Hay más praderas y se usa más grano: ¿por qué le viene bien a la ganadería?

La creciente demanda internacional por carnes uruguayas y una oferta escasa de ganado exigen una intensificación de la producción de carne

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10 de octubre de 2019 a las 12:05

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En 2019 Uruguay alcanzó el mayor área cubierta por praderas convencionales y verdeos desde que se empezaron a llevar registros, en 1974. La creciente demanda internacional por carnes uruguayas y una oferta escasa de ganado exigen una intensificación de la producción de carne, optimizando el uso de las pasturas y los granos. Tras una fuerte caída en el área de praderas de Uruguay en 2009, cuando se unieron una baja de precios y una sequía, la agricultura forrajera ha ido recuperando terreno.

Según los datos presentados por el Sistema Nacional de Información Ganadera (SNIG), al 30 de junio el área cubierta por praderas convencionales y verdeos sumó 1.766.482 hectáreas, un aumento de 2% respecto a las contabilizadas el año pasado, consolidando una tendencia de 10 años de crecimiento prácticamente ininterrumpida.

El retorno de la ganadería en  zonas agrícolas es otro aspecto del aumento de praderas, que ocupan una superficie mayor a la soja y el maíz sumados.

En junio de 2019 el área bajo praderas alcanzó 1,24 millones de ha, el mayor registro desde 2008 y un aumento de 5% interanual. Pero se mantiene por debajo de las áreas de  10 años atrás. En 2006, con menor uso de verdeos bajo formato de puentes verdes y menor área agrícola y uso de granos, había 1,4 millones de hectáreas empraderadas, 167.099 hectáreas más que en la actualidad.

 

Juan Samuelle

 

Lejos del pico de 2006

Juan Díaz, gerente de Investigación y Desarrollo de PGG Wrightson Seeds, dijo a Blasina y Asociados que “claramente estamos en un proceso de creciente recomposición del área de pasturas perennes, pero estamos lejos del pico de 2006. El motivo es, fundamentalmente, que pasar de áreas agrícolas a ganaderas es caro y complejo. Si recomponer la infraestructura, el capital y el financiamiento no fueran limitantes, ese pasaje sería mucho más violento y acentuado que hoy en día”.

“Lo único que podría interrumpir esta tendencia de crecimiento de praderas es que la soja volviera a valer US$ 500 la tonelada”, explicó Diaz.

La superficie con cultivos forrajeros anuales (verdeos) mostró un leve descenso de 548.598 hectáreas a 530.718 has, pero se mantiene en los valores más altos desde que hay registros, mostrando que se ha generalizado el uso de “puentes verdes”: cruzaron las 500.000 hectáreas en 2011 y desde entonces no volvieron atrás.

 

 

 

Según Díaz, “el área de verdeos estabilizada en máximos históricos está ligada a una ganadería pujante y una lechería que precisa pasturas, aún en los momentos financieros complejos y fundamentalmente en el desbalance entre los cultivos de invierno y de verano y la implementación de los planes de uso de suelo. La situación actual de precios del ganado ayuda, pero considero que si los precios fueran normales el área sería la misma. Sin dudas hay más discusión, más apuesta al negocio y al cambio”.

La suma de la superficie de siembra anual de ambos tipos de mejoramiento es similar a la de la soja, que se va aproximando gradualmente al millón de hectáreas. En el año se sembraron 351.995 hectáreas de praderas nuevas, 30.000 más que el año anterior, mientras que la superficie de verdeos fue de 17.000 hectáreas menos.

 

 

 

Es “vital” incorporar praderas

“En agricultura es vital incorporar praderas, por una cuestión de menor productividad debido a muchos años de agricultura continua que llevaron a un aumento en la erosión de los suelos. La única manera de ser competitivos en cultivos de secano es obteniendo altos rendimientos y eso se logra incorporando praderas a las rotaciones para recomponer la materia orgánica del suelo, controlar malezas, bajar carga de agroquímicos que no solo es perjudicial para el medio ambiente sino que es más costoso”, dijo Díaz.

La expansión de los cultivos forrajeros tiene su contracara en un descenso en el área que ocupa el campo natural, que baja por segundo año consecutivo a 11,24 millones de hectáreas, 120.000 has menos que las del año pasado y 750 mil has menos que las casi 12 millones de has de 2009.

Según los datos publicados por el SNIG, la superficie en pastoreo del territorio nacional alcanza los 13,8 millones de hectáreas, el 81,4% corresponde al campo natural y el 18,6% a pasturas mejoradas que incluyen praderas convencionales, campo mejorado, campo fertilizado y cultivos forrajeros anuales –verdeos–.

Por otra parte, se ha desarrollado una cultura de suministro de granos al ganado, muchas veces en una suerte de sinergia: granos más praderas en vez de sustitución.

 

Juan Samuelle

 

Más uso de maíz

El uso de maíz superó el millón de toneladas en 2018, por primera vez desde que se tienen registros. A pesar de una producción récord de 815.549 toneladas, las importaciones alcanzaron máximos históricos de 562.513 toneladas, y con exportaciones muy escasas (61 toneladas) se llegó a un uso de grano de 1.378.002 toneladas.

En los primeros nueve meses del año se importaron 129.455 toneladas de maíz, muy por debajo del récord histórico de 416.281 toneladas en el mismo período del año pasado, pero aun así en niveles superiores a las importaciones de los últimos 10 años.

Para Díaz, el uso de granos para alimentación animal se ha generalizado y en la medida que los precios acompañan el número cierra mejor.

“Con fletes caros y producciones de grano inciertas –cebadas o trigos que no cumplen con la calidad de grano– es una muy buena herramienta”, indicó.

“En la medida que el productor se involucra en pasturas la estacionalidad de la producción de pasto aumenta y el grano aparece como una buena herramienta de corrección en los momentos de déficit forrajero”, comentó el profesional.

La oferta ganadera está en su momento de mayor escasez, la abundancia de forraje y la favorable relación de precios entre el ganado y los granos augura una buena performance en la producción por cabeza que compense parcialmente el bajo stock de novillos con una aceleración de los tiempos de engorde.

Producción: Cecilia Pattarino

 

Juan Samuelle

 

 

 

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