El argentino Clarín afirma que se ratificó el liderazgo pero que ahora tiene límites
Ricardo Peirano

Ricardo Peirano

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Independientes del gobierno, no de los ciudadanos

Cuesta entender cómo Argentina se encuentra a pocos días de la madre de todas las batallas
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24 de octubre de 2012 a las 00:00

Independiente del gobierno, no del ciudadano

La presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner está comandando personalmente la batalla contra el Grupo Clarín. A nadie escapa que desearía verlo desaparecer del mapa y que lo ha atacado en forma directa en varias cadenas oficiales. El motivo formal de la batalla es la aplicación de la ley de medios audiovisuales que fue aprobada hace 3 años. El motivo real es desguazar al Grupo Clarín.

El propósito –laudable- de dicha ley es desmonopolizar el sector de las telecomunicaciones, obligando a diversos grupos a vender determinadas frecuencias radiales o televisivas o canales de televisión por abonados. Como toda ley, tiene un objetivo general que es abrir a la competencia un sector clave de actividad empresarial. En este caso, tiene también un objetivo particular –particular del matrimonio K- que es reducir drásticamente la estructura del Grupo Clarín, obligándolo a desprenderse en un breve plazo de sus activos más valiosos en materia audiovisual.

La presidenta fijó como fecha de la batalla el 10 de diciembre cuando, según la interpretación del gobierno, vence el plazo judicial de una medida cautelar interpuesta por Clarín. Para Clarín, y para muchos juristas, el 10 de diciembre es una fecha en la cual comenzaría a regir el plazo de desinversión si previamente el Poder Judicial no se pronuncia sobre la inconstitucionalidad de un artículo de la ley que afecta derechos adquiridos.

Clarín acaba de publicar un video institucional que básicamente dice que Clarín y sus diversos medios son independientes del gobierno pero no del ciudadano que puede cambiar de canal, de radio o dejar de comprar el diario en cualquier momento. Un video muy bueno que refleja la verdad: la prensa depende de la elección cotidiana del lector, del oyente y del televidente. Sin ellos, no es nada. Desaparece. Esa capacidad de apelar al ciudadano es algo que Clarín defendió desde su nacimiento, que fue motivo de su éxito periodístico y empresarial pero que perdió en algún momento de la década pasada cuando intentó hacerse del monopolio de la Tv por abonados haciendo que Multicanal, su operador de cable, comprara a Cablevisión, la principal competencia, y así detentar prácticamente del monopolio de la televisión de pago. La búsqueda del lucro a toda costa puso en riesgo el alma del diario. Para conseguir la aprobación gubernamental olvidó sus raíces y coqueteó con el poder.

Así el grupo consiguió que Néstor Kirchner –si, leyó bien, Néstor Kirchner- aprobara la fusión de Multicanal y Cablevisión pocos días después de la elección de su esposa y pocos días antes de dejar la presidencia. Fue allá por octubre o noviembre de 2007. Todo parecía encaminado a una gran boda con una estupenda luna de miel con ventajas para ambas partes: económicas para Clarín y políticas para el matrimonio K, que quería influir sobre el multimedio más poderoso del país. Además, Kirchner renovó todas las licencias de radio y televisión por 10 años.

Sin embargo, todo fracasó. En 2008, ardió Troya a raíz de la guerra del gobierno con el campo por las retenciones a la soja, donde el matrimonio se sintió traicionado al no contar con el apoyo incondicional del Grupo Clarín detrás suyo. Y más ardió Troya, cuando en 2009 Néstor perdió frente a De Narváez la elección en la provincia de Buenos Aires. Allí atribuyó a la prensa –y a Clarín en particular- su derrota y aprontó la ley de desmonopolización para vengarse. Al mismo tiempo, comenzó a armar un grupo de diarios, radios y televisoras afines al gobierno que se sostenían por la publicidad oficial.

Ahora, en diciembre de 2012 llega la instancia final de la lucha a muerte entre el gobierno y Clarín. La causa está en la Justicia y la Justicia está muy presionada por el gobierno. Son días negros para la libertad de prensa en Argentina pero también es preciso recordar que los monopolios nunca son buenos. Los públicos son malos y los privados son peores. Cuesta entender cómo Clarín pensó en 2007 que podía dominar el mercado del cable, algo que en ningún país serio se habría aprobado. Cuesta entender más cómo Néstor Kirchner aprobó esa fusión. Cuesta entender como CFK piensa que puede llevarse por delante al Poder Judicial. Cuesta entender cómo Argentina está frente a la madre de todas las batallas porque si desguazan a Clarín, seguro que después van por todo, como han dicho repetidas veces.

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