Fuerte producción petrolera de EEUU aplastará los planes de la OPEP

El próximo año no va a ser un buen momento para apostar al alza de los precios del petróleo

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27 de diciembre de 2018 a las 14:16

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David Sheppard

La OPEP y Rusia comenzaron el año reduciendo la producción de petróleo, pasaron la mitad del año aumentando la producción y terminaron el año con un acuerdo para recortarla nuevamente.

Ésa, en pocas palabras, es la narrativa del mercado del petróleo en 2018. Pero si bien ésta es la época del año para reflexionar sobre el pasado, lo que nos dice acerca de lo que se espera para 2019 puede estar causando algunas noches de insomnio en Riad y Moscú.

Es posible que los precios promedio del petróleo sí alcancen cerca de US$ 70 por barril por primera vez desde que el mercado se desplomó en 2014, pero aún así terminarán este año en un nivel inferior comparado con su nivel del 1 de enero. Tendrías que ser muy valiente para apostar a que los precios del crudo terminarán por encima de los US$ 70 nuevamente en 2019.

La razón, cuando se elimina todo el ruido geopolítico que agitó los precios del petróleo este año — desde las sanciones y exenciones de Irán y el colapso de Venezuela, hasta los tuits del presidente estadounidense Donald Trump y la supuesta participación de Arabia Saudita en el asesinato de Jamal Khashoggi — se reduce a un simple punto: la fuerza de la producción del esquisto estadounidense está aplanando a todos los demás en su camino.

Este simple hecho, lejos de todo el desordenado drama político, es la clave para comprender la tendencia subyacente del petróleo, y sugiere que el próximo año podría ser difícil para los países dependientes del petróleo.

A principios de 2018, se predijo que EEUU agregaría un poco menos de 1 millón de barriles por día (b/d) de producción a lo largo del año, según un pronóstico realizado por el brazo estadístico del Departamento de Energía. Otros organismos, como la Agencia Internacional de Energía y la OPEP, estaban pronosticando cantidades similares.

En cambio, el sector del esquisto de EEUU no sólo alcanzó esas expectativas, sino que las superó con creces; la Administración de Información de Energía (EIA, por sus siglas en inglés) de EEUU estima que la producción de petróleo crudo ha crecido en un promedio de 1.53 millones de b/d o sea más de 50% más de lo que se había previsto. En términos interanuales, la producción a principios de diciembre había aumentado hasta 1.9 millones de b/d.

Ese petróleo adicional de EEUU, junto con una mayor producción de líquidos de gas natural, ilustra claramente lo que sucede cuando los precios se fijan en un nivel propicio para comenzar a rellenar las arcas agotadas de los miembros de la OPEP: la industria del esquisto de EEUU comienza a expandirse a un ritmo increíble.

Para ponerlo en contexto, el aumento de la producción de EEUU en 2018 equivale aproximadamente a agregar la mitad de la producción de petróleo de Irán al mercado en un año. El incremento interanual por sí solo es mayor que la producción individual de ocho de los 14 países miembros de la OPEP, o nueve si se incluye a Qatar, que planea abandonar la OPEP el próximo año debido al empeoramiento de sus relaciones con sus vecinos árabes.

El aumento de la producción significa que EEUU ha terminado el año indiscutiblemente como el productor más grande de crudo, con una producción que se aproxima a 12 millones de barriles por día, lo cual coloca al país cómodamente por delante de Arabia Saudita y Rusia.

Ésta es una gran noticia para la seguridad energética estadounidense y para las innumerables empresas, grandes y pequeñas, que ahora forman el sector del esquisto.

Pero para aquellos que dependen de un precio más alto, ya sea para financiar presupuestos nacionales o, en el caso de algunas grandes empresas de energía, para financiar altos dividendos en un momento de gran incertidumbre por parte de los inversores con respecto a su industria, es una razón para preocuparse.

La OPEP, liderada por Arabia Saudita, y Rusia, decidió a principios de este mes que era mejor reducir la producción y aumentar los precios que tratar de presionar a la industria del esquisto estadounidense con un período de menores ingresos. Después de haberlo intentado en 2014, Arabia Saudita no estaba de humor para repetir el experimento dado el impacto de US$40 por barril de petróleo en su economía.

Aunque la mayoría de los comerciantes piensan que la decisión de eliminar 1.2 millones de barriles por día del mercado va a ser suficiente para impulsar los precios en el corto plazo, mientras tanto el esquisto va a seguir creciendo a un ritmo acelerado.

Eso amenaza a países como Arabia Saudita y Rusia con el espectro de una interminable serie de recortes que simplemente le abrirá el paso al esquisto, siempre que la producción fuera de su control crezca más rápido que la demanda mundial.

Tal vez tengan un respiro a mediados de 2019, si EEUU decide endurecer las sanciones contra las exportaciones de petróleo de Irán, como muchos esperan, especialmente si los precios se moderan a los niveles actuales de aproximadamente US$60 por barril.

Otros países de la OPEP tal vez sigan luchando para contener la disminución en su propia producción, creando espacio para que se beneficien los miembros mejor administrados. Angola, por su parte, ha visto caer su producción en 10% en los últimos dos años. Venezuela sigue siendo un caso perdido, y pocos apostarán en contra de que su producción siga disminuyendo, ya que ya ha bajado cerca de 50% en dos años a poco más de 1 millón de b/d.

Pero la gran historia sigue siendo el crecimiento del mercado del esquisto y cómo pueden responder los grandes productores. Los países y las empresas que se aferraron al mantra de reducir los costos durante la breve recuperación del petróleo en 2018 probablemente estén agradecidos ahora.

Parece que el próximo año no va a ser un buen momento para apostar al alza de los precios del petróleo dado el impacto a largo plazo del esquisto estadounidense en este mercado.

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