No descubro la pólvora si digo que Brasil es un país violento. En lo que constituye una de las grandes paradojas de su transición, el fin de la dictadura vino acompañado de un aumento espectacular de la violencia criminal. Los homicidios se cuadruplicaron desde 1980 y llegaron a ser casi 60.000 en 2017. Esa cifra se explica en parte por el tamaño de su población, pero no por eso deja de ser impactante. Para hacernos una idea, en 2017 ocurrieron 160 asesinatos por día, lo que equivale a la caída diaria de un Boeing 737. Brasil no es el país con más homicidios de la región en términos relativos, pero en términos absolutos es el rey indiscutido a nivel mundial. De hecho, uno de cada siete homicidios en el mundo ocurre en el país vecino.
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