La biodiversidad ha perdido a uno de sus héroes

Edward O. Wilson deja un legado que es más importante que nunca

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09 de enero de 2022 a las 05:00

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Si usted no le encuentra demasiado sentido a su vida, considere que legarle un planeta estable y en paz a las generaciones futuras es una tarea importante y también muy gratificante. Además es urgente. Así lo fue para Edward O. Wilson, a quien a los 8 años lo afectó el divorcio de sus padres y encontró refugio y fascinación en “los bichos”, en particular las hormigas. 

A los niños suele gustarles patear hormigueros. Al instante de la rotura, miles y miles de insectos salen organizadamente a la reconstrucción y si lo encuentran, a castigar al agresor. No hay dudas, discusiones ni asambleas, cada una sabe exactamente lo que debe hacer. Le parecían más previsibles que los humanos, a Wilson, quien terminó siendo  la mayor autoridad mundial en biodiversidad hasta fallecer el 26 de diciembre a los 92 años.

Deja un legado que es más importante que nunca. En esa misma semana la Organización Mundial por la vida Silvestre proyectó que la actual extinción de especies será probablemente mayor a la que arrasó con los dinosaurios. Y sobre el final de Uruguay el fuego invadió áreas protegidas y otras silvestres en el peor incendio de nuestra historia.

El joven Wilson decidió meterse en la vida de las hormigas y descifró su lenguaje una combinación de toque de antenas con intercambio de sustancias químicas, palabras moleculares que informan sobre ubicación de alimentos descubiertos o de enemigos, fuego o cualquier evento que afecte a la sociedad.

Inició su carrera sobre estos insectos que inventaron ganadería y el tambo ordeñando pulgones, la agricultura con pastos para cultivar hongos, una organización social con diferentes tareas asignadas y una “Reina” cuya única tarea es recibir alimento y procrear.

De las hormigas Wilson pasó al estudio de las sociedades de distintos animales desde los insectos a los elefantes y publicó un libro que se convirtió en referencia y polémica, Sociobiología proponía que si queríamos entender cualquier sociedad, incluida la humana, había que entender los condicionamientos biológicos a los que estamos sometidos.

Así, analizó biológicamente al Homo sapiens en ese libro y en Naturaleza Humana, con el que ganó su segundo Pulitzer. El escozor que causó que explicara algo tan simple como que nuestros instintos nos condicionan, o que mujeres (xx) y hombres (xy) tenemos propensiones diferentes, llevaron a que a poco de dar una conferencia le vaciaran una botella de agua en la cabeza, ante lo cual Wilson simplemente se secó con una toalla y arrancó con su disertación. Valiente estudioso que no se dejó influenciar por lo “políticamente correcto” su búsqueda de la verdad le resultó costosa en críticas.

Prolífico escritor y viajero, sus estudios avanzaron sobre los riesgos del ser humano sobre la Tierra dada la catastrófica pérdida de biodiversidad que se atraviesa la humanidad y abogó por el diálogo entre distintas creencias en su libro La Creación, un llamado a defender la naturaleza, evitando discutir si esa creación es el resultante de un Creador concreto o no.

También abordó temas metodológicos en Consiliencia, sobre la importancia de la interdisciplinariedad dada la unidad de todas las formas de conocimiento. 

No fue solo un pensador teórico, así como aportó avances fundamentales en el conocimiento de los insectos sociales, también aportó soluciones concretas a los problemas contemporáneos.

En su libro El futuro de la vida planteaba algo importante para el ambientalismo como postura que trasciende las cuestiones ideológicas: “algo mucho más vasto e importante….Cuando alteramos la biosfera en cualquier dirección, alejamos a la biósfera del delicado equilibrio de la danza de la biología. Cuando destruimos ecosistemas y extinguimos especies, degradamos el mayor legado que el planeta nos ofrece y amenazamos nuestra propia existencia”.

Temas que hasta hace poco eran ajenos a mucha gente en el campo que venía de la cultura de Martín Fierro (todo bicho que camina va a parar al asador), o de una cultura urbana que tiene muchas veces un pronunciado desapego de los detalles de la naturaleza.

“Mi impresión es que las personas que menos se preocupan por las áreas silvestres y por la espléndida biodiversidad que aún contienen estos territorios suelen ser las que menos experiencias personales han tenido en ellas y pienso como Alexander von Humboldt que “la visión más peligrosa del mundo es la de aquellos que no han visto el mundo”.

Esto lo publicó en otro libro de referencia, Medio Planeta, en el que aboga por preservar el 50% del territorio y los martes para la vida silvestre en un sistema global de reservas interconectadas.

Una visión que inspiró al proyecto de Naciones Unidas “30 por 30″, que acordó en 2020 la meta de la conservación de al menos el 30% del planeta para 2030.

Pero mientras los compromisos que se firman son esperanzadores, la realidad sigue mostrando incendios, olas de calor, tala de florestas nativas, sobre pesca.

De acuerdo a la World Wildlife Foundation, “alrededor de un millón de especies podrían extinguirse en la próxima década, lo que sería el evento de extinción masiva más grande desde el final de la era de los dinosaurios”, dijo la organización en un comunicado emitido en esta semana como actualización de la situación de biodiversidad en 2021, citado por la Deutsche Welle.

Actualmente hay 142.500 especies de animales y plantas en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), 40.000 de las cuales están “en peligro de extinción”.

Es el mayor número de especies incluidas en la Lista Roja desde que se estableció en 1964, según WWF Alemania. En este momento de reflexión global urgente sobre como restaurar áreas silvestres, como “resilvestrar” áreas o diseñar sistemas productivos más biodiversos y ciudades más verdes, sus aportes son imprescindibles.

En efecto, si algún día se logra revertir esa tendencia sin dudas el legado de Edward Wilson será un componente de esa victoria humana. Y si usted todavía no terminó de armar sus lecturas de verano sepa que si la naturaleza le parece algo interesante, cualquier libro de Wilson le resultará muy disfrutable e instructivo.

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