A continuación, un resumen de la entrevista.
¿Cómo define a un intelectual?
Una persona volcada a la investigación, a la academia o al pensamiento más que al hacer. Con un nivel intelectual. Algunos más, otros menos. Y una cosa que también hoy en día me parece que es un punto importante: un intelectual es alguien que lee, cosa que cada vez ocurre menos.
¿Qué rol juegan los intelectuales en la política actual?
En la actualidad estoy lejos del gobierno y de la política. Desde donde estoy no veo mucha incidencia de intelectuales. Contemporáneamente los que más se ven, a nivel de temas políticos, de gobierno, son los economistas. Se presupone que cualquier gobernante que se precie tiene que tener en la vuelta algunos tipos con pienso económico.
Carlos Pazos Ignacio de Posadas y Azucena Arbeleche se abrazan el día de la asunción de ella como ministra de Economía y Finanzas; 2 de marzo de 2020
¿Cómo ha sido la relación entre los intelectuales y el Partido Nacional?
Más allá del Partido Nacional y de lo coyuntural, la persona que se acerca a la política fuera de los carriles electorales tiene el grado de poder que le den los que le dan bola. Y la experiencia demuestra que en las urgencias y en los tironeos, la bola que se le da a quien no tiene poder... por lo pronto no es constante y muchas veces no es muy preponderante tampoco.
¿Cómo era en el caso de Lacalle Herrera?
Contrario a lo que pudiera parecer, un tipo de carácter que se levantaba a presión con cierta rapidez, era un tipo que escuchaba mucho. Reflexivo. No afín a lo económico. No era su fuerte. Tuvo tipos con pienso económico en la vuelta, a los cuales consultaba obviamente, pero no era un campo en el cual él elaborara mucho. Después había una cosa que se perdió, que la discontinuó (Tabaré) Vázquez en la primera Presidencia, y yo creo que no volvieron a hacerlo, que eran los acuerdos ministeriales. Ahí se discutían, se repasaban, se peloteaban todos los temas. También un día de la semana había un almuerzo informal en Suárez de todos los ministros.
¿Ve cambios entre él y su hijo Luis Lacalle Pou?
Lacalle (Herrera) tenía una visión del país, tenía un... no digo un recetario, pero tenía una serie de cosas que quería hacer y las intentó prácticamente todas. Tiene también una visión no solo del Uruguay en sí, sino del Uruguay en la región sobre todo, y en el mundo, muy de herrerismo y muy de su abuelo (Luis Alberto de Herrera). Padre e hijo son personalidades muy distintas en muchas cosas. El hijo no es un lector. No creo que tenga la profundidad del padre en su visión y en su pensamiento. No sé el espectro de su agenda como candidato qué tan amplio y qué tan intenso era, porque se le destronó enseguida con el tema de la pandemia y demás.
Inés Guimaraens Acto de cierre del año y de respaldo al liderazgo del candidato Luis Lacalle Pou de la Lista 71 con su padre Luis Alberto Lacalle en diciembre de 2014
¿Ve a partir de Lacalle Pou un cambio de perfil en los presidentes?
Hay una generación distinta. Hay un cambio generacional más allá de blanco, colorado. La generación de él no es una generación intelectual, es una cosa muchísimo más instrumental. Ahí hay una diferencia muy grande. Los que están en la vuelta... Yo no creo que ninguno de los precandidatos de ningún partido que está en la vuelta tenga un perfil intelectual, superreflexivo, gran lector, amplios horizontes. No Orsi, no Cosse, no Delgado, no Laura Raffo, no Robert Silva... Gabriel Gurméndez quizás un poco, pero tampoco.
Mujica ha dicho que cuando lee políticos de los años 40 se encuentra con pensamientos mucho más modernos que ahora, con personas que te dejaban pensando. Dice que no se encuentran políticos así ahora. ¿Ve lo mismo?
Siempre está el riesgo de que de viejo te ponés así, ¿no? "Todo tiempo pasado fue mejor". Pero no, no hay. Y mismo a nivel de la sociedad civil, uno mira pensadores de peso en este momento en el Uruguay...
También hay un cambio en los medios. Los políticos antes escribían para un diario. Ahora, donde más se expresan es en Twitter.
Ese es un grandísimo tema para la política en general. La democracia depende y está muy vinculada a la libertad de expresión. La libertad de expresión en los comienzos de la democracia se manifiesta en los panfletos, después en los diarios. La radio no cambió sustancialmente. Pero ya la televisión hizo un cambio muy grande. No es un medio informativo, es un medio de entretenimiento. Y los medios sociales han agudizado eso, porque ahora cada vez más, y sobre todo gente joven, dice que va a informarse a las redes. La gente no se va a informar, se va a confirmar.
¿Ahí hay un cambio importante?
Es una cosa completamente diferente. Esto (Twitter) es una cosa que es mucho más cortita y al pie. Sanguinetti era periodista, escribía. Jorge (Batlle), un poco menos, Lacalle, un poco menos, pero eran tipos que estaban en esa. En mi casa, que no creo que fuera demasiado excepcional, se recibían cuatro, cinco, diarios de mañana y tres o cuatro de tarde. Se recibía El Día para ver qué opinaba el viejo Batlle. Se recibía El Debate a ver qué opinaba Herrera. Acción, a ver qué decía Luis Batlle. El Bien Público, que estaba más o menos vinculado a la Iglesia. Eso se perdió absolutamente. Y la izquierda que tenía toda esa generación, (Carlos) Quijano, (Arturo) Ardao, todos esos, no la tiene más. No hay ningún pensador de izquierda hoy que tenga peso. En su momento Ramón Díaz sustituyó un poco eso con Búsqueda durante un periodo.
Pero si aparecieran políticos con más profundidad intelectual, ¿la ciudadanía le respondería con votos?
Cierto sector sí. No sé cuántos son. Me parece que en el Partido Colorado, en el Partido Nacional, hay mercado para ese tipo de cosas, sobre todo entre la gente joven. En la izquierda también yo creo.
¿En el Partido Nacional no hay quiénes aporten esa profundidad?
El Herrerismo dentro del Partido Nacional tenía un perfil de mayor pienso. Lo daba mucho Lacalle padre. Yo ponía un poco de pienso. Había un carozo ahí de más ideas. Eso se está diluyendo. Y ahora con lo de (Gustavo) Penadés mucho más todavía.
¿La situación le preocupa lo suficiente como para llamar a Pablo Iturralde (presidente del directorio del partido) y planteárselo?
Hay que tener cuidado de no autoproclamarse profeta. Iturralde más de una vez me ha dicho: "che, tenemos que hablar". Yo estoy a la orden. Después nunca se concreta. Yo escribo, pero más allá de eso... Lo mismo con Luis (Lacalle Pou). El padre, al principio sobre todo, me decía: "tenés que hablar con Luis, tenés que hablar con Luis". Mirá hago todo lo que quieras, pero Luis no tiene ningún interés y yo no voy a ir a golpear la puerta: "che, nene". De los que están en la carrera no hay muchos que estén dispuestos a parar un cacho y preguntar.
Twitter de la Lista 71 Ignacio de Posadas en evento de la Lista 71 en junio de 2019
¿Y en el Partido Colorado?
Sacando a (Julio María) Sanguinetti, que ya está, ninguno. No los veo yo por lo menos. Al Partido Colorado el batllismo lo mató. El batllismo absorbió todo el contenido del Partido Colorado y la izquierda se lo robó. Todo esa cosa de la cultura uruguaya, de la igualdad, la izquierda se lo vació por dentro. Se quedó sin nada.
¿Entonces la izquierda lo sigue teniendo?
Está mostrando una resiliencia enorme. Las encuestas lo dan, cuando está peor, en un 30 y pico por ciento. Eso no es un fenómeno político, eso es un fenómeno netamente cultural, que es lo que lo hace difícil de cambiar porque las culturas van evolucionando muy lentamente. Hay un fenómeno también: un viejo dicho en política que dice "dato mata relato". La izquierda tiene un relato en el Uruguay que hoy no lo mata nadie.
¿Aunque la izquierda siga con hegemonía cultural, el Frente Amplio no tiene intelectuales?
Yo no veo ninguno. El MPP no lo tiene. El Partido Comunista no tiene intelectuales. El Partido Socialista ni hablar; está desapareciendo apolillado. Y después todo ese medio socialdemócrata no termina de agarrar forma para ningún lado. Un tipo como (Mario) Bergara, por ejemplo, que es un hombre que tiene formación, ha hecho una metamorfosis en perjuicio propio. Un tipo que tenía un nivel académico muy bueno, otro perfil, cuando se metamorfoseó para ser candidato, bajó brutalmente y le ha ido mal. Yo creo en buena medida por eso.
¿Cómo ve la campaña?
Yo pensé que Orsi tenía ganada la interna lejos, porque es un perfil muy uruguayo y está a favor del bien y en contra del mal. A medida que lo miran cada vez menos como intendente y cada vez más como figura nacional, está mostrando una desnudez brutal. Con lo cual, Carolina Cosse, a pesar de tener ese rictus tan duro y un poco rechazante que tiene, evidencia que es más inteligente. Delgado a mi juicio largó demasiado temprano. Es un no candidato hace cuatro años y medio. (Cuando se realizó esta entrevista la precandidatura de Delgado no era todavía oficial). Yo creo que probablemente sea mucho mejor presidente, si sale, que candidato. A ver, no es bobo Delgado, es un tipo que es capaz. No es un intelectual, le falta fuego, pero también está teniendo un desgaste muy grande. Me parece a mí, el día que el tipo se suba arriba del cajón de manzanas ya habrá aburrido a medio mundo. Me parece que es muy difícil que pueda prender alguna chispa a esa altura del campeonato.
Este artículo forma parte de la serie Presidentes e intelectuales: las mentes que dejaron huella en los mayores líderes uruguayos. Todos los contenidos, acá.