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La ganadería pide debate

La situación de la carne uruguaya es importante, pero de poco interés para los indecisos y el martes solo tuvo alguna mención lateral de Lacalle y de Martínez
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05 de octubre de 2019 a las 05:04

El debate entre los candidatos que lideran las encuestas dejó a la actividad agropecuaria fuera de la agenda exceptuando alguna mención lateral al abigeato. Eso no necesariamente  significa que el tema no les interese a quienes debatieron. Lo importante en términos de significado es que diagnosticaron, seguramente con razón, que el  tema no es del interés de los votantes indecisos. Y muy probablemente tengan razón.

Para la gran mayoría de mis amigos montevideanos, los problemas de la ganadería tienen una relevancia similar a la que pueda tener una plaga en vid, o el cancro cítrico. Temas más lejanos que la estratósfera para el común de los uruguayos.

Por ejemplo que esta semana el precio de la ternera haya superado al ternero tiene, para el uruguayo común, una importancia similar al resultado que pueda tener el Sacachispas en el fútbol argentino.

Pero, es la primera vez que sucede desde Hernandarias y es una señal más de lo tremendamente importante que está pasando en la ganadería y que merece la reflexión y como planteé la semana pasada, poner en la mesa una propuesta de un pacto ganadero que simplemente le mantenga las reglas de juego, para que en cinco años sea parte de las transformaciones importantes de Uruguay. La ganadería uruguaya no precisa ayuda ni subsidio alguno.

Pero como Martínez ha dicho palabras más, palabras menos, que “si observa sectores que tienen márgenes extraordinariamente altos… en impuestos no se quiere atar las manos”. Y como la vicepresidente ha dicho que entre los árboles y las vacas prefiere a los árboles porque las vacas se tiran pedos (sic) que contaminan el aire, creo que se hace necesario escuchar algo. Porque Uruguay con la ganadería, desde abril ha sacado algo parecido al 5 de Oro, con pozo acumulado. Y es bueno saber si el boleto se va a poder cobrar después de 2020 o si se castigará a la gallina de los huevos áureos hasta que todo sea un gran bosque direccionado a zonas francas. Debería decirse ya explícitamente si se va a dejar que la revolución productiva que piden los chinos va a poder suceder o, como se trata de la “oligarquía” y hay que “acumular hasta construir la hegemonía del pueblo” se aplicará la parte leninista. El anticipo de que lo sintético le gana al textil o la parodia de Constanza Moreira del productor como un dinosaurio estúpido que no sabe ni hablar y fumiga con glifosato, no son buenas señales.

Lo importante es que el uruguayo de la capital, el que está en la Ciudad Vieja, el de Malvín Norte, se entere. Nuestra carne es tan apreciada como el fútbol, los chinos se han enamorado de ella. Nuestra carne puede diferenciarse por ser la más ética del mundo. Desde la ecología al bienestar animal, y podemos enamorar al mundo entero con nuestra producción. Y hasta nuevo aviso,  todo lo que produzcamos será comprado a un alto precio.

La población tiene que entender que aunque lo de la ganadería se parece al 5 de Oro, porque ocurrió una enfermedad tremendamente contagiosa en China de la que no hay vacuna y obviamente eso es algo en lo que Uruguay no está involucrado, en realidad no es un 5 de Oro. Es que en algo logramos tener políticas de Estado, estrategias de mediano y largo plazo, visionarios que se la jugaron por la trazabilidad en el peor momento, cuando la aftosa importada de Argentina nos sumía en la noche más negra. La población tiene que saber que el gran impulso del crecimiento de 15 años vino de que en 2003 EEUU y Canadá habilitaron por primera vez en su historia aduanera a un país que vacunaba contra la aftosa y ese país era Uruguay. La población tiene que saber que en el mundo nos admiran por nuestra carne vacuna  y que eso es un golazo, que da para decir ¡Uruguay nomá!

Y que el mérito es de todos los partidos, como en tantas otras cosas. Por supuesto que el desarrollo de Uruguay es multidimensional y en él tienen que ver muchos rubros no agropecuarios. Desde el cine, al software, del software, a la lana ultrafina.

Pero la ganadería es importante. Merecería que el taxista uruguayo, el que va a la tribuna Colombes los domingos supieran que si el precio de la ternera se paga más que el del ternero es porque alguien que está ilusionado en que la ganadería será un buen negocio. Y que eso permitirá que miles de pequeños productores que ganan lo mismo o menos que él por mes, tengan una perspectiva mejor de vida. Y que eso se hace mientras  se sacan fotos de nidos de teros sin molestarlos, mientras los lagartos y los zorrillos corretean por ahí. Y que eso sucede, y uno de los estudios más vastos que se han hecho sobre carne y salud ha dictaminado que los males que se le han adjudicado quedan cada vez más cerca de la categoría de ser mitos.

La carne es sana, producida del modo uruguayo es una herramienta de preservación de la biodiversidad. El uruguayo medio debe saber que dada esta situación, Uruguay está en condiciones de producir más de tres millones de terneros y eso está en condiciones de generar empleo, revirtiendo lo que ha pasado en los últimos cinco años en el ámbito rural. Y debe saber que una ganadería firme ayuda a los que plantan maíz y cebada, porque los felices vacunos uruguayos alternan una mayoría de pasturas con unos bombones de azúcar llamados granos. Se usa más pasto, más grano, se mueven más camiones, más veterinarias, más agrónomos.

Por supuesto que está el tema del cambio climático. Y si no que le pregunten a los australianos, nuestros principales competidores que atraviesan la peor sequía de su historia. Por supuesto que la ganadería uruguaya tiene también una amenaza de mediano plazo: o demuestra que es climáticamente inteligente o en los mercados más sofisticados será tratada como si fuera tabaco.

Pero lo principal que tiene que saber el uruguayo común y el sistema político entero es que si hacemos la ganadería más ética del mundo y lo demostramos, uno de los caminos principales al desarrollo, se estará recorriendo. Y esto vale tanto para vacunos como para ovinos. E incluso cerdos y aves.  El colapso de la producción de carne puede durar 10 años,  se anticipa que no menos de tres seguro.  Una ganadería que restaure carbono de la atmósfera y biodiversidad en pastizales nativos es una de las joyas del Uruguay, como dice nuestro escudo.

Debemos convencer de esto no solo al sistema político y al “hombre de la calle” que menciona Jaime Roos. También a Greta Thunberg, con quien deberíamos hacer el ejercicio de argumentar razonablemente porqué está bien comerse un churrasco uruguayo.

La ganadería uruguaya tiene el mejor marco de su historia y la menor cantidad de novillos desde que se lleva la cuenta, décadas. Es momento de que pensemos con profundidad en el desarrollo rural desde esta perspectiva y que todos los partidos muestren sus ideas con toda claridad sobre este tema.  La trama es apasionante. De un lado las hamburguesas  vegetales y algunos análisis advierten que la demanda por carne puede derrumbarse,  por otro, puede suceder que la demanda de China permanezca para siempre, porque la mayoría de las veces que se aprecia una carne vacuna u ovina bien preparada, se quiere eso para siempre.

Si hacemos el churrasco que encante en el Silicon Valley, en Estocolmo, tanto como en Beijing, tenemos un futuro. Demasiado importante como para obviarlo en este país, el que tiene más vacunos por habitante del planeta.

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