Opinión > EDITORIAL

Ideología malsana

Los dichos del diputado Groba resultan muy tenebrosos
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18 de diciembre de 2018 a las 05:03

Resulta imprescindible comprender la época en que vivimos para poder avanzar hacia sociedades más justas y prósperas. Por eso quedarse anclado en el pasado es un error que los políticos no deberían cometer. 

Cuando sus discursos revelan una incomprensión enorme de la realidad, vale la pena preguntarse a quiénes representan o en qué planeta viven los que los votaron y los pusieron en el Parlamento de la República. 

Es exactamente esa sensación la que produce las tenebrosas palabras del diputado del Espacio 609 Oscar Groba. Muy libre de voz sostuvo que es una opción la revolución armada para tomar el poder en Uruguay. Lo dijo sin ruborizarse, sin pensar en las consecuencias de llevar esto a cabo y olvidándose que el partido que él integra es hace tres períodos gobierno con mayorías parlamentaria en el país.
“A mí me parece que los medios de producción tienen que estar en manos del Estado”, sostuvo Groba durante la comparecencia del ministro de Trabajo y Seguridad Social Ernesto Murro. El legislador entiende que deberían existir más servicios controlados por el gobierno, como la vivienda, la tierra, los bancos y hasta los medios de comunicación.

“Creo –dijo– que la plusvalía no tiene razón de ser, que el esfuerzo humano tiene que ser del Estado y servir a la sociedad”. Luego de describir su modelo de sociedad donde la libertad del individuo de elegir el camino de su vida y a quién y cómo darle el esfuerzo de su trabajo no importa, la remató con una frase que no por curiosa deja de ser peligrosa. 

Como no tiene votos para concretar su modelo de sociedad controlada por el Estado sostuvo que le quedaban dos caminos. “Agarrar la bazuca y el casco e irme para el monte, que no hay, o hacer un proceso de acumulación porque mientras hay que gobernar”.
Saber convivir y poder combatir con ideas y hechos los discursos antediluvianos como el del diputado Groba es parte de las reglas de la divina democracia. Es un ejercicio necesario lidiar con estos dinosaurios ideológicos que defienden un modelo de sociedad que fracasó en todo el mundo y demostrar que contra la libertad al final no hay nada que pueda ganar.

Lo triste de este tipo de planteos arrogantes y autoritarios es que son los primeros en condenar discursos de presidentes demócratas que no son de su gusto, aunque hayan sido electos por las urnas con todas las garantías. A Jair Bolsonaro, por ejemplo, lo tildaron de fascista y de nazi por decir cosas mucho menos graves que el diputado Groba. El diputado Groba, con toda la libertad que la da un régimen democrático, propone abolir la propiedad privada de los medios de producción y la libertad de expresión, al estilo del fracasado modelo soviético. Y en su partido no se escucha la más mínima censura o discrepancia. ¿Será que el resto del Frente Amplio está de acuerdo con esas ideas pero no lo expresa por razones de oportunidad?

Por suerte en Uruguay las mayorías siempre han puesto en su lugar a los autoritarios y a aquellos que no creen en la democracia republicana. Por eso el silencio no es opción ante estos pronunciamientos. Hay que señalarlo y ubicarse sin titubeos en la vereda de enfrente y combatirlos con palabras, hechos, conocimiento histórico y sobre todo dejarlos decir lo que quieran, lo que en los sistemas de gobierno que ellos promueven sería imposible. 

 

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