Se dio una situación, preferí alejarme y listo”.

Picún cuando asumió como técnico del Piriápolis FC

Desde entonces no volvió a dirigir y disfruta de su pequeña hija Renata. “Rehice mi vida, soy divorciado, arranqué mi vida nuevamente, tuve una hija que tiene casi 3 años. Quedaron en Montevideo mis dos hijos grandes. Sé que el fútbol está difícil y a mi se me  hace difícil ir a Montevideo a entregar currículums”, señaló.

"Todos los años se retira algún jugador y hoy en día la modalidad es que pasa a ser entrenador y eso quita posibilidades. Todavía no descarto tener algún día la chance de poder iniciar la carrera como entrenador de fútbol”, añadió.

"El sustento de cada día" se lo da el ingreso de una estación de servicio en Montevideo, de la que es copropietario, y mientras tanto, "llevo una vida muy tranquila, dedicándome a mi hija, viviendo en mi chacra", ubicada entre Piriápolis y Pan de Azúcar.

La lesión que puso en riesgo su vida

La fractura de tibia que sufrió Fernando Picún derivó en complicaciones que pusieron en riesgo su vida, además de cortar su carrera de futbolista. Sufrió un síndrome compartimental, cuando el hematoma de una fractura no se diluye y llega a la necrotización de los músculos. Existió incluso la posibilidad de amputarle la pierna, pero finalmente se descartó esa posibilidad y tras 10 entradas al quirófano se le extirpó el músculo tibial anterior.

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